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Una ingeniosa publicidad de una marca de televisor argentina, anunciaba que por primera ocasión iban a poder ver un Mundial en sus casas con transmisión vía satélite, el de México 1970. Y así fue, la expectación inundó los hogares aquel domingo 31 de mayo, día en el que se inauguró el torneo, al que, irónicamente, no se clasificó la selección albiceleste.
Las acciones de los juegos de la Copa del Mundo se pudieron seguir a nivel global y por pimera vez en color, gracias al trabajo técnico de la señal que se generó desde Tulancingo, Hidalgo, y que por mucho tiempo fue conocida como la Ciudad de los Satélites.
La experiencia adquirida dos años antes, durante los Juegos Olímpicos de México, fue clave para trazar los trabajos de producción en el máximo evento de futbol.
En 1967, México se convirtió en miembro de la Organización Internacional de Satélites de Telecomunicaciones, organismo que se creó con el objetivo de apoyar en la emisión de señales de radio y televisión, incluso a los lugares más remotos.
Se analizaron varias situaciones para elegir un terreno ideal desde el que se generaría la señal. El objetivo es que tuviera una buena altura para evitar inundaciones, un clima seco para que los equipos no se dañaran con la humedad y por supuesto cercano a la Ciudad de México. Así fue que designó a Tulancingo para establecer la conocida como Estación Terrena.
El 10 de octubre de 1968, dos días antes del inicio de los Juegos Olímpicos en el terreno de 48 hectáreas quedó instalada la primera antena parabólica, fabricada en Japón y que tenía una altura de 48 metros, con un diámetro de 32 metros de diámetro y 330 toneladas de peso. Ese mismo artefacto fue el que se utilizó para el Mundial de 1970.
La Torre Central de Comunicaciones ubicada en el edificio conocido como de la SCOP en la colonia Narvarte, también jugó un papel clave para las trasmisiones. De ahí se generaba la señal microondas la cual era enviada a la antena en Tulancingo, la cual estaba orientada al satélite INTELSAT III, ubicado a 36 mil kilómetros de altura sobre el ecuador en la zona del Océano Atlántico y de esta forma fue como se generó la señal para millones de telespectadores en todo el mundo, primero para los Juegos Olímpicos y luego para el Mundial de 1970.
La carrera como jugador de Cesc Fàbregas
En su edición del 31 de mayo, Excélsior informó que el ingeniero Roberto Kenny estaría a cargo de las transmisiones de televisión. En el Estadio Azteca se colocaron seis cámaras, ubicadas estratégicamente para la transmisión de los juegos y se contaba con una cabina matriz, que era la que enviaba la señal a la Torre Central de Telecomunicaciones.
Para la transmisión en México estuvieron en los comentarios de la inauguración Paco Malgesto, Fernando Marcos, Gustavo Calderón y Ángel Fernández.
El Periódico de la Vida Nacional publicó en su portada que: “Ante la mirada de 700 millones de personas empieza el Mundial”.
La nota informaba que, por medio de dos satélites, serían 500 millones de televidentes en Europa y otros 200 en América, una cifra total que marcaría un récord para Mundiales de futbol.
También se enviaban diariamente videotapes por la vía área a 16 países, que no contaban con los adelantos técnicos, con el objetivo de que se pudieran observar algunos encuentros de manera diferida.
El Mundial de México 1970 marcó un hito histórico en cuanto a las transmisiones por televisión, las cuales, 55 años después, se ha convertido es un gigante que genera miles de millones de dólares.