1.- La nueva fase histórica de México que se inauguró el sábado 1 de diciembre de 2018 con López Obrador en realidad comenzó en 1981: En el escenario de un congreso del Colegio Nacional de Economistas se confrontaron dos posiciones de proyectos de nación; de un lado, el popular encabezado por sectores progresistas de profesionales ligados al Congreso del Trabajo; de otro, el neoliberal perfilado por la élite gobernante administrativista y tecnocrática que se encaramó en la presidencia de la mano del Fondo Monetario Internacional en 1975 y su cabeza de playa José López Portillo.

2.- De 1981 a 1986 se dio en el país un quiebre en el enfoque ideológico de la política económica y el desarrollo. Las reformas constitucionales de 1977-1986 deslindaron al Estado de sus compromisos sociales y el ideólogo fue Carlos Salinas de Gortari a partir de sus lecturas de Theda Scokpol y el Estado autónomo de la sociedad, un giro de 180 grados del Estado social de la Revolución Mexicana. Hacia la sucesión presidencial de 1988, el presidente De la Madrid rompió la oscilación pendular progresismo-conservadurismo e impuso a Salinas de Gortari como candidato de la continuidad neoliberal.

3.- Los grupos progresistas se aglutinaron alrededor de la figura simbólica de Lázaro Cárdenas en la presencia física de su hijo Cuauhtémoc y consolidaron un grupo disidente dentro del PRI, el cual fue caracterizado como Corriente Crítica-Corriente Democrática. La tesis central de este grupo fue la de abrir el mecanismo de designación del candidato presidencial priísta para pasar del dedazo unipersonal del presidente saliente a una votación interna abierta. La propuesta de Cuauhtémoc fue la recuperación del modelo de desarrollo social de la Revolución Mexicana: Solo regresar al Estado social y abandonar el camino del capitalismo de mercado salvaje diseñado por el FMI y firmado por México desde 1975 por Echeverría con el Fondo. Por tanto, la candidatura presidencial de López Portillo no se entendería sin el FMI, para romper con la continuidad populista de Echeverría y el PRI. Solo que López Portillo, por el petróleo, se volvió más populista, aunque aceptando al FMI.

4.- Al terminar su periodo de gobernador priísta de Michoacán el 14 de septiembre de 1986, Cárdenas conjuntó al grupo priísta disidente, no pudo reorientar la XIII asamblea del PRI de marzo de 1987 en la que Salinas de Gortari y los tecnócratas encabezados por Pedro Aspe Armella tomaron al PRI por asalto, aceptó en septiembre la candidatura del PARM a la presidencia y en octubre de 1987 fue expulsado del PRI por la candidatura por otro partido. Con la alianza de grupos y partidos construyó el Frente Democrático Nacional que sacudió las elecciones de julio de 1988, puso al PRI (en conteo oficial fraudulento) en 50% y en 1989 usó el registro legal del Partido Comunista Mexicano y sus variantes PSUM y PMS para fundar el Partido de la Revolución Democrática. Como candidato a gobernador del FDN por Tabasco inscribió a Andrés Manuel López Obrador.

5.- El PRD se configuró de tres corrientes: las progresistas del PRI, los satélites del PRI con identificación socialista y los comunistas del PCM. De ellos salió la propuesta de plataforma ideológica de gobierno de regresar al Partido de la Revolución Mexicana de Cárdenas que sería luego PRI, rescatar el proyecto social (caracterizado ya por los politólogos como populismo) de ese PRM-PRI cardenista y reasumir el valor del nacionalismo revolucionario. Del PRD de 1989 a Morena de 2018 el proyecto de nación ha sido, para la CC-CD, PRD y Morena, el poscardenismo en grado de neocardenismo: un capitalismo de Estado, con dominio del capital privado y política social asistencialista. No es socialista por ausencia del proletario como propietario de los medios de producción, pero tampoco estatista porque el Estado garantiza la acumulación privada de capital y desarrolla una política social asistencialista.

6.- Así que la 4ª Transformación de López Obrador y Morena no es una ruptura revolucionaria tipo Independencia, Reforma o Revolución, sino que será la reactivación del PRI que fue anulado en la fase neoliberal del PRI alemanista. Se trata de regresar a una mezcla extraña: el caudillismo de Obregón-Calles, los programas sociales de Cárdenas, el impulso a la iniciativa privada de Alemán, la defensa ideológica del PRI con la fuerza por Díaz Ordaz, el estatismo de Echeverría y la euforia salarial de López Portillo. Es decir, una 3ª Bis: regreso al priísmo capitalista de Estado.
El arribo de López Obrador a la presidencia de la república corona el itinerario de un priísta social (de tierra y lodo en comunidades indígenas, pero priista al fin), de la mano de un proyecto mixto de capitalismo neoliberal fondomonetarista con programas asistencialistas no productivos y un Estado autoritario. Es decir, un modelo típico del PRI.
Política para dummies: La política es la esencia de lo que se es, no de lo que se quiere ser.
http://indicadorpolitico.mx
[email protected]
@carlosramirezh