Falsos bríos opositores “antifraude”.

Julio Hernández López | Astillero

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– Buscan lavarse la cara.
– Xóchitl mejor regresa al escaño.
– De la O y De la Fuente: no se asusten.

Una de las características de la derrotada coalición xochitleca fue la indefinición, no sólo en los terrenos ideológico y programático sino, de manera marcada, en lo operativo, en el posicionamiento cotidiano: je, je, ji, ji.
Ayer, a unas horas de que se iniciara el recuento distrital de votos en todo el país, Gálvez y algunos personajes destacados de Fuerza y Corazón por México volvieron a mostrar incongruencia o, cuando menos, inconsistencia. Pasaron, como si nada, de la beligerancia en las dominicales horas previas a la declaratoria de resultados que hizo la presidenta del Consejo General del INE, Guadalupe Taddei, a la aceptación civilizada de dichos resultados ya en minutos del lunes, hasta llegar a la retoma este martes del hacha guerrera que habla de fraude electoral y perfila impugnaciones judiciales no esperanzadas en anular la elección como en desgastar a la triunfadora.

La misma Xóchitl Gálvez asumió este martes dos posturas relativamente contradictorias: por una parte volvió a la narrativa del pasado recentísimo, al hablar de fraude electoral, narcopolítica y piso disparejo, aunque al mismo tiempo decidió repartir su tiempo de beligerancia con las tareas del Senado, pues decidió volver a esta cámara como si a fin de cuentas las magnas tareas de salvar a la patria de una dictadura hipotética no requirieran de tiempo completo, sin devaneos y dietas en una Legislatura ya en liquidación.

La reanimación combativa de los liderazgos de la coalición xochitleca trata de lavarles la cara ante las duras críticas, incluso de traición, que les han enderezado algunos seguidores de sus propuestas electorales, inconformes con que se hubiesen mantenido tan comprensivos ante el cantado triunfo de Sheinbaum, Morena y sus aliados.

Valiéndose de algunas diferencias o aparentes anomalías encontradas en documentación electoral, los derrotados de este domingo están armando una efervescencia declarativa con aires de resistencia civil en camino o, cuando menos, de una ruda pelea en instancias electorales. Lo cierto es que, cuando menos en lo relativo a la Presidencia de la República, la diferencia porcentual es tan amplia que casi imposible resultaría remontarla mediante recuentos distritales. En realidad, Xóchitl, ya desde su escaño que ocupará tres meses, y Alito, Marko y Chucho, a sabiendas de que ocuparán su asiento senatorial por seis años, solamente quieren aparentar una feroz defensa del voto para eludir las críticas y allegarse material para declaraciones mediáticas.

En el flanco del claudismo triunfador (el otro claudismo, el X., va desinflándose a toda velocidad) hubo ayer dos operaciones en busca de recuperar la confianza que empresarios y grandes capitales amagan con regatear a la inminente presidenta. Un toquecito de advertencia en los terrenos de la paridad cambiaria y la Bolsa Mexicana de Valores llevaron al secretario de la transexenalidad hacendaria de duración indefinida, Rogelio Ramírez de la O, a buscar la manera de tranquilizar a los tentativamente insurrectos: mensajito a la prensa, sin preguntas, por aquí; fotito con Sheinbaum por allá, y sepan, señores empresarios, que la política económica seguirá siendo esencialmente amable con los grandes capitales; no se asusten.

En ese esfuerzo de tranquilizar a las buenas conciencias apareció Juan Ramón de la Fuente, personaje destacado durante el zedillismo (secretario de Salud y rector de la UNAM, responsabilizado de la entrada de la policía federal para terminar con una larga huelga universitaria) y mejor tratado por la 4T en este sexenio que por otros partidos en los años posteriores a su fulgor zedillista.

La designación de De la Fuente como coordinador del equipo claudista de transición tiene como propósito subrayar que no se pretenden radicalismos: Juan Ramón es un político institucional, hecho en el sistema político anterior, enviado este sexenio a cargos diplomáticos y, ahora, portador de un mensaje de suavización para clases socioeconómicas medias y altas: no se asusten 2. ¡Hasta mañana!

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