Petróleos Mexicanos (Pemex) necesita 199 mil 300 millones de pesos (10 mil 700 millones de dólares) en financiamiento para 2020, en su intento por revertir 15 años de producción petrolera decreciente.

La compañía ya ha cubierto casi la mitad de sus necesidades financieras para este año, luego de vender 5 mil millones de dólares en bonos en enero. Es posible que la empresa tenga pocos problemas para vender el resto.

La operación de bonos en enero recibió 25 mil millones de dólares en solicitudes a pesar de un bajo diferencial e incluso después de que Fitch Ratings rebajó la deuda de Pemex al ‘grado especulativo’ en 2019.

Sus necesidades de financiamiento para 2020 incluyen un déficit financiero de 62 mil 600 millones de pesos y amortizaciones de 136 mil 700 millones de pesos, informó este miércoles la Secretaría de Hacienda en una presentación.

En enero del año pasado, la dependencia federal estimó que Pemex necesitaba alrededor de 197 mil millones de pesos para 2019, pero esa cantidad se redujo en 82 mil 600 millones de pesos después de que la petrolera disminuyó su déficit fiscal, según la presentación.

La empresa pretende alcanzar este año una producción de petróleo de 1.9 millones de barriles por día en este año, un alza de 13 por ciento en comparación con los 1.68 millones de barriles diarios de 2019.

La petrolera tiene una deuda de alrededor de 100 mil millones de dólares, lo que la convierte en la empresa de su tipo más endeudada del mundo.

En 2019, Fitch Ratings rebajó la calificación de sus bonos a ‘grado especulativo’ porque no observó un plan viable para lograr un cambio en Pemex bajo la nueva administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.

El mandatario puso a la petrolera en el centro de sus planes para anular tres décadas de políticas neoliberales y limitar la dependencia de México de los mercados energéticos extranjeros.

Sus planes para la compañía incluyen la construcción de una séptima refinería en su estado natal, Tabasco, con un costo de 8 mil millones de dólares.

También suspendió las subastas competitivas de crudo y las licitaciones de empresas conjuntas con Pemex, lo que le habría permitido compartir los riesgos financieros que implica desarrollar el territorio petrolero de México.