Hasán Rohaní, presidente iraní, este martes. EFE / VÍDEO: REUTERS-QUALITY

El presidente de Irán, Hasán Rohaní, ha tratado de minimizar este martes las sanciones que Estados Unidos impuso la víspera contra el líder supremo y máxima autoridad de la República Islámica, el ayatolá Alí Jamenei. Pero las duras palabras con que ha respondido, y el mero hecho de que haya considerado pertinente que su discurso se transmitiera en directo por televisión, revelan el malestar que la actitud de Washington ha suscitado en todos los sectores del régimen iraní. De indicativas de “retraso mental” ha calificado esas medidas el habitualmente moderado Rohaní.

“Las sanciones prueban que Estados Unidos miente cuando dice que quiere abrir conversaciones con Irán”, ha dicho el mandatario iraní citado por PressTV. “Las acciones de la Casa Blanca indican retraso mental”, ha añadido utilizado un insulto que los ultras ya han usado antes para referirse al presidente norteamericano, Donald Trump.

Poco antes de la intervención de Rohaní, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Abbas Mousavi, declaró que las nuevas penalizaciones suponen el cierre permanente de la vía diplomática entre Washington y Teherán.

“Imponer sanciones estériles contra el líder supremo de Irán y el jefe de la diplomacia iraní [Mohamad Javad Zarif] es cerrar de manera permanente la vía de la diplomacia con el desesperado Gobierno de Trump”, escribió Musavi en su cuenta de Twitter. Y agregó: “El Gobierno [de Donald Trump] está destruyendo todos los mecanismos internacionales existentes destinados a garantizar la paz y la seguridad mundial”.

El presidente iraní ha descrito ese último paquete de sanciones como un signo de desesperación de Washington. También ha asegurado que van a fracasar porque el líder supremo no tiene bienes en el extranjero.

En un artículo de opinión publicado el año pasado en la revista Foreign Affairs, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, atribuyó al ayatolá Jamenei una fortuna personal de 95.000 millones de dólares (unos 83.400 millones de euros al cambio actual), depositados en un gran fondo de inversión llamado Setad. Esa cifra coincide con el cálculo que hizo seis años antes una investigación de la agencia Reuters tras analizar declaraciones de funcionarios del fondo, datos de la Bolsa de Teherán, sitios web de empresas e información del Departamento del Tesoro de EE. UU.

Tras la respuesta iraní, el consejero de Seguridad Nacional de EE UU, John Bolton, ha reiterado en Jerusalén que Trump mantiene la puerta abierta a una nueva negociación con Irán sobre un nuevo pacto nuclear y ha lamentado el silencio de Teherán ante la propuesta.

Trump impuso sanciones el lunes al líder supremo de Irán, a su ministro de Exteriores y a ocho mandos militares, en un paso más por endurecer el cerco económico sobre el régimen y forzar una negociación de un nuevo pacto nuclear. El mandatario estadounidense advirtió el sábado de que prefería intensificar la presión de las penalizaciones a una intervención militar, después de anunciar que había estado a punto de lanzar un ataque el pasado jueves que hubiese costado la vida a 150 personas. Las autoridades iraníes interpretan las medidas como una guerra económica ante la que se sienten legitimados para defenderse.

Las sanciones del lunes cortan el acceso de Jamenei a recursos financieros y suponen la primera represalia de Washington después del derribo de un dron estadounidense por parte de Irán la semana pasada. Estas medidas establecen no solo que cualquier activo bajo jurisdicción estadounidense queda bloqueado, sino que las instituciones financieras de otros países que faciliten alguna operación significativa a los individuos afectados pueden ser expulsadas del sistema estadounidense, que es básico para cualquier entidad.

Irán y EE UU, que no mantienen relaciones diplomáticas desde la toma de la Embajada norteamericana en Teherán en 1979, han agrandado sus diferencias después de que Washington abandonara unilateralmente el año pasado el acuerdo nuclear que iba a permitir la reintegración de la República Islámica en la comunidad internacional. La presión estadounidense ha ido creciendo desde entonces y alcanzó cotas máximas tras el derribo del dron y la noticia de que Trump frenó en el último momento un bombardeo selectivo de represalia contra ese país.