Joe Biden ha ganado este martes las primarias de Florida, Illinois y Arizona y se acerca así a la nominación demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre en medio de la insólita y brutal crisis que la pandemia del coronavirus ha desatado en Estados Unidos y medio mundo. El vicepresidente de la era Obama ha ampliado su ventaja frente al senador izquierdista Bernie Sanders, con cada vez menos posibilidades de remontada, y ha hecho un llamamiento a sus votantes a cerrar filas para expulsar al republicano Donald Trump de la Casa Blanca.

En Florida, que era el gran premio de la noche, pues es el Estado que más delegados repartía, Biden ha arrasado con un 62% del voto frente al 23% de Sanders. En Illinois, ha vencido con un 59% frente al 36%. En Arizona, con el 88% escrutado, ha vencido con un 43% de los votos frente al 32% del senador por Vermont.

Biden contra Sanders: dos antagonistas para recuperar la Casa Blanca
La carrera por la candidatura a la Casa Blanca dio un giro radical tras el llamado Supermartes del 3 de marzo, cuando prácticamente todos los rivales del voto moderado se retiraron y un Biden que se daba por perdedor se hizo con 10 de los 14 Estados que celebraban primarias. Desde entonces, han pasado solo dos semanas, pero parece una eternidad de tanto que ha cambiado el escenario de contienda por la nominación demócrata final, prevista para julio.

No queda claro ahora cuándo ni en qué circunstancias van a celebrarse el resto votaciones. Ya hay cinco Estados (Luisiana, Georgia, Kentucky, Ohio y Maryland) que han decidido aplazar sus primarias hasta finales de mayo y principios de junio. Con las medidas de restricción y aislamiento in crescendo en todo el país, otros Estados pueden optar por la misma vía. Se han suspendido los mítines y la mayor parte de actos electorales presenciales multitudinarios. Las votaciones de este martes han tenido lugar al día siguiente de que la Administración federal recomendase que no hubiera concentraciones de más de 10 personas en un mismo lugar con el fin de frenar los contagios por el covid-19.

Biden se dirigió a los demócratas por videoconferencia, desde su ciudad, Wilmington (Delaware), pasadas las nueve la noche hora local (las dos de la madrugada en la España peninsular) y tendió la mano a los simpatizantes de su adversario en esta pugna. “El senador Sanders y yo podemos discrepar en las tácticas, pero compartimos la idea de una sanidad asquible para todos, la necesidad de reducir la desigualdad y de luchar contra el cambio climático”, dijo. “Y deje que les diga, especialmente a los jóvenes votantes que se han sentido inspirados por el senador Sanders: os oigo. Sé lo que está en juego y sé lo que debemos hacer. El objetivo de esta campaña y mi objetivo como candidato es unir a este partido y a esta nación”, remachó.

El exvicepresidente llegaba a la contienda como líder indiscutible en los sondeos. Según el promedio que realiza Real Clear Politics, aventajaba a Sanders en 18 puntos en Arizona, 29 en Illinois y hasta 39 en Florida. El senador de Vermont es un político atípico en Estados Unidos, que lleva décadas reivindicando en socialismo en un país que tradicionalmente ha asociado ese término a regímenes autoritarios. Ese perfil encaja mal en la importante comunidad hispana de Florida, mucha de ella procedente o descendiente del exilio cubano y venezolano. Como guinda, el veterano político había elogiado recientemente los programas de alfabetización de la dictadura castrista.

Sanders se había empleado a fondo en Arizona, otro Estado en el que el voto hispano resulta fundamental, pero los primeros resultados apuntaban a un derrota. El senador comenzó las primarias con fuerza: quedó segundo en los caucus (votaciones asamblearias) de Iowa, casi empatado con el primero (Pete Buttigieg, quién se retiró de la carrera poco después); venció en New Hampshire y arrasó en Nevada (ganó con más de 20 puntos de distancia del entonces segundo, Biden). En cuanto las urnas llegaron a Carolina del Sur, con un 60% del electorado demócrata afroamericano, la aureola del senador empezó a apagarse. Y la aglutinación del voto moderado hizo el resto.

Todos los Estados celebran primarias o caucus (asambleas electivas) y reparten delegados o compromisarios de forma proporcional al número de votos. Ganar la nominación requiere 1.991 delegados y Biden, con los resultados de Arizona aún por conocer, ha superado este martes los 1.121, frente a los 839 de Sanders. Florida repartía 219 delegados; Illinois, 155, y Arizona, 67. Con cada vez menos posibilidades de cambiar las tornas de estas primarias, la pregunta es si el senador optará por retirarse de la carrera o por seguir dando la pelea en las urnas ante semejante panorama.

Estímulos
Sanders admitió ya la semana pasada lo complicado del panorama para su campaña, al menos en las urnas, pero reivindicó su ideario progresista en un momento especialmente trémulo de Estados Unidos. Washington y la Reserva Federal están promoviendo el mayor paquete de estímulos desde la Gran Recesión para contener los destrozos económicos que la pandemia global está causando y va a causar, con toda la actividad económica y la vida de millones de estadounidenses patas arribas.

El senador defiende la sanidad pública universal, incluido el veto a la opción de seguros privados, la gratuidad de todas las universidades públicas y medidas trascendentales en empresas que facturen más de 100 millones de dólares al año, como la obligación de transferir progresivamente a los trabajadores hasta el 20% de su capital. Las urnas, sin embargo, dan de momento la razón al reformismo gradual de Biden, quién ahora necesita menos de la mitad de los delegados que quedan en juego.

Además, permanece en la carrera demócrata, como una rareza más de esta campaña, la congresista por Hawái Tulsi Gabbard, que apenas ha logrado votos ni asoma en los sondeos, pero no se retira. Mientras tanto, el presidente Trump amarró este martes su nominación dentro de unas primarias republicanas casi simbólicas, pues sus rivales nunca tuvieron opción, a juzgar por los sondeos.