Una familia siria a las puertas de su vivienda en Hatay (Turquía) el pasado 16 de septiembre. BURAK KARA GETTY IMAGES

Con la firma en 2016 del polémico pacto con Ankara para detener el flujo migratorio, la Unión Europea se comprometió a contribuir al mantenimiento de los refugiados en Turquía. El Gobierno turco asegura que, en los últimos ocho años, ha gastado de sus presupuestos más de 30.000 millones de euros relacionados con la llegada de 3,7 millones de refugiados sirios, y, por tanto, ve justo que la UE comparta la factura. Para ello, Bruselas creó el Servicio para Refugiados en Turquía (FRIT, por sus siglas en inglés) mediante el que desembolsaría 3.000 millones durante los primeros dos años de vigencia del acuerdo. Para el periodo 2018-2019 se aprobó una cantidad similar, pero ¿qué ocurrirá a partir del año que viene cuando concluya este programa?

“En Bruselas hay un paquete de medidas congelado porque no hay acuerdo entre los Estados miembros”, explica un funcionario de la delegación de la Unión Europea en Ankara que solicita el anonimato. “No creo que estos programas de asistencia desaparezcan, pero los Estados miembros deberán hallar algún tipo de compromiso”. Se espera que, a más tardar a principios del año que viene, terminen de adjudicarse los últimos 1.500 millones euros de los 6.000 presupuestados en el acuerdo. Sin embargo, hasta el momento solo se han desembolsado 2.570 millones de euros, ya que el dinero se entrega una vez finalizado el proyecto al que ha sido designado y muchos están todavía en marcha. Por parte del Gobierno turco hay cierta impaciencia por saber qué será de las ayudas europeas en el futuro y, de hecho, el presidente, Recep Tayyip Erdogan, se ha quejado varias veces de que la UE no paga lo que promete.

“El dinero no va al presupuesto del Gobierno turco, se concede sobre la base de proyectos”, recuerda el embajador de la UE en Turquía, Christian Berger. Es más, las instituciones turcas no son el principal destinatario del dinero para apoyar a los refugiados: el 48% se distribuye a proyectos gestionados por agencias de la ONU; el 22% a través de instituciones financieras como el Banco Mundial y el Banco Alemán de Desarrollo; otro 22% va a ministerios de Turquía, sobre todo a Educación y Sanidad, y el restante 8% a proyectos de ONG, la Media Luna Roja y la agencia humanitaria de la UE.

El foco de la ayuda ha cambiado entre el primer y el segundo tramo. El dinero destinado a ayuda humanitaria de emergencia (comida, refugio, medicinas) se ha reducido notablemente en la segunda fase del acuerdo. También las transferencias al sistema educativo y la sanidad turca, pues en el primer paquete de ayuda se destinaron cantidades importantes a la construcción de escuelas y hospitales en las provincias fronterizas con más presencia de refugiados, que están también entre las más pobres de Turquía. En el segundo tramo desembolsado por la UE, en cambio, se han incrementado de forma considerable los fondos dirigidos a iniciativas de desarrollo social: cursos de formación laboral y de lengua turca para adultos, proyectos de integración de los refugiados en la comunidad local o edificación de infraestructuras municipales de las que se benefician tanto los sirios como sus anfitriones.

El embajador Berger descarta que vaya a haber un tercer tramo del FRIT. “En Bruselas aún estamos debatiendo el marco presupuestario de los próximos siete años. Tampoco sabemos cómo afectará el Brexit al presupuesto, porque si hay un Brexit duro significará una disminución considerable de los fondos”, afirma. El dinero para este mecanismo del acuerdo con Turquía procede de varios instrumentos dentro de la complicada arquitectura burocrática de la UE: el llamado Fondo Fiduciario, el Instrumento para la Paz y la Estabilidad, la agencia de ayuda humanitaria ECHO y los fondos de adhesión —estos últimos parcialmente bloqueados por el Parlamento Europeo en protesta por el creciente autoritarismo del Gobierno turco—.

“El apoyo a Turquía en temas migratorios continuará. La asistencia humanitaria proseguirá, los fondos de adhesión continuarán, lo que no sabemos es cuál será la cantidad de la ayuda porque dependerá de la evaluación de necesidades que se haga”, asegura Berger: “Eso sí, si hay una emergencia, [la agencia humanitaria] ECHO movilizará ayuda rápidamente”.

Los funcionarios de la UE en Turquía se muestran muy satisfechos de los resultados del FRIT, pese a que la integración de los sirios quede todavía lejana y la mayoría viva en condiciones de extrema pobreza. Pero en la cuestión educativa los resultados son notables: si hace cinco años apenas el 8% de los niños sirios tenían plaza en el sistema reglado de educación, ahora es casi el 90%. “La educación ha sido para nosotros una prioridad”, subraya Berger. No podíamos permitirnos tener una generación perdida de personas sin perspectivas ni futuro, desconocedoras de la lengua local, que podían caer en redes de organizaciones extremistas”, añade.