Jair Bolsonaro (c) en un acto junto a su hijo, el senadorFlavio Bolsonaro (i) y el presidente del PSL, Gustavo Bebianno, en Río de Janeiro.

Nada frena a Jair Bolsonaro. Un nuevo sondeo confirma al ultraderechista como favorito a las elecciones por la presidencia de Brasil, con el 52% de la intención de voto frente al 37% de su rival, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT). No es solo la cifra más alta que haya logrado hasta ahora el exmilitar desde su gran victoria en la primera vuelta de hace poco más de una semana, con un 46% del voto: es también la primera vez que Haddad le supera en los índices de rechazo, donde Bolsonaro siempre estuvo a la cabeza. Ahora, según la última encuesta del instituto Ibope, un 47% del electorado repudia a Haddad por el 35% de Bolsonaro.

Bolsonaro tiene, por ahora, votos de sobra para ganar la presidencia de Brasil. Su capacidad para generar adeptos parece no solo ser imparable, sino también más rápida que la de su rival, Haddad, y además no se ve que requiera grandes esfuerzos del candidato. En los días desde su victoria en la primera vuelta, cuando ganó por un margen mayor de lo que muchos se habían atrevido a sospechar, el ultraderechista ha reducido sus apariciones mediáticas al mínimo posible, y a entornos extremadamente controlados, siempre con el pretexto de que la puñalada que le atestó un lunático en un acto de campaña el 6 de septiembre le exige grandes ratos de reposo.

Y así, manteniendo silencio mientras otros el critican -incluyendo hasta la ultraderechista francesa Marie Le Pen, que la semana pasada tildó sus comentarios de “extremadamente desagradables”-, solo ha logrado afianzarse. El líder de la extrema derecha sigue tan a la cabeza como en aquella votación y todavía mantiene la cómoda distancia que le separa de Haddad, el cual se ha estado esmerando mucho más en apelar a los votantes y, según los sondeos, cae peor que nunca.

Esto último supone un importante cambio de dinámica. El hecho de que, hasta los días previos a la primera vuelta, el 44% del electorado dijese que nunca votaría a Bolsonaro esperanzaba a sus críticos. Él era siempre el cadidato más impopular, y ese clamor, que en un fin de semana de manifestaciones llegó a parar el país, serviría de muro de contención. Eso sería lo que impediría que un exmilitar defensor de la dictadura y la tortura entrase en la presidencia.

Pero ya aquellos días el rechazo estaba bajando tímidamente; ahora ha descendido a un 35%, lo que significa que la extrema derecha no asusta en Brasil tanto como podía parecer en un primer momento, y que la idea de tener como presidente a alguien que en su día dijo que prefería “sobrevivir en un régimen militar que morir en democracia” no lleva a la gente suficiente a los brazos de su rival.

Haddad tiene ahora un rechazo del 47%, más de lo que Bolsonaro nunca tuvo (claro que él no tiene otros 12 candidatos entre los que repartir el rechazo). En una entrevista exclusiva con EL PAÍS realizada durante el fin de semana, Haddad se mostraba sin embargo optimista. “No creo que sea imposible llegar al 50% en 15 días”, aseveró. Pero la ventaja de Bolsonaro es enorme, los pocos días que quedan para las urnas van pasando y la inquina que suscita el Partido de los Trabajadores no se suaviza ni bajo la amenaza de la extrema derecha. El milagro que muchos creen necesario para que hubiese un vuelco en la segunda vuelta debe ser cada vez mayor.

La gran estrategia de Haddad era retratar a Bolsonaro como un retrógrado irredento, sin respeto por las instituciones ni los derechos civiles, pero no se puede decir que el ultraderechista esconda sus intenciones en sus escasas apariciones públicas. Esta semana -al margen de vídeos diarios en directo en su canal de Facebook, donde ya ha alcanzado ya los siete millones de seguidores-, Bolsonaro se ha prestado a aparecer solo en una rueda de prensa, en una entrevista en una radio amiga (la cual fue grabada) en la que dijo “nunca he visto a una mujer quejarse de ganar menos que un hombre” y que quería dejar Brasil “como era hace 40 o 50 años” y en una visita a un batallón militar el lunes.