Marta celebra el gol de la victoria de Brasil ante Italia. QUALITY SPORT IMAGES GETTY IMAGES

“Todavía me pongo nerviosa antes de los partidos”, decía la brasileña Marta Vieira en la víspera del partido contra Italia. Tiene 33 años, el de Francia es su quinto Mundial y sigue sintiendo ese gusanillo especial antes de pisar el césped. Este martes, en el Stade du Hainaut de Valenciennes, marcó el gol de la victoria ante las italianas. De penalti. No fue un gol cualquiera. Fue el tanto que la ha convertido en la máxima goleadora en la historia de los Mundiales, masculinos y femeninos. Con 17 dianas, Marta superó a Miroslav Klose (16). Por detrás de ella, está su compatriota Ronaldo (15); y la alemana Birgit Prinz y la estadounidense Abby Wambach, con 14.

“Es una sensación fantástica, es un gol por las mujeres de todo el mundo, por la igualdad, por el respeto. Estoy muy honrada de que Dios me haya escogido para hacer esto”, declaró al final del encuentro. Siempre comprometida con las políticas sociales, es la cara visible de la campaña Go Equal, iniciativa para la igualdad de género en el deporte. “Necesitamos apoyo. Pero más que apoyo, necesitamos respeto. Y dar valor es la mejor forma de mostrar respeto a alguien. En el deporte. En la vida. Por eso la equidad es algo por lo que todas y todos todavía debemos luchar. Y la hora de actuar es ahora”, escribió la futbolista en Instagram hace pocos días.

Marta empezó a jugar al fútbol en los descampados de Dois Riachos, un pequeño pueblo de 11.000 habitantes situado en el Estado brasileño de Alagoas. Para disgusto de su madre Tereza, que descubrió que en vez de ir al colegio su hija pasaba horas pegando patadas a un balón. Lo hacía rodeada de chicos. “Nadie aceptaba que una niña corriera detrás de la pelota entre niños”, contó en un reportaje en El País Semanal Julio de Freitas, el profesor de gimnasia y el descubridor de Marta. Cuenta la madre de la futbolista en Você é mulher, Marta, la biografía de Diego Graciano, que un día le pidió un real para comprar un balón. “¡Tú eres mujer!”, le contestó. Pero tuvo su balón. Y siguió dándole patadas. Y ganándose el respeto de todos.

“Percibía que jugaba mejor que los niños y eso, en cierta manera, generaba odio, una discordia. Los niños no lo aceptaban, me vejaban, me decían que tenía que dejar de jugar”, relató tiempo después. Durante años, cuenta siempre, sufrió prejuicios y discriminación. “Me siento orgullosa de haber luchado contra eso”. Máxima goleadora de la selección brasileña, es la única mujer que tiene la huella de sus pies impresa en Maracaná.

De Brasil se marchó a Europa en 2004. Vistió la camiseta del Umea IK sueco hasta 2008. Cumplió los 18 años nada más aterrizar en Suecia. “Me vine por las dificultades que tenía en Brasil. Allí no podía entrenar todos los días, solo tenía tres entrenamientos por semana. Y recibía una ayuda escasa que apenas me llegaba para sobrevivir. Venir a Suecia me permitió mostrar mi nivel al mundo. Realmente, tomé esa decisión pensando en el futuro que no tendría en Brasil”, contó en una entrevista. Tardó años en volver a casa. Cruzó el charco con destino a Estados Unidos en verano de 2008: tras una temporada en Los Ángeles Sol regresó a Brasil (al Santos) y se marchó de nuevo a Estados Unidos en 2011. Suecia la llamó de nuevo en 2012, jugó en el Tyresö FF y en el Rosengard; desde 2017 viste la camiseta de Orlando Pride.

Suecia se convirtió en su segunda casa, tiene pasaporte sueco y habla sueco perfectamente. Con ella jugó allí tres años Vero Boquete. “Ha ganado balones de oro, ha batido todos los récords, es la mayor referencia en el fútbol y para mí la mejor de la historia. Con ese historial te esperas un divismo máximo, te esperas a alguien súper inaccesible, una estrella a lo Cristiano Ronaldo y no es así. No lo es para nada, porque sale de Brasil, porque viene de las favelas, porque ha tenido que pasar por muchas cosas para llegar donde está ahora y encima siendo mujer”, destaca Vero Boquete. “Y por eso su compromiso social es aún mayor. Ha pasado de la pobreza máxima a ser el mayor icono de Brasil”, añade.

“Siempre ha estado peleando por las mujeres, para conseguir mejoras, igualdad, tanto en Brasil como fuera. Es consciente de que tiene el mayor altavoz posible y lo ha sabido usar para reivindicar la igualdad. Siempre ha estado para lo que se necesita”, cuenta Boquete recordando que Marta es embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres. La nombraron el año pasado. Son amigas y la describe como una persona muy sensible y cercana. “Se emociona cada vez que recuerda sus inicios”.

Incluso la madre, convencida de que el fútbol era cosa de hombres, acabó rindiéndose al carácter y la obstinación de su hija. También sus hermanos, que cuando eran pequeños no querían que jugara con ellos. “Están orgullosos de mi lucha desde que era pequeñita para llegar hasta aquí. Yo realmente he conseguido hacer lo que siempre he querido hacer. No gano lo que gana un hombre, pero la cosa ha mejorado. Mi familia y yo tenemos muchas cosas que no teníamos hace 20 años. ¡Ahora podemos comer todos los días!”, contaba hace tan solo dos años en una entrevista a EFE. “Mi historia de vida, de lucha, de perseverancia, de voluntad me convierte en un gran ejemplo. Eso, realmente, es lo que hace que me sienta más orgullosa”. Este martes dio un paso más. La máxima goleadora en la historia de los Mundiales es mujer.