Un agente evacúa a un inmigrante junto a su tienda, durante la madrugada del martes en la Plaza de la República de París. En vídeo, las imágenes de la intervención policial. (CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE / REUTERS)

La evacuación violenta de un campamento temporal de migrantes erigido en pleno centro de París, en la noche del lunes, no dejó a nadie indiferente. Hubo gases lacrimógenos, balas de humo y agresiones a migrantes y periodistas. Todo, grabado por cámaras y teléfonos móviles, a pocas horas de que la Asamblea Nacional se disponga a aprobar este martes la polémica ley de “seguridad global”, que limitará la difusión de imágenes de los agentes de la policía y la gendarmería. El Senado examinará el texto en enero.

Las críticas a la violencia policial, esta vez, no solo procedieron de las ONG y los partidos de izquierda, sino del propio Gobierno. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció una investigación de la Inspección General de la Policía Nacional —la llamada “policía de los policías”— para aclarar estos “hechos inaceptables” y prometió hacer públicas sus conclusiones, que deberán estar listas en 48 horas. “Los inmigrantes deben ser tratados con humanidad y con fraternidad”, dijeron también en un comunicado la ministra de la Ciudadanía, Marlène Schiappa, y la ministra de Vivienda, Emmanuelle Wargon.

Los migrantes ya habían tenido que marcharse de otro campamento desmantelado la semana anterior en las afueras de París y decían no haber encontrado un alojamiento. A última hora de la tarde del lunes, la instalación en la plaza de la República era, en parte, una protesta para “visibilizar a quienes se intenta dispersar”, según un mensaje de la organización Médicos del Mundo en las redes sociales. Utopia 56, una organización de apoyo a los migrantes que había respaldado la instalación del campamento en la céntrica plaza para reivindicar a las autoridades la “creación de mil plazas de albergue inmediato y un sistema de acogida perenne para los exiliados”, convocó para este martes una manifestación en la misma plaza de la República de donde fueron desalojados horas antes.

Lo singular en la última evacuación es, primero, que ocurriese en un lugar tan icónico como es la plaza de la República, punto habitual de origen o llegada de manifestaciones en pleno centro de la capital francesa, y no en un suburbio olvidado o en zonas fronterizas como Calais, en el canal de la Mancha. Otra particularidad es la abundancia de imágenes y el debate inevitable sobre si, con la nueva ley, que prevé penas de hasta un año de prisión y 45.000 euros de multa si se demuestra que se han grabado imágenes de agentes del orden con afán de dañar a los policías o gendarmes, una operación como la del lunes se hubiera podido documentar. En vísperas de la votación de la normativa en la Asamblea Nacional, miles de personas, entre ellas numerosos periodistas, se manifestaron el sábado por toda Francia en contra de una ley que consideran “liberticida”.

En los vídeos difundidos en redes sociales, se ven agentes arrastrando tiendas con personas dentro y golpeando a un periodista en el suelo. “Como resultado de las intervenciones policiales particularmente brutales y chocantes contra refugiados anoche en el centro de París, he escrito esta mañana al ministro del Interior para transmitirle mi más firme condena”, dijo en Twitter la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo. La Fiscalía de París anunció por su parte la apertura de una investigación por “violencia cometida por una persona depositaria de autoridad pública” por un hecho denunciado en las redes sociales, donde se puede ver cómo un policía hizo una zancadilla a uno de los inmigrantes evacuados.

Las imágenes son “chocantes”, admitió una vez más el ministro Darmanin durante el debate de la ley de seguridad en el hemiciclo. Aunque matizó la situación —la manifestación no estaba autorizada y no se podía dejar en plena plaza de la República “cientos de tiendas y de personas sin evacuar”, subrayó— reconoció haberse sentido “chocado” con “algunas imágenes” de la actuación policial. Esta es la otra novedad: la movilización del ministro y otros miembros del Gobierno, no en defensa de actuación policial, sino con la voluntad de aclarar los hechos. Las críticas gubernamentales pueden entenderse como una reprimenda al prefecto de la policía de París, Didier Lallemand, cuya gestión de la revuelta de los chalecos amarillos destacó por sus excesos retóricos y la contundencia en la represión policial.

En un comunicado, la Prefectura recordó que la instalación de tiendas en el espacio público, “organizada por ciertas asociaciones”, es “ilícita” e invitó a los migrantes a presentarse en los centros de acogida para ser redirigidos a albergues “adaptados a su situación”. El comunicado recuerda que el 17 de noviembre, tras el desmantelamiento de un campamento en Saint-Denis, en las afueras de París, 3.000 personas, entre ellas 400 familias, fueron acogidas en centros homologados.