Foto: Cortesía Miguel Schumman/ Fotoarte: Erick Zepeda

CIUDAD DE MÉXICO.- Un domicilio ubicado cerca del exconvento de San Juan Evangelista en Culhuacán, construido sobre los terrenos donde, según la historia oral, fueran sepultados infinidad de bebés y, en la época prehispánica, había una pirámide, es el protagonista de la nueva novela de la escritora Sandra Becerril (1980), El silencio de todos los muertos.

La primera mexicana en escribir para los maestros del terror de Hollywood, como Stephen King, y una de las pocas mujeres que explora el género del thriller, confiesa en entrevista con Excélsior que ésta es su obra más personal, porque “tomé varios pasajes de mi niñez, del lugar donde vivía y donde estudié y de algunas personas que conocí. Surgieron algunos recuerdos que creí había olvidado”.

La autora de La calle de las brujas (2004), Desde tu infierno (2016) y Tu cadáver en la nieve (2019) comenta que sí existe la casa donde sucede la trama de su novela, que se desarrolla en la década de los 80 del siglo XX, ya que ella vivió ahí durante 15 años, de 1986 a 2000.

Sí pasaban cosas realmente. Por ejemplo, se escuchaba que un hombre roncaba o que arrancaban el tapiz de los muros; se veía que una mujer aparecía en la puerta. Esto sucedía sobre todo en donde había juguetes, aunque los cambiaras de habitación. También llegaban gatos que no cazaban a las ratas, era muy extraño”, cuenta.

La egresada del Centro de Excelencia Educacional y de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) explica que los dueños de la casa tuvieron que rematarla y, quien la compró, la vendió de nuevo a los ocho meses. “La última vez que la visité, se me descompuso el coche enfrente y nunca arrancó, tuve que llamar a una grúa. Siempre me intrigó, por eso la retomé a través de la ficción.

Pero no quería narrar la misma historia de una casa embrujada a donde llega una familia y la asustan los fantasmas, sino que fuera una mansión poseída por entidades oscuras que quieren destruir a la familia, para poder vivir a través de ellos”, agrega Sandra Becerril.

Destaca que investigó mucho antes de escribir El silencio de todos los muertos. “En esta zona de Culhuacán hubo muchas muertes. Las monjas que habitaban el convento, de pronto enterraban fetos en las paredes o en los terrenos aledaños, se cuenta. Además, este lugar fue construido sobre una pirámide. Son diferentes niveles de seres que han estado ahí esperando y alimentándose. Creo que la Ciudad de México está construida sobre cadáveres”.

UNA MIRADA INFANTIL

La historia, ganadora del Séptimo Concurso “Se busca escritor”, que organiza la editorial De Otro Tipo, involucra a una familia que se muda a esta casa y enfrenta el horror y la violencia que generan los muertos que ahí habitan.

El libro inicia con la mirada de una niña que acepta todo lo que está sucediendo a su alrededor. Esto no quiere decir que no le dé miedo, pero se propone salvar a su familia por amor”, detalla.

Quien hizo un diplomado en Literatura fantástica y Ciencia ficción en la Universidad del Claustro de Sor Juana y estudió Novela en la Universidad Iberoamericana indica que su protagonista es una niña fuerte e independiente, que tiene algo de ella misma.

Aunque de niña yo le temía a la oscuridad y que me dejaran sola en la recámara, no podía dejar de ver los espacios oscuros, era una especie de morbo. Me gustaba mucho leer a Horacio Quiroga y ver películas de terror”.

La también guionista y directora de cuatro largometrajes piensa que el terror es el género más entretenido
y divertido.

Disfruto mucho al crear estas atmósferas. Para acercarse al público se necesita un lenguaje dinámico. La estructura no es sencilla, cada capítulo se narra en primera persona desde la voz de cada uno de los personajes. La narrativa debe ser directa hacia el lector”.

Becerril adelanta que está afinando la historia #Loveforever, que saldrá en la plataforma de lectura interactiva Pathbooks, donde los usuarios pueden cambiar a los personajes o el final; y que en cuatro meses publica un texto en la antología Nightmares, en la que se incluyen relatos de Mick Garris, Lawrence C. Connolly y Richard Christian Matheson.