Veintiún mil deportistas del país, mas porras, amigos y familiares, comerciantes y visitantes, llegan a Tecomatlán, “Atenas de la Mixteca”, rimbombante apelativo para un pueblo tan pequeño (5,000 habitantes). Tal vez el rimbombante apelativo, para un pueblo tan pequeño, no sea gratuito; el otrora paupérrimo y marginado pueblucho, recientemente ha sido catalogado por un organismo europeo, como uno de los pueblos con mayor desarrollo social y humano del mundo; con cero desempleo, cero homicidios en décadas, moderna infraestructura urbana, de salud, educativa, administrativa, social. A la entrada, un luminoso y precioso arco, también nominado como uno de los más bellos del orbe, por donde, hace un año, pasaron artistas de todo el país para participar en la Espartaqueada Artístico-Cultural, da la bienvenida a los visitantes, que acuden a concursar en y disfrutar de la XX Espartaqueada Deportiva Nacional del Movimiento Antorchista; a la izquierda, resalta un edificio de siete niveles, que alberga a 1,000 estudiantes de localidades de Puebla, Oaxaca, Veracruz, Guerrero y otros estados, que estudian secundaria, preparatoria o en una de las 5 escuelas de nivel licenciatura; es la “Villa Estudiantil Aquiles Córdova Morán”, tomada hace poco por la ¡¡Guardia Nacional!!, en supuesto respaldo a un evento administrativo de la CFE. Algunos no la conocían; a visitantes asiduos no les extraña: saben que en Tecomatlán siempre hay algo nuevo e, iniciando o en proceso, algo más nuevo
El desfile es alegre y colorido; lo encabeza la Comisión Deportiva Nacional del Movimiento Antorchista; el toque de las bandas marciales es realmente marcial, como que procede de bandas triunfadoras en diversos concursos; lucen los vestuarios de los integrantes de los grupos culturales antorchistas, que amenizan con la alegría y maestría que les caracterizan, los eventos de inauguración y clausura; ondean los estandartes, mantas, banderas representativas de los 32 estados de nuestra patria y de las escuelas tecomatecas. En el trayecto, imposible dejar de admirar la belleza y funcionalidad del edificio que alberga a la Presidencia Municipal; el teatro-auditorio, con todos los “orroclocos” modernos de comodidad, audición, iluminación y tramoya; la belleza de la Plaza de los Fundadores; las albercas del balneario (incluyendo la olímpica, en la que se realizarán las competencias de natación); la unidad deportiva, cuyos pedregales, en los que algún año no tan lejano comenzaron las espartaqueadas, convertida en modernos campos de futbol, pista, canchas de voleibol y básquetbol con velaria; la moderna plaza de toros; el campo de beis bol empastado y funcional. Todo entre cerros, rebanados no por gobernantes que se dicen representantes del pueblo y gobernar para el pueblo, sino por el pueblo hecho gobierno, transformando cada peso en dos o tres con sus faenas, en las cuales, cada dirigente de antorcha y cada edil, no son sólo cerebro y dirección, sino un par de brazos más.
Evento de inauguración. Los grupos culturales, permanentemente cultivados en sus diferentes acepciones, hacen las delicias del público con sus bailes, danzas, poesía, teatro. Belleza, ritmo, alegría, sentimiento y colorido se contagian al auditorio
¡Play ball!, grita el ampáyer; la modelo detiene su viaje hacia el gaznate, se suspenden las pláticas alegres, se fijan las miradas en el diamante y el manager comienza sus crípticas señales; zumba la esférica en su lucha choque contra el viento, dibujando el efecto deseado por el pitcher, una gran curva, para el primer strike. – “Qué requeteparió”, ni la vio- grita con entusiasmo un tecomateco, mientras un chihuahuense lo secunda con un: -ese “vato” tira un buen cacho de “cola e chango”-; el segundo tiro es un trallazo recto de 90: -ajas, ajas, ira, trae lumbre, exclama un lagunero, mientras un sinaloense tercia: -ese “plebe” sí picha, hay que estudiarlo-. Los visitantes nuevos, entre los que no falta algún equipo despistado, pronto se dan cuenta de que en la espartaqueada, amateurismo no es sinónimo de baja calidad; los equipos se preparan, se perfeccionan, se refuerzan para cada edición de evento; los lances felinos e inverosímiles en paradas cortas, los relampagueantes doble “pleys”, las atrapadas pegadas a la barda y los hits, bateando verdaderos balazos o curvas que más invitan a esquivarlas que a chocarlas, les reafirman la idea.
En el campo de futbol, suena el silbato y el balón inicia su vuelo inicial. Es uno de los deportes con mayor número de equipos participantes, en un piso parejo y cuidado para recibirlos. En las gradas, dirigiéndose a su equipo de porristas, un joven aficionado les grita, con el tonito cantado de los “chilangos”: -“ora güeyees”, ay anda Armando Archundiaaa, a lo mejor va a pitar las finaleees- Las miradas siguen la del gritón para corroborar; cierto, el licenciado Archundia acudió a la espartaqueada a vivir su pasión y a participar en “lo que se ofrezca”; en una reciente entrevista, afirmó que este evento supera a los realizados por la CONADE.
Circunda el campo la pista de carreras en la cual han participado algunas y algunos atletas preolímpicos. Resalta un equipo de hermanos cubanos, alegres, dinámicos, respetuosos y respetados que, bajo un convenio con ese país, participan entrenando, con excelentes resultados, a los atletas, niños y jóvenes; son del mismo equipo con cuyo esfuerzo, Chimalhuacán logró levantar bandera blanca contra el analfabetismo. ¡BLAM!, suena el balazo, arrancan y en cada zancada, tiemblan los músculos de los muslos, de las nalgas, al contraerse y relajarse rítmica y frenéticamente; tiemblan los cachetes y… esa mirada de las y los punteros…decidida, atrevida, retadora, de hambre de triunfo. Aquí también se lanza bala, disco, jabalina y se brinca longitud y altura. Lejos, entre los cerros, inician su carrera los maratonistas; mañana serán los ciclistas.
Vamos al Voleibol. El ánimo y el calor del juego se escuchan desde lejos. Prrrrt, suena el silbato; el equipo ofensivo evoluciona para desestabilizar al contrario, que desarrolla sus propias evoluciones, pues este juego dejó de ser el estático tres adelante y tres atrás…uno, dos, ¡PAM!, un rayo imparable…no…lo levanta una pantera…uno, dos…el balazo de regreso, ahora sí imparable a pesar del lance de dos jugadores: -dónde cayooooo- grita tres veces el porrista mayor, -Ahiiiiii…-contesta su porra; sigue otra, pícara: -durooo-, -y adentrooo-; brinca frente a la porra una joven belleza de ébano que comienza un baile con el ritmo y cadencia propio de los afros, seguida, primero de palmas y miradas de su porra y, luego, de toda la afición…regresa luego a su lugar con alegre y picara carcajada, acompañada de las miradas alegres y más de un joven corazón. Sin proponérselo, está recordando la presencia, en nuestro México, de grupos étnicos afromexicanos en Guerrero, Oaxaca y Veracruz, pobres y marginados como todos los grupos étnicos y…como todos los pobres. El juego sigue; la calidad, aún más alta que hace dos años; en la cancha, los jugadores parecen querer herirse, en las jugadas, en la expresión…el juego terminará con un abrazo y su bianual reto amistoso, con que han contribuido a elevar el nivel de esta competencia: -nos vemos en dos años-. Sirenas y tritones repiten la escena en las albercas, en lo suyo.
Lo anterior y más, se vivirá del 1 al 9 de febrero y, créanme, no exagero. Miles de deportistas, a nivel nacional pueden atestiguar lo escrito, así como más de 1000 artistas y deportistas duranguenses de Tlahualilo, Durango, Simón Bolívar, El Mezquital, Lerdo. Y es que, para Antorcha, el arte y la cultura no son simple entretenimiento; el deporte no es un juego; y, el desarrollo no es una frase hueca. Son instrumento, objeto y meta en la formación de hombres y mujeres nuevos y en la construcción de la organización que conducirá a nuestro pueblo hacia la justicia y equidad social. Elementos: Tecomatlán, Espartaqueada artística y cultural y la Espartaqueada Deportiva, cuya vigésima edición se realizará en Tecomatlán, Puebla (próxima estación).