Pepe Cervera durante el XVI Congreso de Periodismo Digital de Huesca ÁLVARO CALVO

Nadie sabe exactamente qué despertó el amor de José Cervera por la ciencia y por el periodismo. Ni siquiera él estaba seguro. Tal vez esa pasión naciera cuando era un niño y se escapaba a la biblioteca pública de su Getafe natal para devorar con la mirada libros y revistas científicas. O tal vez surgiera la primera vez que alguien le dijo que tenía el don de explicar con claridad ideas complejas.

El amor por la ciencia empujó a Cervera a matricularse en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid y, más tarde, a especializarse en Paleontología, en un viaje que le llevaría hasta las excavaciones de Atapuerca, justo cuando el Homo antecessor salía a la luz para decir al mundo que estaba equivocado sobre la evolución humana.

Pero en algún punto de su carrera, el científico sintió que su pasión era más divulgativa que investigativa y decidió convertirse en periodista. Cursó el máster de El Pais / UAM y empezó a trabajar como redactor en prácticas en el diario económico Cinco Días, justo cuando Internet empezaba a asomar en todo el planeta con las caras de Yahoo!, Amazon y Google. Una vez más, Cervera llegaba en el mejor momento.

Como divulgador y formador periodístico visitó decenas de medios de España, Europa y America Latina, advirtiendo a sus trabajadores de que lo que tenían enfrente no era solo una tecnología más, sino un cambio en la manera de hacer noticias y de publicarlas. Un cambio en la manera de hacer periodismo.

De hecho, fue el primer periodista español en darse cuenta de que la universalidad de la red y la llegada de nuevos actores informativos ponía en marcha una nueva ‘economía de la atención’ en la que la batalla por la audiencia no se libraría en los quioscos, sino en las pantallas, y de que la publicidad tradicional no sería tan importante como la capacidad de los periodistas para convencer a los lectores de que gasten su escaso tiempo en venir a consultar sus noticias, y no las de las decenas de miles de medios que ya entonces había en internet.

Con esta idea en mente, Cervera creó Baquía, uno de los primeros medios exclusivamente digitales, en el que reunió a una joven redacción que aún hoy recuerda con admiración y cariño aquel proyecto. Pero Baquía nació en plena etapa de la burbuja ‘puntocom’, en la que las inversiones eran tan disparatadas como volátiles, y el compromiso de los directivos no pesaba ni la mitad que el entusiasmo de los periodistas.

En el plano académico, fue profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos, donde impartía las asignaturas relacionadas con el periodismo digital, tras la experiencia adquirida en Cinco Días, Baquía, 20 Minutos, El Mundo, RTVE.es, El Confidencial, El Diario y varias decenas de diarios y revistas, impresas o digitales, en las que colaboró a lo largo de su prolífica carrera.

En su faceta como divulgador científico, fue colaborador en ‘Canal C:’ de Canal Satélite Digital, en ’Esto me suena, Las tardes del ciudadano García’, de Radio Nacional de España, y en el programa ‘Órbita Laika’ en La 2 de RTVE así como ponente habitual en el congreso Naukas de Bilbao.

Fundador y miembro del consejo organizador del Congreso de Periodismo Digital de Huesca, era una de sus figuras más emblemáticas no solo sobre el escenario del Palacio de Congresos, sino también en las tertulias nocturnas en las que muchos periodistas nos acercábamos a hablar con él, y sobre todo a escucharle.

Cuando conoció su enfermedad reaccionó con serenidad y se volcó en su mujer, Pilar Cubas, bióloga del Centro Superior de Investigaciones Científicas y compañera de aventuras en la gran pasión de ambos por el buceo.

Pepe Cervera nos deja el recuerdo de una curiosidad intensa, una sabiduría enorme y una sonrisa y una mirada tiernas con las que siempre evitaba los conflictos, pero nunca un buen debate. No hay mejor legado en el periodismo y en la ciencia.