Se torna mortal el acoso contra los antorchistas

Aquiles Córdova Morán | Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional

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Hace rato que los antorchistas decidimos no oponer ningún tipo de obstáculos artificiales a la gestión del nuevo gobierno, lo que incluye evitar críticas prematuras, descalificaciones anticipadas y pronósticos infundados de fracasos. Pero, lamentablemente, se están produciendo hechos graves que nos obligan a decir algunas cosas que pudiera parecer que desmienten la resolución antedicha. No nos queda otro remedio.
El 12 de octubre se publicó una columna firmada por Enrique Laviada que resulta reveladora. Dice Laviada: “En diversos discursos el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se ha referido al intermediarismo que practican algunas organizaciones, pero con dedicatoria especial a Antorcha (mundial), así la nombró, que ha crecido mediante la captación de recursos públicos que luego administra a su conveniencia, repartiendo los apoyos y llevando los programas sociales a sus agremiados”. Más abajo, Laviada acusa: “De la manera de operar de Antorcha Campesina y Popular, puede obtenerse un auténtico catálogo de procedimientos respecto de ese intermediarismo al que se ha referido López Obrador, es más: se trata de uno de los casos más audaces y eficaces cuando hablamos del control de grupos sociales mediante recursos públicos”. Y recalca: “Por estos días, esta organización ha sido blanco recurrente de los discursos de López Obrador en los que ataca el intermediarismo y sus perniciosas prácticas”. La campaña de ataques en contra de Antorcha, pues, no es invento nuestro.
El capitalismo de nuestros días está agotado; agotado en los hechos y en el discurso, lo que quiere decir que ya no tiene nada que ofrecer ni qué decir a los pobres y marginados de la tierra. Para mantener su influjo y su control sobre las mentes, ha encontrado un recurso muy eficaz: dejar intactos los hechos pero dándoles nombres falsos, capaces de engañar y adormecer las conciencias respecto a la verdadera naturaleza de los mismos. Por ejemplo, se cambia el nombre a las acciones más perversas del sistema: se le llama “Primavera árabe” a la subversión inducida en los países musulmanes; “revoluciones de colores” al derrocamiento de gobiernos legítimos; “luchadores por la libertad” a los terroristas al servicio del imperialismo, etc.
Pues bien, términos como “populismo”, “chantaje”, “manipulación”, “lucro con la pobreza ajena”, y ahora “intermediarismo”, tienen el mismo origen e idéntico propósito; son palabras reinventadas para condenar a los pobres y marginados y a quienes los despiertan y organizan, no para “suplicar a papá gobierno”, sino para que exijan y conquisten, con su propia lucha y su propio esfuerzo, lo que legítimamente les corresponde. Eso es y eso hace el Movimiento Antorchista Nacional. Y eso es, también, lo que explica el odio y la persecución en contra nuestra, pues a los poderosos de cualquier pelaje de ninguna manera puede gustarles que los descamisados les exijan cumplir con su deber. A eso, ahora, se le descalifica llamándolo “intermediarismo” (?¡).
Los ataques descalificadores del presidente electo se han producido, todos, cuando ante la masa empobrecida habla de sus programas de ayuda que, en términos técnicos, se conocen como de Transferencia Monetaria directa (PTM); en pocas palabras, reparto de dinero a los más necesitados para paliar su hambre. Argumenta el señor presidente electo que, en el pasado, esos programas fracasaron por la corrupción de quienes los manejaron, que se quedaban con la mayor parte del recurso. En su gobierno, el gobierno de la honestidad y la transparencia, eso no va a ocurrir, dice, y para evitarlo no permitirá, pase lo que pase, que metan las manos organizaciones “intermediarias” como “Antorcha mundial”.
Con el debido respeto, le hemos hecho saber al presidente electo que Antorcha (con el predicado que se le quiera añadir) jamás ha manejado un solo centavo de ese tipo de programas; que aplaudimos y apoyamos todas las medidas que se pongan en práctica para que el dinero llegue completo y precisamente a las manos de quienes lo necesitan. Pero nuestra aclaración no fue escuchada. Debo añadir ahora que todo mundo sabe que, para “administrar” esos programas, se creó un aparato burocrático cuyos representantes o comisionados llegaban hasta los pueblos más apartados a entregar el dinero a los beneficiarios, padrón en mano; y que fueron ellos quienes, en todo caso, prevaricaron con el dinero. ¿Dónde o cómo entra en esto “Antorcha mundial”?
Y ahora Enrique Laviada asegura que Antorcha “ha crecido mediante la captación de recursos públicos que luego administra a su conveniencia…”. Es decir, que según él, la exclusión de que habla el presidente electo no es solo respecto a los PTM, sino que abarca a toda la labor social del Movimiento Antorchista. Esto implica que el gobierno de la austeridad y la honradez castigará a las masas organizadas y a sus líderes por el delito de exigir a los gobernantes la atención de sus carencias y necesidades básicas en términos de ley, es decir, conforme al derecho que nos rige. Y eso ya no es luchar contra la corrupción; eso se llama persecución política, eliminación del adversario que compite por el apoyo de las masas con trabajo honrado, buscando enraizar en ellas y enseñarlas a autogobernarse, hoy en sus comunidades y mañana en el país entero. Una cosa así, es la negación misma de la verdadera lucha democrática.
¿Y qué quiere decir Laviada con eso de “captación de recursos públicos”? ¿De qué recursos se trata y por qué vía (ilegal supongo) los “capta” Antorcha? ¿Y qué es eso de que los maneja a su conveniencia? ¿De qué catálogo de marrullerías nos acusa? ¿Qué entiende por “control de grupos sociales mediante recursos públicos? ¿Cree acaso que el pueblo pobre de México lo forman un hatajo de imbéciles que se dejan manipular por el primer rufián que toca a su puerta? ¿Lo podría demostrar en el caso de Antorcha? Sea lo que sea, yo aclararé lo que creo pertinente. Eliminados los PTM, como ya demostré, solo se nos puede responsabilizar por la gestión de obras de beneficio social reclamadas por la propia gente; agua, drenaje, banquetas, pavimento, aulas, clínicas y centros de salud, electrificaciones y cosas parecidas. Y quien no sea un ignorante o un calumniador, sabe que la ejecución de este tipo de obras no se hace entregándole el dinero contante y sonante a la gente que las solicita o a sus líderes. La obra la licita y supervisa la instancia de gobierno correspondiente, la auditoría hace visitas y revisiones puntuales y meticulosas y, en caso de hallar irregularidades, aplica sanciones. ¿Quiere alguien comprobar si las obras gestionadas por Antorcha se han llevado a cabo o no? Nosotros lo llevamos con gusto a donde quiera, para que vea con sus propios ojos el progreso de los pueblos organizados con Antorcha. Y no hay más.
Como digo, desde el primer ataque del presidente electo nos preocupó su clara falta de información fidedigna, y, sobre todo, el peligro que su postura entrañaba para la seguridad e integridad física del antorchismo nacional. Era claro que, para excluirnos de sus programas de ayuda (o de los que fuera), el presidente electo no necesitaba hacer alarde público de sus intenciones; pero sí lo necesitaba en caso de querer desprestigiarnos ante la opinión pública. Temimos por nuestra seguridad como temería cualquier ciudadano que sufriera en carne propia un ataque del primer mandatario de la nación. ¿Qué ha pasado a este respecto? Doy datos.
a) El 8 agosto, esto es, a poco más de un mes del triunfo de MORENA, fueron emboscados y masacrados dentro de un taxi, tres mujeres adultas, una jovencita de 16 años y un niño, todos ellos miembros de Antorcha, cerca de Huajuapan de León, Oax., en una zona donde era desconocido este tipo de violencia brutal. Los asesinos parecieron sentirse alentados por los sucesos nacionales.
b) El sábado 6 de octubre, en Culiacán, Sinaloa, un automóvil embistió brutalmente a tres personas que circulaban por la banqueta de una calle céntrica. Fue una embestida literal y no un atropellamiento, ya que las víctimas no iban por el arroyo. Murieron aplastados contra la pared la maestra de danza Berenice Bonilla, de 23 años, y el maestro Omar Lugo Espinoza; una tercera joven, Marina Laurean Piña, se debate entre la vida y la muerte.
c) El domingo 7 de octubre, fue abatido a tiros el antorchista Apolinar Ventura Paz cuando recogía leña junto con su esposa. El crimen también ocurrió en la Mixteca Oaxaqueña.
d) El jueves 11 de octubre, en la carretera Huejutla-Atlapexco, Hidalgo, un camión embistió de frente a una motocicleta donde viajaban Mario Bautista Hernández y Valente Pérez Bautista, ambos activistas de Antorcha. Mario, el que iba al volante, está en terapia intensiva desde el día del “accidente”.
e) El domingo 14 de octubre, el TEPJF despojó de su triunfo legítimo a los presidentes municipales electos de Cuayuca de Andrade y Santa Clara Ocoyucan, ambos en Puebla. Por razones de espacio me abstengo de exhibir las pruebas de lo que digo, pero lo haré sin falta si se hace necesario. El Tribunal se inclinó ante el fuerte cabildeo de emisarios del PAN, aprovechándose del desamparo de los antorchistas.
f) Y con verdadero dolor, reporto el asesinato brutal de Nancy López García, líder antorchista en la colonia 6 de junio de Huamantla, Tlax., de 27 años de edad. Los hechos ocurrieron en la noche del sábado al domingo 14 de octubre. Nancy fue violada, torturada y asesinada, tal vez dentro de su misma habitación; su cadáver fue encontrado en un sembradío distante unos 400 m. de su vivienda. Estaba casada y su matrimonio era estable; era bien conocida de sus vecinos y todos sabían de su vida austera y de su trabajo sacrificado. Nancy fue arteramente asesinada y ultrajada porque era una dirigente antorchista. Es un asesinato político. Y debo agregar que es el primero de este tipo que sufre una líder de Antorcha de este nivel en los 44 años de vida de nuestra organización.
Son muchos crímenes y “accidentes” sospechosos en muy corto tiempo, y la mayoría caen después del primer ataque del presidente electo el 21 de septiembre en Mexicali, Baja California. Desde luego que solo a un loco se le ocurriría insinuar alguna intencionalidad en esto, pero solo a un tonto se le escaparía que un ataque repetido desde la cúspide del poder político de la nación, como el que hemos sufrido nosotros, puede jugar el papel de catalizador involuntario del odio asesino de los enemigos de la organización y las luchas populares. Y eso es, precisamente, lo que queremos dejar asentado en estas páginas. El tiempo lo descubre todo, dijo Cervantes.