Los cimientos de la torre de control del aeropuerto internacional Gral. Felipe Ángeles muestran un avance considerable. Se informó que dicha estructura tendrá 88 metros de altura y estará colocada entre las dos pistas.Foto Presidencia

AMLO ante priístas y panistas
Los de Morena, mal
NL: contrincante para Tatiana

Ha sido difícil la relación del titular del Poder Ejecutivo federal con los encargados de los poderes ejecutivos estatales. Ni el presidencialismo diseñado para ejercer un gran control ni los presupuestos federales convertidos en garrote y zanahoria sirvieron a los ocupantes panistas de Los Pinos, Vicente Fox y Felipe Calderón, para someter a los priístas y perredistas ocupantes de gubernaturas y de la jefatura del Gobierno de la capital del país.

Al contrario, la inexperiencia política y la concentración en temas específicos (el enriquecimiento personal y familiar, en cuanto a Fox y su esposa; la guerra contra el narcotráfico, en el caso de Calderón) permitieron que en los estados se consolidaran los cotos de los gobernadores, como una especie de virreyes regionales.

El actual ocupante de Palacio Nacional ha tratado de doblegar a los gobernadores ajenos a Morena mediante un ambicioso plan de suplantación presupuestal y operativa a cargo de superdelegados que en los hechos deberían estar desplazando a los mandatarios formales del eje de las decisiones políticas y los muy comiciales beneficios asistenciales. Gabriel García Hernández, especialista en operaciones electorales y captación de recursos para estos fines, fue nombrado titular de la Coordinación de Programas Integrales de Desarrollo de la Presidencia de la República.

Pero, a fin de cuentas, las figuras elegidas para esas superdelegaciones no han logrado derrotar a los gobernadores ni han tenido un crecimiento político proporcional al volumen de recursos públicos puestos a su disposición (el único caso de trampolín exitoso fue en Baja California, donde el superdelegado Jaime Bonilla hoy es gobernador). Otra fórmula para el presunto debilitamiento de los gobernadores ha sido su exposición crítica ante concentraciones de beneficiarios de esos programas asistenciales donde esos políticos locales reciben rechiflas y vituperios en tanto el visitante federal es ampliamente ovacionado.

Sin embargo, a estas alturas, el Presidente de la República se mantiene entre una taimada alianza con gobernadores priístas que en términos generales, casi sin excepción, significan justamente lo contrario de lo que postula y busca ese político tabasqueño, y un constante choque con los gobernadores panistas (con un leve y táctico acercamiento del chihuahuense Javier Corral al jefe máximo de Morena) y de otras formaciones, como el jalisciense Enrique Alfaro y el morelense Cuauhtémoc Blanco.

Como en otras áreas (la Suprema Corte de Justicia de la Nación y organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral y ciertas comisiones como la Nacional de los Derechos Humanos), el paso del tiempo y la llegada de momentos electorales irán cambiando la correlación de fuerzas, que hoy mantiene en mayoría al PRI (11) y al PAN (10) en cuanto a estados gobernados, más un perredista en Michoacán (Silvano Aureoles), un independiente en Nuevo León (Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco), un sustituto en Campeche y los mencionados Alfaro (de Movimiento Ciudadano) y Blanco (del Partido Encuentro Social).

Es muy probable que el arrastre político de Andrés Manuel López Obrador signifique triunfos importantes para candidatos de Morena en próximas elecciones de gubernaturas. Pero, hasta ahora, los beneficiados de su carisma no han estado a esa misma altura a la hora de los balances: malos han resultado los gobiernos de Miguel Barbosa, en Puebla; Cuitláhuac García, en Veracruz; Jaime Bonilla, en Baja California, y, con tendencias negativas, Adán Augusto López, en Tabasco; Rutilio Escandón, en Chiapas, y la supuestamente presidenciable Claudia Sheinbaum, en la Ciudad de México.

Y, mientras en Nuevo León ha renunciado al PRI la presidenta municipal de Escobedo, Clara Luz Flores Carrales, esposa de un priísta histórico de la entidad, Abel Guerra Garza, con lo cual (y con Yeidckol Polevnsky como promotora) le surge una oposición interna a Tatiana Clouthier por la candidatura de Morena a gobernar esa entidad norteña (aunque podría optar por ser abanderada en su natal Sinaloa), ¡hasta mañana!

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