El presidente francés, Emmanuel Macron, en un acto en el Palacio del Elíseo, este jueves. FOTO: EFE VÍDEO: REUTERS

Reflexionar, sí. Rectificar, cuando haga falta. Pero echar el freno o dar un giro de 180 grados, jamás. El presidente francés, Emmanuel Macron, reconoció este jueves que la crisis de los chalecos amarillos ha demostrado que hay un profundo malestar social por la percepción entre los franceses de múltiples “injusticias”. Admitió, también, que su Gobierno debe escucharlos y anunció una batería de medidas, como una “significativa” bajada de impuestos a las clases medias y trabajadoras y una mejora de las pensiones. Pero, a la vez, consideró que el camino a seguir es acelerar las reformas por las que, insiste, fue elegido.

“Hay un profundo sentimiento de injusticia fiscal, territorial y social. Y hay que darle una respuesta”, reconoció Macron al desvelar, en rueda de prensa, las medidas para responder a cinco meses de protestas y dos meses de gran debate nacional que debería haber anunciado hace una semana en un discurso a la nación, anulado por el incendio de la catedral de Notre Dame. Lo cual no significa, puntualizó, que la solución sea subir impuestos a los ricos, sino bajarlos a las clases más agobiadas.

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“No quiero un aumento de impuestos, quiero que se bajen los que ya se pagan, bajando significativamente el impuesto sobre la renta”, dijo sin precisar a qué sectores concretos beneficiará esta medida, que estimó en unos 5.000 millones de euros y que inicialmente se había barajado para las clases medias. Lo que sí indicó es que esta medida deberá financiarse, al menos en parte, mediante la supresión de “algunas lagunas fiscales” —de las empresas, no de los hogares, precisó— y con la necesidad de “trabajar más”. Una afirmación que sembró inmediatamente las dudas sobre su significado, ya que dejó claro que no piensa modificar la jornada de 35 horas semanales ni suprimir días feriados, como se había especulado. Y pese a que indicó que “hay que trabajar más tiempo porque vivimos más tiempo”, reiteró que tampoco dará marcha atrás en su compromiso de mantener la jubilación en los 62 años.

El mandatario confirmó, por otra parte, su decisión de indexar las pensiones inferiores a los 2.000 euros mensuales con la inflación. También anunció que la prima extraordinaria libre de impuestos que se aprobó a finales del año pasado —cuando ya anunció un paquete por 10.000 millones de euros para calmar a los chalecos— volverá a ser aplicada este año, para “corregir injusticias”.

Si bien estas son medidas reclamadas por los chalecos amarillos, su nueva negativa a reintroducir el impuesto sobre las fortunas (ISF), otra demanda clave durante las protestas, probablemente indignará a los que siguen saliendo cada sábado a las calles. De igual manera, aunque se mostró dispuesto a reformar el sistema de referéndum que ya existe y bajar a un millón de firmas el techo para que este salga adelante, rechazó el más directo Referéndum de Iniciativa Ciudadana (RIC), una de las demandas centrales de un movimiento que había empezado como una protesta a la subida del precio del carburante, otra de las medidas que el Gobierno anuló el año pasado. “No creo en la república del referéndum permanente”, señaló el presidente, que también dijo que, aunque lo consideró, ha decidido rechazar el reconocimiento del voto en blanco.

En su política de una de cal y otra de arena a las demandas de este sector minoritario en número pero cuyo impacto ha sido, como reconoció el mandatario, “inédito”, Macron también se comprometió a acelerar la política de “descentralización” para que las decisiones se tomen más cerca del terreno. De igual manera, dijo que no cerrará durante su mandato escuelas u hospitales sin la aprobación de las autoridades locales y que se impondrá un máximo de 24 alumnos por clase en la escuela primaria. Además, en un guiño a las madres solteras, cuya presencia en las protestas ha sido notable, anunció que la Administración asumirá las pensiones alimentarias impagadas.

Estas medidas debían hacerse presentado el pasado 15 de abril, pero el incendio de la catedral de Notre Dame en París lo impidió. La verdadera cuestión ahora es si serán suficientes para apaciguar la ira social que ha mantenido en jaque a su Gobierno durante los últimos cinco meses. La filtración de las primeras propuestas sobre bajada de impuestos y ayudas sociales, difundidas por la prensa poco antes del incendio y nunca desmentidas por el Elíseo, no impidieron que los chalecos amarillos lanzaran un nuevo ultimátum el sábado pasado al Ejecutivo.

Quienes esperaran de hecho un cambio brusco del Gobierno, se vieron frustrados. “¿Es que debería pararse todo, es que hemos tomado el camino equivocado? Me lo he preguntado. Pero creo que es lo contrario”, dijo Macron, que habló durante más de dos horas ante 320 periodistas y el conjunto de su Gabinete, sentado en primera fila en el salón de festejos del Elíseo y que tomaba notas de forma constante. Al fin y al cabo, sus medidas empezarán a tomar forma a partir de la semana que viene, después de que el primer ministro, Édouard Philippe, les reúna el lunes para ver cómo se implementan las promesas anunciadas. Según el presidente, sus reformas “empiezan a tomar forma” y “no deben parar, porque responden profundamente a lo que esperan los ciudadanos”. “Las medidas no han sido lo suficientemente rápidas, humanas, radicales, pero creo profundamente que han sido justas”, insistió.

El calendario de Macron es ajustado. No solo las medidas han sido anunciadas a horas de la próxima jornada de protesta de los chalecos amarillos, el sábado, sino a escasos días del Primero de Mayo, día tradicional de manifestaciones de los trabajadores. Y a casi un mes de las elecciones europeas, la primera llamada a las urnas desde que Macron accedió al poder.

“ME DAN IGUAL LAS PRÓXIMAS ELECCIONES”
Obligado por las circunstancias —su idea original de realizar un discurso formal como los que prefiere la tuvo que aparcar por el incendio de la catedral de Notre Dame—, Emmanuel Macron hizo de la presentación de sus medidas para aplacar la ira de los chalecos amarillos una forma nueva, última, de diálogo ciudadano como el que durante dos meses realizó mediante el gran debate nacional. Esta vez el diálogo fue con los periodistas, a los que —aunque alertó de que ellos también son parte de esa élite de la que “desconfían” cada vez más ciudadanos, como de los políticos— concedió más de dos horas de intercambio inédito: es la primera rueda de prensa que realiza Macron en el palacio del Elíseo desde que lo ocupó hace dos años. Una oportunidad, también, para defenderse de las acusaciones, surgidas una y otra vez los últimos dos años, de excesiva “arrogancia”. El resultado fue, en cualquier caso, mixto.
“Usted ha sido sordo y ciego ante la cólera [de las protestas] desde hace dos años. ¿Ha pecado usted de ingenuidad, por arrogancia o por inexperiencia?”, le preguntó sin tapujos una periodista, mientras otro, de forma igualmente directa, le cuestionó su voluntad “sincera” de cambio. “Asumo [una palabra que repitió durante las más de dos horas de conferencia] mi parte, pero no más”, replicó Macron. Y aunque dijo “lamentar” algunas expresiones, se quejó al mismo tiempo de haber sido víctima de frases “sacadas de contexto” y de “tergiversaciones” por intereses políticos o mediáticos.
En el mismo sentido respondió ante una pregunta sobre Alexandre Benalla, su exasesor de seguridad que provocó una grave crisis de Gobierno después de que se conociera que golpeó a varios manifestantes y se hizo pasar por policía durante la manifestación del último Primero de Mayo, y que el Elíseo le había impuesto una sanción mínima. El Macron que el verano pasado desafiaba a todos al instar a que “fueran a buscarle” quienes querían explicaciones por lo que fue percibido como un intento del Elíseo de proteger a un hombre de confianza del presidente, reconoció ahora que se equivocó.
Pero que hiciera un cierto mea culpa de su actitud durante sus primeros dos años de mandato no quiere decir que sienta que, en el fondo, andaba errado. Con su talante más habitual, Macron aseguró que su objetivo principal es tener éxito en este mandato y que no mira más allá de 2022. “Me dan igual las próximas elecciones”, aseguró tras concederse unos segundos de reflexión que provocaron algunas risas. Aunque, en su característico “al mismo tiempo”, recordó que “tampoco hace cinco años pensaba” que ahora estaría en el Elíseo.