El Águila Azteca no es capricho de nadie. Foto: AP.

Washington, D.C— Si el Congreso de la Unión no cambia los lineamientos para decidir y entregar el Orden del Águila Azteca, mejor que desaparezca. No es posible que se siga devaluando para satisfacer agendas personales y pagar favores políticos como ocurrió en el sexenio pasado. El uso y abuso del premio, creado para reconocer a extranjeros que han destacado por sus servicios a México, tocó fondo con la insólita premiación de Jared Kushner, yerno y asesor de Donald Trump. Fue el último acto con el que Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray cerraron la ignominiosa comedia sexenal.

Condecorar a Kushner—sin importar el rechazo unánime de la opinión pública mexicana–no sólo fue un agravio a un símbolo patrio sino un riesgo potencial para la seguridad nacional y la imagen de México en el extranjero. Según los servicios de inteligencia estadounidenses, funcionarios extranjeros más hábiles que Kushner aprovecharon su credulidad y novatez para arrancarle concesiones contrarias al interés estadounidense. Ha sido y siguen siendo fácil blanco de la manipulación. Kushner puede terminar siendo acusado de traición a Estados Unidos y Videgaray de testigo en su juicio.

Según fuentes diplomáticas estadounidenses que por ahora no puedo nombrar, Videgaray—cuya habilidad y astucia pocos disputan–mesmerizó a Kushner. No hubo, me dicen, casi nada que Videgaray sugiriera o propusiera en la treintena de viajes a Washington que hizo, la mayoría secretos, que no deslumbrara al neófito riquillo, vástago de una familia neoyorquina del sector bienes raíces venida a menos. Alarmados funcionarios estadounidenses de mayor rango y experiencia le explicaron, más de una vez, que un Canciller mexicano, por más brillante que parezca, no puede, ni debe, dictar la política exterior de Estados Unidos.

La fascinación de Kushner por su ídolo mexicano fue lastimosamente patente en su mensaje de agradecimiento por el Águila Azteca el 30 de noviembre en Buenos Aires. Tras agradecer a “mi amigo Luis”, dijo: “En el transcurso de los dos últimos años he observado en Washington a muchos diplomáticos extranjeros tratando de determinar cómo navegar por la Administración Trump y cómo tener éxito para alcanzar sus metas. No puedo imaginar ningún otro diplomático extranjero que haya sido más exitoso que Luis, y que haya sido más apreciado y respetado por toda la gente en Washington que Luis…“. Dirigiéndose a “Luis“, concluyó con una reprimenda a los mexicanos: “Espero que algún día el pueblo mexicano aprecie plenamente el extraordinario trabajo que has hecho, como nosotros, porque creo que verdaderamente ayudaste a hacer algunas cosas increíbles” (Youtube, 30/11/2018).

El inminente ascenso de los demócratas al liderazgo de la Cámara Baja son nubarrones que vaticinan tormenta para Kushner. La oficina del congresista Eliot Engel, próximo líder de la Comisión de Asuntos Exteriores, informó que se abrirá investigación sobre la política de Estados Unidos hacia Arabia Saudita y la cercanía de Kushner al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salam (CNN, 10/12/2018). El Congreso buscará corroborar la complicidad de Kushner con bin Salman en el macabro asesinato de Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post, en el Consulado saudí en Turquía en octubre.

La minuta de la sesión de tortura y asesinato registra los gritos y jadeo de Khashoggy, ruidos fuertes de la sierra eléctrica que usaron para descuartizado y hacerlo picadillo, y voces del escuadrón de asesinos enviado por bin Salam (CNN, 10/12 2018). El texto no deja lugar a dudas que fue un acto de Estado deliberado y planeado por el amigo de Kushner.

La mezquindad de Kushner llegó al extremo de instruir a bin Salam sobre cómo eludir su culpabilidad por el espantoso homicidio (The New York Times, 08/12/2018). Su complicidad en el intento de encubrimiento es un acto de traición a su país y una señal de obcecación moral.

Otra vergüenza para México puede derivar de la implicación del premiado por Videgaray en la investigación del Fiscal Especial, Robert Muller. No se descarta que el esperado informe de Mulller confirme que Kushner fue parte de la colusión criminal con los rusos que ayudó a Trump ganar la presidencia.

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En medio de la indignación por la entrega del Águila Azteca a Kushner, hubo voces en el Congreso que propusieron modificar el mecanismo mediante el cual se otorga. Urge retomar el debate. El fortalecimiento de los controles para su entrega debe empezar con la decisión de quitarle a Kushner un premio que no merece. No es un acto inaudito. Sucede en las Olimpiadas y concursos de belleza cuando se descubre que el seleccionado no cumple los requisitos.

No podemos desinvitar a Trump a Los Pinos ni revertir la humillación de haberlo tratado como dignatario después de insultarnos, pero sí podemos despojar al yerno del Águila Azteca. Es hora de empezar a saldar cuentas con Videgaray. El Águila Azteca no es capricho de nadie. ¿Es necesario una consulta popular? Venga.

Twitter: @DoliaEstevez