Tren Maya aplastante
Gabinete, sin cambios
Ojo con Julie Kirchner
Las comunidades y pueblos indígenas de la región en la que se construirá el Tren Maya podrán expresar su opinión (y decidir) a lo largo del año en consultas aún sin fecha definida, aunque desde hace dos semanas la consultora británica Steers ya trabaja en el plan maestro del Tren Maya y después de Semana Santa se darán a conocer las bases de las licitaciones, según declaraciones hechas ayer por Rogelio Gómez Pons, director del Fondo Nacional para el Fomento del Turismo (Fonatur), quien presumió que en 2023 ya se podrá pasear en ese tren en el tramo Cancún-Palenque.
El director de Fonatur aseguró que capitales nacionales y extranjeros están interesados en participar en ese proyecto (tienen apetito), por cuanto a lo estrictamente ferroviario pero también en los desarrollos inmobiliarios adjuntos. Jiménez Pons se reservó información de los lugares donde serán construidas las 15 estaciones de este proyecto, para evitar que especuladores adquieran tierras contiguas y hagan negocios a partir de información privilegiada. Respecto a dichas 15 estaciones, 90 por ciento del capital provendrá de firmas particulares, extranjeras varias de ellas (nota de Alejandro Alegría, en La Jornada).
Habrá diez licitaciones y los contratos se realizarán conforme a las leyes de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público y la de Asociaciones Público-Privadas. Esta, en particular, ha sido frecuentemente usada por gobiernos anteriores para ceder negocios de origen público a empresas privadas.
Respecto a estos apabullantes y detallados planes ya en marcha, los pueblos de las regiones que serán afectadas o beneficiadas podrán expresar su rechazo o apoyo en consultas ciudadanas apegadas a las leyes y a los convenios internacionales, que se realizarán a lo largo del año, sin fecha fija y con la inequívoca contundencia de los hechos constructivos en curso.
No hay intención de ningún cambio en el equipo de primer nivel del presidente Andrés Manuel López Obrador, según han hecho saber fuentes gubernamentales. El propio presidente de la República desmintió ayer, en su programa informativo mañanero, que el secretario de Relaciones Exteriores estuviera por dejar el cargo, como había publicado de manera tajante el articulista de El Economista, Fausto Pretelin, quien aseguró que Marcelo Ebrard había presentado su renuncia al puesto días atrás, pero el jefe tabasqueño no se la había aceptado.
Donde sigue la feria de encartes y descartes es en el gabinete trumpista, donde el mercurial jefe está colocando una formación de halconería, con personajes de mano dura y proclividad discriminatoria y racista, que habrán de encargarse de las diversas fases de encaramiento del peligro migratorio.
Ayer mismo, un artículo publicado en Político alertó respecto al cabildeo en la Casa Blanca en busca de instalar a Julie Kirchner como directora del Departamento de Seguridad Interior. Ella ha sido parte directiva de uno de los grupos de intelectuales promotores del odio a migrantes y a personas cuya piel no sea blanca. No es un dato menor: a la eficacia operativa que busca Trump en cuanto al rechazo y deportación de migrantes se estaría sumando ahora una corriente de pensamiento ultraxenófobo: Kirchner fue directiva de la Federation for American Immigration Reform (FAIR), un think tank que junto con el Center for Inmigration Studies (CIS) promueven políticas públicas abiertamente confrontativas de la migración proveniente del sur. Recuérdese que acaba de renunciar Kirstjen Nielsen a la Secretaría de Seguridad Interior de Estados Unidos, presuntamente por desacuerdos con la política extrema de Trump contra los migrantes, y su sucesor es Kevin McAleenan, proveniente del área que controla la patrulla fronteriza.
A ese tablero cambiante, para mal de México, deben asomarse de nuevo los funcionarios mexicanos que ya habían hecho ciertos acuerdos con la dimitente Nielsen. ¡Ánimo, Olga y Marcelo!
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