
Entrampado en su telaraña de insostenibles aranceles, a la baja en su popularidad que creía blindada, confrontado de manera escandalosa con el tecnólogo supermillonario que le resultó respondón, caricaturesco responsable de una creciente incertidumbre entre su erosionada base electoral, Donald Trump, y/o los poderes de halconería que lo acompañan han desatado acciones de violencia (contra los migrantes, sobre todo en Los Ángeles, California) y han hecho comentarios y expresiones ante situaciones críticas internacionales (contra Petro, en Colombia, por ejemplo), en un ajetreo de intereses que zarandea el aparato institucional de Estados Unidos y pone en peligro varios puntos del orbe.
A la hora de cerrar esta columna crecían las protestas violentas en Los Ángeles, California, considerada la segunda ciudad con más mexicanos, contra las redadas de migrantes (no sólo con situación documental irregular). Trump, que había anunciado durante su campaña presidencial, y luego ya en su segunda estancia en la Casa Blanca, que haría redadas de magnitud histórica, incrementó el acoso a los migrantes justamente en el contexto referido en el anterior párrafo de este texto, al grado de generar una fuerte reacción que anoche llevó a voces desesperadas del trumpismo a pedir la entrada en acción de los marines contra la rebeldía desplegada mayoritariamente por mexicanos.
Trump había anunciado el envío de dos mil elementos de la Guardia Nacional, a pesar de que el gobernador de California, Gavin Newsom, y la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, consideraron tal medida como una provocación que generaría más cólera social. El belicoso presidente de Estados Unidos denegó las peticiones de cancelar el envío de fuerzas federales y el zar de la frontera, Tom Homan, advirtió que el gobernador y la alcaldesa podrían enfrentar arrestos si se exceden.
Las políticas antimigratorias de Trump han llegado a un punto de conflicto extremo en Los Ángeles por el número de mexicanos que ahí residen, por el persistente recuerdo de los mexicanos de que esas tierras fueron robadas por Estados Unidos y porque la respuesta tiránica de Trump y sus halcones contra los migrantes pretende ignorar y mal pagar la contribución de millones de mexicanos, a través de muy largo tiempo, para proveer de servicios y mano de obra a la economía estadunidense.
La presidenta Sheinbaum ha subido el tono en defensa de esos mexicanos en Estados Unidos. Pero es probable, sobre todo a partir del grado de violencia que el trumpismo desate sobre los rebeldes de Los Ángeles, que, a diferencia de lo sucedido en temas arancelarios y de crimen organizado, ahora no sea suficiente ceder, eludir o solo hacer declaraciones.
En Colombia, en tanto, el secretario de Estado, Marco Rubio, no esperó a que hubiera ciertas diligencias forenses mínimas para expresar su sentencia verbal contra el presidente Gustavo Petro a causa del atentado contra Miguel Uribe Turbay, senador y candidato presidencial de derecha, a quien un tirador de corta edad, un niño, colocó en una situación de extrema gravedad. Rubio se precipitó, poniendo de manifiesto una urgencia política, al asegurar que el atentado fue resultado de la violenta retórica izquierdista que proviene de los niveles más altos del gobierno colombiano. Los halcones quieren tumbar a Petro, o cuando menos impedir la continuidad de la izquierda en el poder.
En Argentina, mientras tanto, el peón de Washington, Javier Milei, dictó personalmente las directrices, junto con la jefa policiaca federal, para detener a uno de sus principales opositores, Juan Grabois (luego liberado). Y la Flotilla para la Libertad de Gaza, que navegaba con la intención de llegar a esta franja, fue impedida de continuar por representantes de Israel que abordaron la embarcación y habrían secuestrado a los activistas.
Y, mientras Andy ha cometido el error, estigmatizante, bumerán hasta en un salón escolar, de pretender que no le llamen Andy, ¡hasta mañana!
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