Pompeo, este miércoles durante una visita en el noreste de Polonia a soldados de la OTAN. TOMASZ WASZCZUK / EFE

DUBÁI.- Medio centenar de países participan, este miércoles y jueves, en una controvertida conferencia organizada por EE UU en Varsovia formalmente sobre la estabilidad de Oriente Próximo. En realidad, Washington pretende formar un frente antiiraní para contrarrestar la influencia de Teherán en la región. Pero las reticencias europeas al respecto han diluido ese objetivo y puesto de relieve las crecientes divisiones entre ambos lados del Atlántico. Sólo Israel y algunas monarquías árabes han mostrado su entusiasmo.

“Se trata de una coalición internacional formada para asegurar la importante misión de reducir los riesgos que vienen de Oriente Próximo desde hace demasiado tiempo”, declaró el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, a su llegada a Varsovia, según la agencia France Presse.

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Sin embargo, el cambio de título de la conferencia, de “sobre la influencia desestabilizadora de Irán en Oriente Próximo” a “para promover un futuro de paz y seguridad en Oriente Próximo”, no ha logrado esconder las intenciones de EE UU. Tampoco ayuda que los padrinos del evento sean el vicepresidente, Mike Pence, y el propio Pompeo, conocidos por sus posturas antiiraníes.

En un claro gesto del malestar que suscitan las políticas unilaterales de EE UU sobre Irán y Siria, la alta representante europea de Política Exterior, Federica Mogherini, ha declinado la invitación; Alemania y Francia estarán representadas a bajo nivel. Sólo Reino Unido envía al secretario del Foreign Office, Jeremy Hunt, aunque con el objetivo declarado de abordar la crisis humanitaria de Yemen. Debido a las discusiones del Brexit, Hunt ni siquiera se quedará a la segunda jornada de la conferencia.

Los tres países europeos mencionados, que junto a EE UU, China y Rusia firmaron el acuerdo nuclear con Irán en 2015, comparten la preocupación de Washington respecto a las actividades iraníes en los países vecinos y su programa de misiles balísticos. Sin embargo, consideran no sólo que aquel pacto (del que EE UU se retiró el año pasado) frena su desarrollo nuclear, sino que la vía de la cooperación resulta más útil que la del enfrentamiento para tratar con Teherán. Además, hasta ahora, el régimen iraní ha cumplido su compromiso.

Para los europeos las políticas del presidente Donald Trump están agravando la situación en Oriente Próximo. Sea su salida del acuerdo nuclear, su apoyo ciego a Arabia Saudí o la inminente retirada de sus tropas de Siria, cada decisión parece destinada a aumentar la inestabilidad. Además, temen que el ahogamiento económico que buscan las sanciones estadounidenses lleve a Teherán a abandonar el pacto. Por ello han establecido un mecanismo de pagos para evitar las sanciones secundarias a las empresas que sigan negociando con Irán.

Quienes sí han acogido con entusiasmo la conferencia de Varsovia son el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y las monarquías árabes más críticas con Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, que estarán representadas por sus ministros de Exteriores. Esa común hostilidad hacia la República Islámica alienta las esperanzas de Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, de conseguir que apoyen su tan comentado como desconocido plan de paz para Palestina.

Sin embargo, más allá de la posibilidad de una foto propagandística de Netanyahu con los jeques (al poco de aterrizar en Varsovia ya se jactaba de haberse vuelto a reunir con el ministro de Exteriores de Omán), resulta impensable ningún paso en ese sentido cuando la Autoridad Palestina ha rechazado la invitación al evento y pedido al resto de los árabes que no participen.

“Si el objetivo era dar la impresión de que el mundo respalda el palo duro de Trump hacia Irán, la conferencia ha conseguido evidenciar lo contrario”, estima una fuente diplomática europea en la zona. De hecho, sólo Israel y Arabia Saudí y sus aliados han aplaudido la salida de EE UU del acuerdo nuclear; la mayoría de los países siguen apoyando esa fórmula.

Además de Irán, que no ha sido invitado, tampoco van a acudir Qatar y Líbano; Turquía envía una delegación de bajo nivel. Rusia, que también ha declinado su asistencia, organiza justo el jueves una cumbre sobre Siria en la que el presidente Vladimir Putin va a recibir a sus homólogos iraní, Hasan Rohani, y turco, Recep Tayyip Erdogan. Mientras tanto, el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, aseguraba que la conferencia de Varsovia para presionar a Irán había “nacido muerta”.

“Se trata de un nuevo intento de EE UU de continuar con su obsesión con Irán que no tiene fundamento”, declaró Zarif durante una conferencia de prensa en Teherán. Como era previsible, el controvertido grupo opositor iraní Muyahidin Khalq ha aprovechado la ocasión para agitar sus banderas por las calles de Varsovia.