
Ante la ley, todos los ciudadanos son iguales. Y con la elección judicial pasó lo mismo, pues la confusión y el desconocimiento no perdonaron edad ni clases sociales en la jornada electoral.
Es mediodía en la colonia Del Valle, esa que el autor de la reforma judicial, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, calificó como zona de “clase media, y aspiracionistas a fifís”.
Aunque sus calles son pulcras, también cuelgan lonas que convocan a votar, con colores alusivos al partido Morena. Las respetaron; los pósteres fueron arrancados.
En la calle Fresas, la casilla electoral luce vacía, pero con mini servicio de café Starbucks. Héctor Vázquez, escrutador, aceptó el cargo para “observar el fraude electoral”, dice a El Financiero.
Leilany, de 34 años, llega acompañada, pero el sujeto que viene con ella ni se acerca a la casilla.
“No tengo un conocimiento profundo del Poder Judicial. Entré al Conóceles, me pareció una plataforma poco amigable”.
Al preguntarle sobre las especialidades de los magistrados por los que votó, expresa que no las recuerda.
Su vecina Angélica Villagómez, de alrededor de 60 años, dice estar de acuerdo con la elección porque el Poder Judicial “está tomado por grupos de poder”. Investigó a los candidatos, pero no sabe decir qué tipo de “¿magistrados?”.
Su voto fue “un poco sí al azar”, sobre todo para los cargos locales de la capital.
En las casillas del Centro Urbano Miguel Alemán, una de las votantes comparte una fotografía de su boleta de juzgados de la Ciudad de México, en cuyos recuadros marcó caritas tristes.
¿Cómo votaron los mexicanos en la elección judicial?
Pasó la hora del brunch y ni así había gente en la casilla de la calle Patricio Sanz, aunque la presidenta Miriam Poisot, quien comenta que está a favor de la reforma judicial, refiere que “ha estado tranquilo, pero con flujo constante”. Tan tranquilo que uno de los funcionarios de casilla hasta se pone a echar novia.
“¡Con calmita, carnal; no hay prisa!”, “¿Usted conoce todos estos nombres?, que sea lo que Dios quiera”, son las conversaciones que se oyen entre vecinos de mampara en la colonia Presidentes de México, Iztapalapa, y donde René Bejarano, uno de los mayores operadores de Morena, tiene presencia.
Con sinceridad llegó un votante. “Una persona dijo: traigo esto, cómo le puedo hacer, ahora qué hago”, cuenta Salvador Méndez, presidente de la casilla 2672.
Se trata de “mi pequeño acordeón para que avance la ‘cuarta transformación’”, como dice el folleto blanco que contiene sugerencias de candidatos a ministros.
Encabezan la lista Lenia Batres, seguida de Mario García Guerra, y al último, Yasmín Esquivel.
“Que no te cuenten fregaderas, chingate (sic) diario las mañaneras”, se agrega en el folleto.
Llegó otro más sofisticado. Literal, acordeón dobladito y con la paleta de colores de cada boleta.
“El señor declaró que él era morenista, y le dije que podía votar por quien quisiera, pero esto no estaba permitido”, dijo el funcionario que recogió los materiales.
A contraesquina del Reclusorio Oriente se ubica otra casilla. Tres personas esperan su turno para votar en una elección que –peculiarmente y bajo el pretexto de la austeridad– quitó el derecho a sufragar a las personas en prisión preventiva, esas que se supondría estarían interesadas en incidir en la elección de jueces.