Martí Soler Vinyes (Barcelona, 1934-2018)

CIUDAD DE MÉXICO.- Con el fallecimiento de Martí Soler Vinyes (Barcelona, 1934-2018), México perdió ayer a una leyenda de la edición: al traductor y poeta ligado al exilio y a la memoria, al constructor de editores que asumió con maestría desde el uso del linotipo hasta la edición digital, al heredero de Arnaldo Orfila, Alí Chumacero y Joaquín Diez-Canedo Manteca, al editor consagrado que ya ocupa un sitio histórico en la edición de libros en México.

Soler perteneció a la cuarta generación de escritores exiliados de origen catalán; fue uno de los principales colaboradores del Fondo de Cultura Económica (FCE) y en su historia cuidó más de mil 200 libros como editor.

Martí Soler falleció la madrugada de ayer, posiblemente a causa de un paro cardiorrespiratorio, en su casa de Tlalpan. Por la tarde, sus restos mortales fueron llevados a los Velatorios del ISSSTE de San Fernando, en Tlalpan.

En entrevista con Excélsior, el escritor Pablo Soler Frost -hijo del editor y poeta- reveló que la muerte de su padre fue inesperada. “Todavía ayer le pregunté si quería ir a un hospital y me dijo que no. Y así mantuvo la costumbre familiar de morir en casa y no en los hospitales”.

Adelantó que hoy sus restos serán cremados y sus cenizas depositadas en el nicho familiar que se encuentra en la parroquia la Esperanza de María, por Perisur, junto a los restos de su madre Elsa Cecilia Frost. Y detalló que la biblioteca del maestro de editores será resguarda por él y sus dos hermanos, Ana y Jaime.

Soler nació en Gavà, Barcelona (España), donde cursó sus estudios primarios. Tras la Guerra Civil española, emigró a México con su familia y, en 1959, empezó a trabajar en el FCE como técnico editorial, y permaneció allí hasta 1966, momento en el que ocupaba el cargo de secretario de producción.

Entre 1966 y 1993 fue secretario de producción, gerente de producción, director de ediciones, subdirector general y director ejecutivo de Siglo XXI Editores.

En 2003 se reincorporó al FCE como titular de la unidad editorial; en 2007 se hizo cargo de la gerencia de producción y, desde 2009 y hasta muy recientemente, de la generación editorial. Entre las responsabilidades del editor, traductor y poeta catalán estuvieron la actualización del catálogo histórico del FCE y la publicación en formato digital de una historia gráfica de la institución.

Fue secretario de redacción de la revista Pont Blau y director de la revista del Orfeó Catalá, y colaborador en Cuadernos del Viento, Diálogos, Plural, en la Gaceta del Fondo de Cultura Económica, y de los suplementos El Gallo Ilustrado y Sábado, entre otros.

Y, como un reconocimiento a su trayectoria, recibió la Condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca en el grado de Insignia, en 2006, por su reconocida trayectoria.

ACTITUD CRÍTICA
En palabras de Pablo Soler Frost, el autor del poemario Variaciones de voz y cuerpo aprendió en México el oficio de editor. Además, fue un hombre sensible al tema de las dictaduras militares, como sucedieron en Uruguay, Chile y Argentina, que destruyeron prácticamente la vida intelectual de esos países.

En un conteo a vuelo de pájaro, calculó que su padre debió cuidar y curar poco más de mil 200 libros, entre los que destacó la edición del Catálogo de nombres vulgares y científicos de plantas mexicanas, de Maximino Martínez, y las obras completas de Francisco Hernández de Toledo, que fuera el médico de Felipe II.

También habló un poco sobre la relación intelectual que don Martí sostuvo con él, que “siempre fue de absoluto respeto hacia mí, mis hermanos y con la gente en general; a él no le gustaba imponer su punto de vista, porque siempre predicaba con el ejemplo y no con la palabra”, explicó el autor de Vampiros aztecas y Europa y los faunos.

Y, aunque siempre mantuvo una actitud crítica respecto de la obra literaria de su hijo, “creo que guardaba una alegría de que yo siguiera la estela que dejaron él, mi mamá y mi abuelo, quien fue historiador en el seno de una familia obrera”, añadió el narrador Pablo Soler.

UN ERUDITO ACUCIOSO
Por su parte, el también poeta y editor Jaime Labastida dijo a Excélsior que Martí Soler fue un editor excepcional que sólo podría compararse con el trabajo que ha realizado el poeta y editor Alí Chumacero, por su capacidad para resolver problemas editoriales.

Recordó que Soler fue quien editó sus poemarios en el FCE y su libro de filosofía Producción, ciencia y sociedad: Descartes desde Marx, y destacó su paso como fundador de Siglo XXI y en El Colegio de México, así como de su editorial Libros del Umbral.

Martí Soler fue un excelente editor en lengua española, aunque su lengua materna era el catalán. Él conoció perfectamente el español y tenía un ojo clínico para hacer las ediciones. ¡Era magnífico!”, destacó.

Por su parte, Joaquín Diez-Canedo Flores, quien colaboró con Soler a principios de 2005, lo definió como “un maestro que lo sabía todo en el tema de la edición, un editor acucioso, bien informado, erudito y buena persona que siempre tuvo un gran sentido de la colaboración”.

En 2005, Consuelo Sáizar -entonces directora del FCE- lo invitó y ahí trabajamos juntos. Luego se quedó cuando estuve como director y no sólo fue importante contar con un editor de cepa y de gran sabiduría, sino con una persona a la que le interesaba la cultura mexicana, la poesía, los poetas catalanes que vivían en el exilio; él mismo era poeta, cantaba, le gustaba la música y disfrutaba la familia, con su primera mujer, Elsa Cecilia Frost, y sus hijos. Fue un hombre muy cabal”, agregó.

¿Qué le mostró en todo ese tiempo?, se le preguntó. “El respeto a la obra y la responsabilidad de hacer una versión digna de ser reproducida; a preparar un original para imprenta con las tecnologías que había, desde el linotipo hasta la edición digital, siempre con mucha responsabilidad al verificar los datos, el uso del lenguaje y el contacto con el autor”, concluyó el ahora director de Fomento Editorial de la UNAM.