Refugiados etíopes que huyen de la guerra en Tigray esperan a recibir comida en el campo de refugiados sudanés de Um-Rakoba, cerca de la frontera entre ambos países, el pasado lunes.MOHAMED NURELDIN ABDALLAH / REUTERS

La guerra que enfrenta desde hace tres semanas en el norte de Etiopía al Ejército federal contra el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés) llega a su fase decisiva, según las autoridades de Adis Abeba. Naciones Unidas ha alertado sobre “una gran acumulación de tanques y artillería” alrededor de la ciudad de Mekele, capital regional de unos 500.000 habitantes, horas antes de que expire el ultimátum de rendición lanzado por el Gobierno central. Mientras, más de 40.000 refugiados han huido ya a la vecina Sudán y se cree que hay un “masivo desplazamiento interno” de civiles, según Jens Laerke, portavoz de la ONU.

El primer ministro, Abiy Ahmed, ha asegurado este martes mediante un comunicado que “un gran número” de milicianos tigrayanos se estaba rindiendo después de que el pasado domingo lanzara un ultimátum de tres días a los líderes del TPLF para que depusieran las armas. “El camino hacia su destrucción llega al final”, ha advertido Ahmed, “aprovechen la última oportunidad”. Por su parte, el portavoz militar etíope Dejene Tsegaye ha asegurado que sus tropas habían creado un cerco en torno a Mekele y ha pedido a la población civil que saliera de la ciudad. “Sálvense. Han sido dadas las directivas para apartarse de la junta (dirigentes del TPLF) , luego ya no habrá la menor piedad”, ha asegurado.

Sin embargo, en la guerra de propaganda en la que están inmersos ambos bandos desde el inicio del conflicto, el líder tigrayano Debretsion Gebremichael negó el lunes que las tropas etíopes hayan rodeado Mekele y aseguró que no habría rendición. “Somos un pueblo de principios dispuesto a morir para defender nuestro derecho a administrar nuestra región”, dijo a France Presse, manifestando que, en realidad, el Ejército etíope había sido derrotado hasta en tres frentes. Getachew Reda, portavoz de las fuerzas de Tigray, ha asegurado este martes que el TPLF había destruido completamente una división mecanizada de las Fuerzas Armadas federales.

La aparente inminencia de combates en Mekele inquieta a la comunidad internacional. “Tenemos a un coronel etíope diciendo que no habrá piedad. En el otro lado tenemos al líder del TPLF diciendo que están preparados para morir. Esta es la clase de retórica muy preocupante que puede generar serias violaciones del derecho internacional humanitario”, ha asegurado este martes Ravina Shamdasani, portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas. En este sentido, la responsable de esta agencia, Michelle Bachelet, ha instado a ambos bandos “de manera clara y sin ambigüedad” a que respeten la vida de los civiles.

Por otra parte, más de 40.000 refugiados etíopes procedentes de la región de Tigray han llegado a Sudán desde el pasado 10 de noviembre, según ha informado la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur). De ellos, el 45% son menores de edad. La Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés) ha diseñado un plan de acogida para 50.000 personas, pero prevé que se puede alcanzar la cifra de 100.000 en los próximos seis meses si los combates entre ambos bandos en conflicto continúan.

Este martes, la Comisión de Derechos Humanos de Etiopía, dependiente del Gobierno federal, ha avanzado las conclusiones de su investigación sobre la presunta masacre de cientos de personas con machetes y cuchillos cometida el pasado 9 de noviembre en la localidad de Mai Kadra, denunciada en primera instancia por Amnistía Internacional. Según la citada comisión, un grupo juvenil partidario del TPLF llamado Samri fue el responsable de “apuñalar, estrangular, prender fuego y matar a golpes” a al menos 600 personas en función de su procedencia étnica (no tigrayanos) y con la complicidad de la policía local, que rodeó el pueblo para impedir escapar a las víctimas.

El lunes, la cadena de televisión estatal Fana informó de la detención de 796 simpatizantes del TPLF en Adis Abeba ante las sospechas de estar preparando “ataques terroristas” en la capital del país, según informa Reuters.