Manifestantes desafían el toque de queda en Lagos este martes 20 de octubre.BENSON IBEABUCHI / AFP

Al menos unas veinte personas fallecieron este martes en Nigeria en una jornada de graves disturbios y violenta represión de la ola de protestas contra la brutalidad policial que vive este país desde el pasado 8 de octubre. Los incidentes más graves se vivieron en Lagos, la ciudad más poblada, donde las fuerzas del orden dispararon contra un millar de manifestantes que habían ocupado una estación de peaje, tal y como se aprecia en los vídeos difundidos por testigos presenciales. Solo en este incidente falleció una docena de personas, según el periódico local Premium Times. El gobernador había decretado un toque de queda que sigue en vigor. La ciudad ha amanecido este miércoles con una enorme presencia policial en las calles.

La violencia se extendió también por los Estados de Oyo, Ogun, Kano, Edo, Abia y la capital, Abuya, con comisarías de policía atacadas, choques entre alborotadores y manifestantes y más fallecidos. Las reacciones de indignación inundaron las redes sociales. A través de Twitter, la ex secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton instó al presidente nigeriano Muhammadu Buhari y al Ejército a “dejar de asesinar a los jóvenes manifestantes”. El candidato demócrata Joe Biden también pidió el cese de una represión “que ha provocado ya muchos muertos” a través de un comunicado. El Ejército negó este martes haber disparado contra la población.

“Horribles imágenes nos llegan de la estación de peaje de Lekki. El derecho a la vida es sacrosanto”, aseguraba en Twitter el responsable de programas de Amnistía Internacional (AI) en Nigeria, Seun Bakare. Esta organización asegura tener pruebas “creíbles y alarmantes” de que el uso excesivo de la fuerza provocó la muerte de manifestantes, pero no ha facilitado aún una cifra de fallecidos. El gobernador de Lagos, Babajide Sanwo-Olu, cifró en 28 los heridos ingresados en tres hospitales, dos de ellos en estado grave, y anunció una investigación. “Esta es la noche más difícil de nuestras vidas, ya que fuerzas que escapan a nuestro control directo han actuado para escribir páginas oscuras en nuestra historia, pero les haremos frente y saldremos reforzados”, dijo a través de su cuenta de Twitter.

Ante la deriva violenta de las manifestaciones contra la brutalidad policial que sacuden a Nigeria desde el pasado 8 de octubre, el Gobierno federal decidió esta semana movilizar al Ejército y a las fuerzas antidisturbios en todo el país. En Lagos, grupos de jóvenes habían erigido este martes barricadas y bloqueado todos los accesos a la ciudad, lo que llevó al gobernador Sanwo-Olu a decretar un toque de queda que entró en vigor a las cuatro de la tarde. Pese a ello, un millar de manifestantes decidieron permanecer en la estación de peaje de Lekki, uno de los principales puntos de entrada a la urbe.

Según testigos presenciales y asociaciones como Enough is enough Nigeria, fuerzas del orden ocuparon posiciones durante la tarde en este punto estratégico y, al caer la noche, apagaron las cámaras de seguridad de la estación. Instantes después abrieron fuego contra los manifestantes, tal y como se puede ver en numerosos vídeos que circulan por las redes sociales. Graves incidentes se vivieron también en Mushin, a las afueras de Lagos, donde la policía disparó contra jóvenes que habían cortado el tráfico e impedían el paso a los agentes. El periódico local The Punch informa de la muerte de 17 personas en este lugar. Al menos seis policías fallecieron en los disturbios por todo el país según este medio de comunicación, dos comisarías fueron incendiadas y numerosos vehículos vandalizados.

En Ibadan, capital del estado de Oyo, un grupo de jóvenes saqueó una comisaría, robó armamento y luego prendió fuego al edificio. Murieron cinco personas, entre ellas dos policías. En Kano, al norte del país, alborotadores irrumpieron en una manifestación pacífica y asesinaron a cuatro jóvenes, lo que provocó un enfrentamiento entre ellos. En Benin, capital del estado de Edo, manifestantes desafiaron el toque de queda y la policía abrió fuego contra ellos, con el resultado de al menos dos muertos. En la ciudad de Abia fueron atacadas dos comisarías y en Abuya delincuentes armados con palos y piedras se abalanzaron sobre los manifestantes, provocando decenas de heridos.

El desencadenante de la reciente ola de manifestaciones contra la brutalidad policial fue el asesinato de un joven el pasado 3 de octubre en la ciudad de Ughelli a manos de la policía. El principal objeto de la ira de los jóvenes era el Escuadrón Especial Anti-Robos (SARS), una unidad creada en 1984 que había acumulado cientos de denuncias por uso excesivo de la fuerza, intimidación, torturas en lúgubres centros de detención y ejecuciones extrajudiciales, tal y como documentó en cuatro informes desde los años noventa la organización de derechos humanos Amnistía Internacional. Tras la multitudinaria protesta del 9 de octubre, el presidente Buhari decidió disolver el SARS, pero las manifestaciones continuaron y subieron de tono.

Los manifestantes, que recibieron un enorme apoyo internacional de personalidades del mundo de la cultura y el deporte, así como de movimientos como Black Lives Matter, demandaban justicia para las víctimas del SARS así como una profunda investigación de todas las denuncias. Las protestas también empezaron a señalar al presidente Buhari, la corrupción y el mal gobierno en un contexto de crisis económica por las medidas adoptadas para combatir la pandemia de la covid-19. Las manifestaciones fueron pacíficas hasta que entraron en escena grupos de alborotadores y “matones a sueldo”, según ha denunciado AI, armados con piedras y palos que atacaban a los propios manifestantes. La represión de las protestas se había cobrado unas 15 víctimas mortales hasta este martes.