Tras un lento recuento que se prolongó cuatro días, el Tribunal Electoral de Bolivia ha presentado este viernes los resultados definitivos de las elecciones del pasado domingo. Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS), ha obtenido una victoria incluso mayor que la pronosticada por los escrutinios rápidos elaborados por empresas privadas. Con el 55,1% de los votos, Arce logra 26,3 puntos porcentuales más que su inmediato seguidor, el exmandatario Carlos Mesa, que se hizo con el 28,8% de los apoyos. El derechista Luis Fernando Camacho triunfó en Santa Cruz, la región con más habitantes del país, pero no reunió más que el 14% del voto nacional.

La mayor parte de los políticos bolivianos, con la llamativa excepción de Camacho, reconoció la victoria de Arce poco después de la jornada electoral. Se ha criticado la lentitud con la que el Tribunal Supremo Electoral ha contabilizado los votos, ya que no ha sido capaz de poner en marcha el sistema de recuento rápido que había prometido. El sistema anterior quedó desmantelado tras la anulación de las elecciones de 2019 por presunto fraude.

Con estas cifras, el MAS logra la mayoría absoluta en las dos Cámaras de la Asamblea Legislativa Plurinacional, pero no alcanza los dos tercios que tuvo entre 2009 y 2019. Esto no limitará su capacidad de actuación, por ejemplo, a la hora de aprobar el nuevo impuesto a las grandes fortunas con el que Arce quiere financiar una parte de su plan de recuperación de la crisis económica causada por la pandemia de coronavirus. La mayoría cualificada de dos tercios solo es necesaria para nombrar a algunas autoridades del Estado.

En el Senado, que se elige por territorios y en relación con la población, Arce tendrá 21 representantes, Mesa 11 y Camacho cuatro. Arce ganó en seis departamentos (regiones) de las nueve que hay en el país; Mesa en dos y Camacho en una. La Cámara de Diputados está compuesta por 130 escaños. De ellos, 73 serán ocupados por los parlamentarios de Arce, 41 por los de Mesa y 16 por los de Camacho.

Arce ha logrado una victoria siete puntos porcentuales superior a la que obtuvo en 2019 el líder histórico del MAS, Evo Morales, aunque inferior a otros resultados previos del expresidente. Las comparaciones sobre las diferencias y similitudes que hay entre ambos políticos, y las especulaciones sobre la relación que mantendrán los próximos cinco años, inundan la prensa local. Mientras tanto, el presidente electo prepara su Gabinete en medio de múltiples presiones de las organizaciones sindicales que conforman el MAS y aspiran a ocupar posiciones.

Nadie en Bolivia previó un resultado tan contundente, que ha causado estupor entre quienes se oponen apasionadamente al MAS. Después de un año en el que la izquierda había sido blanco de la persecución judicial, la denuncia mediática y el desprecio social los sectores acomodados de la población, los políticos de otras corrientes suponían que estaba debilitada y ya no era mayoritaria. Al parecer, y de acuerdo con algunos análisis que han aparecido en la prensa, esta misma situación de adversidad potenció su compromiso, unificó sus filas y le permitió volver a dominar el escenario.

Estos días se han producido protestas espontáneas en las ciudades de Santa Cruz y Cochabamba para pedir la anulación de las elecciones y repudiar a las autoridades electorales. Cientos de manifestantes se reunieron cerca de los centros de recuento para corear consignas en contra de que el MAS fuera habilitado para participar en las elecciones. Argumentaban que el partido izquierdista debía haber sido suspendido por el fraude que supuestamente organizó en 2019.

Los participantes en estas protestas son extremistas de derecha que defienden una variedad de teorías conspirativas. Los manifestantes han sido desautorizados por los políticos, salvo por Camacho y el Comité Cívico Pro Santa Cruz. El Comité, que tiene mucha influencia en esta región oriental que es el baluarte de la oposición al MAS, ha exigido que el Tribunal Electoral demuestre que las elecciones fueron limpias. Otros referentes de la centroderecha y la derecha, en cambio, les han pedido “reconocer la derrota” y no salirse del marco democrático. Todos los organismos internacionales que enviaron misiones de observación electoral en Bolivia emitieron un mensaje de respaldo al trabajo de las autoridades electorales.