Se llama Saocom, es argentino, pesa tres toneladas y en unas horas estará dando vueltas a la Tierra. Con su enorme antena de 35 metros se dedicará día y noche a rastrear los suelos para alertar sobre plagas, incendios, ayudar en evacuaciones o precisar la cantidad de fertilizante que necesitan las tierras.
El Satélite Argentino de Observación con Microondas —que son las palabras que forman el acrónimo Saocom— forma parte de uno de los proyectos espaciales más ambiciosos e innovadores que se han desplegado en América Latina. Es el primero de los dos que lanzará la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) dentro de este plan y se unirá a otros cuatro italianos para hacer un escrutinio constante del planeta combinando todos sus datos.
El Saocom escanea la tierra mediante un radar. A diferencia de los satélites ópticos, con esta tecnología es indiferente que haya nubes, que sea de día o de noche; incluso puede atravesar los bosques para saber qué hay debajo de los árboles. Las microondas penetran en el terreno y forman una imagen en blanco y negro y tridimensional de la superficie. Y, lo más importante para sus fines, es capaz de medir la humedad del suelo.
Aquí está la clave. “Permite conocer capas de agua a dos metros de profundidad, si es una zona inundable o seca. También detectar un derrame de petróleo, hacer seguimiento de barcos, observar el movimiento de los glaciares. Puede generar información que le permite a las autoridades de un determinado país trazar planes de contingencia ante una emergencia, comprobar qué zonas ha afectado un terremoto o una inundación, trazar rutas de escape”, enumera Gabriel Absi, gerente del área satelital de Invap, la empresa encargada de buena parte de la construcción.
No solo puede actuar en emergencias, sino que es útil para prevenirlas. Combinando los datos de la humedad del suelo con otros (precipitaciones, sequías, temperaturas) es capaz de hacer previsiones de zonas de riesgo de inundaciones o incendios para actuar con antelación.
Las aplicaciones agrícolas servirán para amortizar los 300 millones de dólares que ha costado el proyecto
Además de las emergencias, que serán prioritarias cuando surjan, el trabajo del día a día de los satélites tiene importantes aplicaciones agrícolas. Conocer la humedad del suelo sirve para prevenir ciertas plagas en el trigo, por ejemplo, un cultivo crítico en Argentina, que es el país responsable del satélite, pero también en otros vecinos a los que prestará ayuda. Estos datos también son determinantes para conocer la cantidad exacta de fertilizante que necesita un terreno, de forma que no se desperdicie ni sea demasiado escaso. Estará disponible para los campesinos argentinos por medio de aplicaciones gratuitas y serán vendidos a empresas para que puedan hacer cálculos a medida.
“Solo con estas aplicaciones, según nuestros cálculos, se cubrirá la inversión del satélite, que ha costado algo más de 300 millones de dólares”, explica Pablo Angelelli, especialista líder en tecnología del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ha financiado parte del proyecto y prestado asesoría técnica. “La antena es una enorme innovación tecnológica. No hay ninguna similar instalada en otro satélite. La medición de humedad del suelo con esta tecnología es novedad a escala mundial. Para construirla el equipo científico estuvo formado por los mayores expertos en humedad del suelo del mundo”, continúa.
Esa enorme antena generará millones de datos continuamente. Y las aplicaciones pueden ir mucho más allá de las ya descritas. “Todos los países de la región se pueden beneficiar. Uruguay, Paraguay, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y México ya están haciendo desarrollos de aplicaciones para aprovecharlos”, asegura el especialista. Hay varios ejemplos de esto ya en marcha: uno es predecir las plagas de los mosquitos que causan el dengue para tomar medidas, algo en lo que ya están trabajando en Perú y Paraguay. Otro sería saber cuándo y dónde se derrite el hielo en la Antártida para programar las rutas más eficientes de los barcos.
Tras 10 años de trabajo, el satélite será lanzado este domingo 7 de octubre desde la base militar de Vanderberg, en Santa Bárbara (Estados Unidos), si las condiciones meteorológicas lo permiten. De lo contrario, se aplazaría al 10. Y un año después se pondrá en órbita a su hermano gemelo, que servirá para dar un servicio más completo y rápido junto a los satélites italianos con los que trabajarán.