CIUDAD DE MÉXICO.- La diferencia entre las Grandes Ligas y la NFL fueron 51 escalones en el draft. El talentoso John Elway bien pudo haber hecho época con los Yanquis, pero un año en las ligas menores hizo que la sola posibilidad de ser tomado como el número uno global fuese su mayor anhelo.

John Elway cumple hoy 60 años y el deporte lo recuerda por las batallas ganadas en el emparrillado, pero cerca estuvo de que su lidia fuese en el diamante.

En 1981, en el draft de las Mayores, el chico listo de la Universidad de Stanford (se graduó en Economía) cayó hasta la segunda ronda, en la posición número 52 global (seis lugares antes que Tony Gwynn); estuvo en sucursales y promedió .318 de bateo con cuatro jonrones. Prometía, pero no quiso ir más allá, a pesar de que George Steinbrenner decía abiertamente que el joven sería su jardinero derecho titular para 1985.

Desde la prepa le gustó el beisbol, incluso los Reales de Kansas City lo tomaron en la ronda 18 en 1979, pero su padre, Jack, coach de futbol americano en todos niveles, le aconsejó convertirse en universitario y elegir uno de los más de 60 ofrecimientos de becas que tenía para seguir lanzando el ovoide.

Fue lo mejor, ese chico no sabe lo que es jugar la tercera base”, dijo entonces el legendario George Brett.

Tras buenos años con los Cardenales y no haber tenido la paciencia para forjarse en las menores, vino uno de los drafts más recordados en la historia de la NFL y con él una de las decisiones más sonoras.

Elway fue tomado por los Potros como el número uno, pero desdeñó al viejo equipo de Baltimore, diciendo incluso que preferiría volver con los Bombarderos del Bronx, y pidió, o exigió acaso, su cambio.

Equipos como San Francisco y San Diego analizaron el escenario, pese a que ya contaban en sus filas con Joe Montana y Dan Fouts, respectivamente, pero los Broncos ganaron la puja.

En Denver vivió desde las horas más bajas hasta el éxtasis. Su primera captura fue a manos de Jack Lambert, quien amenazaba al nervioso novato, alineado a veces detrás del guardia y no del centro.

Sus primeros tres viajes al Super Bowl fueron estruendosas derrotas: en el XXI fue 39-20 ante los Gigantes; en el XXII, 42-10 ante Washington, y en el XXIV, 55-10 ante San Francisco, a la fecha el resultado más abultado en la historia del juego grande.

Le tomó ocho años volver a disputar el trofeo Vince Lombardi. Denver enfrentaba a los favoritos Empacadores de Brett Favre en el SB XXXII; el veterano pasador de 37 años ya no era una amenaza saliendo de la bolsa y lanzando con precisión sobre la carrera, pero su hambre de ganar por vez primera el duelo final lo llevó a ir de frente contra linebackers y safeties de Green Bay para salir disparado como helicóptero, una de las imágenes más icónicas de los 90’s. El resultado favoreció a los equinos 31-24 y la frase del dueño, Pat Bowlen, coronó la obra al entregarle el trofeo a su QB: “Éste es para John”.

Al año siguiente, Elway condujo a los Broncos al bicampeonato: 34-19 ante Atlanta en el SB XXXIII, tras lo cual vino el retiro como MVP de ese cotejo, mas aquél no fue su último cetro en Denver. En 2011, pocos días después de una cena con Bowlen, Elway fue nombrado gerente general y la historia en la oficina resultó similar a la que escribió con el casco puesto: no inició bien. Los Broncos perdieron por paliza el SB XLVIII, 43-8 ante Seattle, tras la campaña de 2013, pero en 2015 doblaron 24-10 a Carolina en el Súper Tazón 50. Para entonces, Bowlen ya vivía afectado severamente por el Alzheimer y no pudo ser parte de los festejos, pero Elway, con el trofeo Vince Lombardi en sus manos, honró de igual manera a quien en ese lejano 1983 confió en él: “¡Éste es para Pat!”