El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko y su homólogo en Rusia, Vladímir Putin, este lunes en Sochi. En vídeo, Putin anuncia un crédito de 1.500 millones de dólares a Bielorrusia.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su homólogo bielorruso, Aleksandr Lukashenko, han reiterado este lunes su alianza y unidad en su primera cita cara a cara después de las elecciones bielorrusas del 9 de agosto, cuyo resultado oficial es rechazado en la calle por una importante parte de la sociedad bielorrusa. En la residencia oficial de Putin en Sochi, a las orillas del mar Negro, el líder ruso ha vuelto a felicitar y a desear “éxito” por su victoria a Lukashenko. “Los amigos se reconocen en la desgracia”, afirmó el bielorruso. Esa amistad se ha plasmado de entrada en un crédito gubernamental ruso de 1.500 millones de dólares (1.260 millones de euros) para Bielorrusia “en este difícil momento”, ha recalcado Putin.

También se ha visto reflejada en el debate sobre proyectos conjuntos en el campo comercial, económico, energético y cultural así como sobre las perspectivas de los procesos de integración en el marco del Estado Unificado. Lukashenko ha llegado a Sochi por la mañana en su avión oficial y los líderes, que han conversado en solitario, sin las delegaciones que les acompañaban, no han firmado acuerdos concretos y no han celebrado rueda de prensa final. Aparentemente, tampoco han ejecutado el programa paralelo de esparcimiento con el que solían concluir los viajes de Lukashenko a Sochi. Los dos dirigentes se habían visto por última vez el 30 de junio durante la inauguración de un monumento por los caídos soviéticos en la Segunda Guerra Mundial.

La ausencia de firmas oficiales parece indicar que los dos aliados se dejan un tiempo para ver cómo evoluciona la situación en Bielorrusia, donde “no se ha cruzado la línea roja”, dijo Lukashenko, refiriéndose a las protestas. El líder bielorruso ha dicho haber sacado conclusiones de lo sucedido. A saber, que “estos acontecimientos han mostrado que debemos colaborar con el hermano mayor en todos los temas”. Lukashenko pidió ayuda a Rusia en el marco de la Organización del Tratado de Defensa Colectiva (ODKV) y Putin movilizó efectivos policiales y de seguridad dispuestos a intervenir contra las protestas. Rusia cumplirá sus obligaciones con Bielorrusia “con independencia de quien se encuentra en el poder en ese momento”, ha afirmado Putin.

Las palabras de Putin y Lukashenko, en la transcripción oficial del Kremlin, indican que ambos confían en la recuperación del control por parte del líder bielorruso. Putin no obstante ha subrayado la necesidad de una evolución del régimen. “Los bielorrusos por sí mismos debían aclarar la situación existente en su país sin indicaciones desde fuera”, ha señalado el presidente ruso, quien ha calificado de “lógica y oportuna” la propuesta de comenzar a trabajar en una reforma constitucional. “Estoy seguro de que, teniendo en cuenta su experiencia de trabajo político, la labor en este sentido se organizará al más alto nivel y esto permitirá alcanzar un nuevo nivel en el desarrollo del sistema político del país, es decir, crear condiciones para un ulterior desarrollo”, sentenció. Según la agencia Bloomberg, que cita fuentes en el Kremlin, Putin está sorprendido por la magnitud de las protestas, pero no cree que las acciones callejeras puedan costarle el poder a Lukashenko.

Tras recordar que los países de la OTAN realizaron maniobras militares en la frontera con Bielorrusia durante las protestas, Lukashenko ha propuesto organizar maniobras militares conjuntas con Rusia “con años de anticipación” y “sin prestar atención” a lo que les dicen. Llevando las alusiones al terreno histórico y a la invasión de la Alemania nazi, Lukashenko ha afirmado: “debemos impedir los errores de la Segunda Guerra Mundial”.

Putin ha subrayado que las tropas rusas volverán a sus bases tras las maniobras en Bielorrusia y también que estos ejercicios militares son actividades de rutina que habían sido planeadas el año pasado e iban a durar durante varios días. “Lo repito de nuevo para que no haya especulaciones, este acontecimiento fue planeado e incluso anunciado el año pasado”, ha afirmado el ruso. Tras la reunión, Dmitri Peskov, portavoz ruso, ha informado de que la reserva de efectivos de orden público y guardia nacional enviados a la frontera bielorrusa como refuerzo volverían a sus bases permanentes, según ha informado Interfax, lo que se interpreta como un voto de confianza en que Lukashenko acabará controlando la situación del país.

En economía, Putin recordó que Rusia es el mayor inversor en Bielorrusia y que tan solo el proyecto de construcción de la central nuclear supone el equivalente a 10.000 millones de dólares. Ha subrayado además que más del 50% del comercio de Bielorrusia se realiza con Rusia y que hay casi 2.500 empresas con capital ruso en el país. Tras reconocer que la covid-19 había influido en el intercambio comercial, Putin ha propuesto hacer esfuerzos adicionales no solo para restablecer el nivel de intercambios anterior a la crisis sino para crear “precondiciones para avanzar”. También se ha manifestado a favor de continuar la colaboración en el campo de la defensa, especialmente en la industria militar.

Más tensión y más miedo
En víspera de la reunión de los presidentes, decenas de miles de bielorrusos salieron a la calle el domingo y culminaron así la quinta semana consecutiva de protestas contra el supuesto fraude electoral, por la marcha de Lukashenko y nuevas elecciones. Era la primera vez que la manifestación dominical se celebraba sin la presencia de los miembros del consejo de coordinación de la oposición, que o bien están exiliados o en prisión, con excepción de la Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich. En Minsk los manifestantes superaban los 100.000, según diversos asistentes, aunque el Ministerio del Interior cifró la participación en 3.000. Las fuerzas de seguridad actuaron con más dureza que en semanas anteriores, según la información vertida en los canales independientes de Telegram, y en la capital se registraron más de 400 detenciones.

Las autoridades bielorrusas confirmaron también que el domingo hubo disparos al aire y el canal de televisión ruso Dozhd, que cubre exhaustivamente las protestas, informó de que el clima de las manifestaciones es ahora de mayor temor y más crispado. También en la marcha de mujeres el sábado, los agentes fueron más duros y expeditivos que en ocasiones anteriores. Desde el exilio y en vísperas de la reunión de Sochi, la principal contendiente de Lukashenko, Svetlana Tijanóvskaia, advirtió al presidente Putin que considera al bielorruso como un dirigente ilegítimo y que por lo tanto, según dijo, los documentos firmados por él no tienen ningún valor y serán revisados por futuros dirigentes del país.