
Con sus calles llenas de turistas y procesiones, con su ritmo agitado de capital italiana, Roma se apresta a celebrar, una vez más, un rito de hace casi 800 años.
Fue en Viterbo, Italia, en 1268, cuando tuvo lugar el cónclave más largo de la historia: dos años y nueve meses de duración. Registran las crónicas que los ciudadanos de Viterbo, desesperados, secuestraron a los cardenales, los encerraron bajo llave (de ahí lo de cónclave), les retiraron el techo de la estancia cerrada donde se reunían –los dejaron sin techo, al aire libre– y les fueron racionando la comida.
De esa forma ejercieron presión, casi tortura, para forzarlos a elegir a un pontífice.
Estaban enfrentadas las facciones francesa e italiana, y no conseguían ninguna por su cuenta la mayoría necesaria para elegir a un nuevo papa.
El supremo pontífice electo de tan prolongado encierro fue Gregorio X, poniendo fin a 10 años de sede vacante: ¡10 años sin papa!
Gregorio X proclamó la Constitución Ubi Periculum, que estableció las bases reglamentadas para la elección del jefe de la Iglesia católica en el mundo.
Existen voluminosos ejemplares sellados por los obispos de Francia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, España e Italia, además de los patriarcas de Constantinopla, Antioquía, más los abades de las tres órdenes clericales que dieron fe y avalaron el procedimiento.
Ese cónclave de Viterbo del siglo XIII generó los ritos del cónclave actual, que presenciaremos a partir de este miércoles 7 de mayo.
En Roma todo es ebullición y movimiento: preparativos en la Capilla Sixtina, mesas, misales, estufa –para el quemado de papeletas que genera el célebre humo, mediante el cual se anuncia al mundo la elección del nuevo papa–. Todo listo.
Los cardenales se dejan ver por las calles cada vez menos: son perseguidos y acosados por los periodistas que los interrogan a mansalva: ¿Será corto o largo, eminencia? ¿Ya tienen los perfiles de los favoritos? ¿Tiene usted uno?, y más interrogantes que los príncipes de la Iglesia no pueden responder.
Nada de lo que saben, pueden compartirlo con el público en general, a pesar de que el voto de silencio se realiza a la entrada a la Capilla Sixtina e inicio del cónclave.
Pero de todas formas no pueden afirmar nada. Nadie sabe cuánto durará, aunque las últimas normativas (Universis Dominis Gregis) y la propia de Sanctae Marthae establecen días de trabajo, votos, escrutinios y jornadas de descanso cada cuarto día.
El cardenal camarlengo (oficial de Cámara, en latín) Kevin Farrel, irlandés de origen naturalizado americano, realizó ayer lunes el sorteo para las habitaciones en la residencia de Santa Marta y hospedar a los 133 cardenales electores.
No son todos los que están (en total 179), pero son los que, por edad, tienen derecho a entrar al cónclave, votar y ser votados.
Ha habido en total 10 reuniones de congregaciones generales en esta semana de luto papal, los encuentros previos en el Salón del Sínodo, donde hablan, discuten y se escuchan unos a otros. Empiezan a perfilar aquellos cuyos postulados puedan ser de interés y captar la atención de cada uno.
Hoy sabemos que el cardenal Bergoglio, de Argentina, pronunció un discurso potente de cinco o seis minutos, improvisado, en el cónclave de 2013 que, a juzgar por su elección como Francisco I, resultó de impacto entre los cardenales.
Hoy el cónclave es muy distinto a los de la antigüedad (Vitervo congregó a 20 cardenales). El que iniciará mañana será mucho más diverso, plural, con representación de prelados provenientes de 94 países, incluyendo a Timor Oriental, Mongolia, Malasia, Guinea, Filipinas y muchos otros. Un retrato de la globalización contemporánea.
Pero esa misma fortaleza es una ambigua debilidad, porque no se conocen. No se han visto, nunca han convivido y sólo tienen referencias lejanas.
¿Cuántos días dura un cónclave?
Las congregaciones cumplen la función de escucharse, conocerse y confrontarse. Buscar la unidad de la Iglesia en un mundo secularizado, dominado por el consumismo y el hedonismo.
Tan sólo el pasado lunes, en la congregación matutina hablaron 26 cardenales, y otros tantos lo hicieron por la tarde.
Los temas abordados, desde el rol de la mujer, la unidad de una Iglesia fragmentada en un mundo dividido, las vocaciones, la familia y la evangelización.
Cada uno tiene sus propias preocupaciones y las somete a la discusión y consideración de sus pares.
Este martes será el registro en la residencia, el inicio del aislamiento del mundo, la entrega de sus dispositivos móviles y todo lazo con el mundo.
El cónclave más largo en un siglo tuvo lugar en 1922: la elección de Pío XI, que se extendió por cinco días. Los siguientes cónclaves en 100 años –siete en total– tuvieron un promedio de dos a tres días.
Veremos si la división interna y las visiones confrontadas logran encontrar un punto de equilibrio.