Messi, durante el Girona-Barça. SERGIO RUIZ PRESSINPHOTO/GTRES

“¡Que sea lo que Dios quiera!”, se escucha en los distintos foros azulgrana de Barcelona. Y Dios en el Barça es Leo Messi. Atiende la hinchada, el equipo y el club al deseo del 10. “Va a ser duro. No es fácil levantar un 2-0 y menos contra el Sevilla, que es un gran equipo, con jugadores muy buenos y rápidos, dispuestos a salir bien a la contra”, afirmó el rosarino en público en la gala de Mundo Deportivo después de ser premiado como el mejor jugador de LaLiga 2017-2018. “Vamos a necesitar de lo mejor de nosotros y de la gente para levantar la eliminatoria, añadió. “Nosotros queremos pasar y pelear también por la Copa”.

Messi tocó a rebato el lunes por la noche y el martes por la mañana ya empezó la campaña por una remontada en la que muy pocos barcelonistas reparaban desde que el fallido partido de ida acabó con 2-0 en contra y una sentencia de Piqué: “Y si no puede ser, otra vez será”, una declaración que recogía el sentir general de la directiva y la plantilla para no desgastarse en la Copa si la aspiración es defender el liderato de la Liga y aspirar a ganar la Champions. Necesita el Barça de retos, mayúsculos a poder ser —ninguno como el europeo— y menores también, como la Copa.

Messi toca a rebato Valverde: “El partido con el Sevilla es un reto”
A los futbolistas les ha molestado que se les acuse más o menos de jugar a la carta y mostrar un cierto desdén por una competición que dominan con 30 títulos y 22 eliminatorias ganadas desde que cayeron en 2012-2013 con el Madrid, como si la Copa hubiera sido la culpable de su dolorosa caída de Roma. Nadie sabía muy bien cómo se iba a tomar el barcelonismo el partido de vuelta en el Camp Nou (este miércoles, 21.30, TVE1 y Gol). Hasta que compareció Messi y se puso del lado de Ernesto Valverde, que insiste en la necesidad de ganar, de conquistar títulos, de pelear por una Copa que le tiene ganado el corazón desde sus tiempos en el Athletic.

La declaración del 10 invita al técnico a apostar por una formación más competitiva que en la ida, especialmente en la delantera, después de que en el Pizjuán formaran Malcom y el debutante Boateng. Valverde le ahorró a Messi el viaje Sevilla, igual que pasó en la anterior ronda con el Levante, y ahora se supone que, al igual que entonces, recuperará al rosarino este miércoles en la vuelta en Barcelona. Ahora hay que esperar a conocer cuál será la versión de Messi.

Hay datos contradictorios en las actuaciones del capitán del Barça. A veces se le recuerda que participa poco del juego —ante el Eibar tocó 26 veces la pelota por 41 de Ter Stegen—, y en ocasiones se le cuentan los kilómetros para intentar demostrar que corre menos que el portero, sobre todo cuando pierde el Barça. Ya se sabe que descansa en el campo y se activa cuando considera que es su momento, como pasó el domingo en Girona con el 0-2.

Ya suma 19 goles en 19 partidos de Liga, líder del pichichi y de la Bota de Oro, después de haberse perdido solo dos encuentros por la lesión en el codo que sufrió precisamente contra el Sevilla en una caída ante el Mudo Vázquez en el duelo liguero de octubre. A sus 31 años, Messi está en racha —ha marcado o asistido en los últimos 15 partidos— y su blanco preferido es el Sevilla: 32 goles en 35 partidos, uno en la Copa.

Aunque el Sevilla es un equipo especialmente fuerte a doble partido, sus enfrentamientos con el Barça no le son precisamente favorables: ha ganado cuatro de los 12 cruces en la Copa y ha perdido las últimas cinco finales con el Barcelona. “Yo no les voy a decir a los jugadores que salgan ni cagados, ni acojonados, ni acobardados”, respondió su entrenador, Pablo Machín. “Si no hacemos más es porque no nos dejan. Vamos a dar la cara e intentaremos marcar”, añadió el técnico, que no podrá disponer de varios jugadores por lesión, sobre todo Navas. A favor del Sevilla juega el marcador, su versatilidad y también su competividad, así como el factor Sarabia, un jugador que ya le ha marcado tres tantos al Barça.

No se espanta Machín mientras se anima Valverde con la complicidad de Messi. “Sabemos que cuando el partido lo requiere el equipo siempre da un paso adelante”, afirmó con solemnidad antes de convocar al plantel profesional sin ningún jugador del Barça B. “El fútbol está hecho de grandes momentos y de grandes partidos”, enfatizó. “Vamos a intentar ser protagonistas de uno de ellos ante el Sevilla”.

Al entrenador azulgrana le preocupa que el equipo se desordene y caiga en el intercambio de golpes, terreno en el que el Sevilla marcó diferencias en Nervión. “Si atacamos bien, defenderemos mejor”, resaltó, un plan que precisa de Messi. El 10 prefiere jugar por detrás de un delantero centro, ninguno tan cómplice como Luis Suárez, o requiere de un extremo que le tire desmarques, pocos tan atrevidos como Dembélé. Ocurre que el francés está lesionado y se duda sobre la participación de Luis Suárez. El uruguayo necesita dosificar sus esfuerzos para combatir su dolor en las rodillas y después de ser titular en Montilivi se duda sobre su presencia ante el Sevilla.

El calendario de Liga se presenta tan exigente como los cuartos de la Copa. Los azulgrana reciben el sábado al Valencia y el domingo siguiente visitan San Mamés. Valverde, por tanto, deberá medir muy bien la alineación que dispone este miércoles en el Camp Nou y qué delanteros acompañan a Messi. Al vestuario le ocupa especialmente reanimar a Coutinho, apocado en cuanto falla una ocasión, menos participativo y efectivo: su último gol en Liga se remonta al clásico y en la Copa transformó el penalti provocado por Denis Suárez en la cancha del Levante. “Me gusta porque siempre se atreve, enfrenta al contrario”, insiste Valverde, después de conversar con Coutinho. El brasileño mezcló bien con Messi al comienzo del partido de Girona mientras que el 0-2 se gestó en una combinación del 10 con su socio Jordi Alba. El rosarino escuchó pitos después de interceder ante el árbitro para que expulsara a Bernardo.

Una situación tan nueva como la que se le plantea ante el Sevilla. Aunque funcionó bien cuando el argentino cayó lesionado, el Barça ha ganado 11 de los últimos 14 partidos, los que jugó Messi —en su ausencia empató con el Tottenham (participó unos minutos por Munir) y perdió con el Levante y el Sevilla—. La alineación del 10 acostumbra a ser sinónimo de victoria; no se sabe si también de remontada; de momento ha anunciado que quiere también la Copa y ha tocado a rebato para este miércoles en el Camp Nou.