El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, inspecciona a las tropas durante el aniversario de la batalla de la Malazgirt, este miércoles.AP

Francia e Italia se han sumado este miércoles a las maniobras militares puestas en marcha por Grecia y Chipre en el Mediterráneo oriental, unos ejercicios destinados a contrarrestar la creciente beligerancia de Turquía en la zona. La operación aeronaval, bautizada Eunomia, coincide con las reuniones en Berlín de los ministros europeos de Defensa (miércoles) y de Asuntos exteriores (jueves y viernes), unas citas en las que se intentará consensuar una posición común de la UE frente al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

Alemania, país que ostenta la presidencia de turno de la Unión Europea este semestre y anfitrión de las reuniones, intenta reducir la tensión para evitar un choque frontal. La titular alemana de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, ha indicado que “la situación es muy tensa”. Y reconoce que “es un conflicto muy complicado, que no se puede solucionar de la noche a la mañana”.

A la reunión del miércoles en Berlín también asiste el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, con quien se ha reunido el ministro griego de Defensa, Nikolaos Panagiotopoulos, para comentar la escalada de tensión en el Mediterráneo. “Estamos preocupados por la situación”, admitía Stoltenberg a su llegada a Berlín. Y recordaba que Turquía y Grecia, ambos miembros de la OTAN, “han sido importantes aliados durante muchos años” y abogaba por un restablecimiento del diálogo entre ambas partes.

En los últimos meses, se han multiplicado los conflictos de los socios europeos con Ankara y abarcan desde las disputas sobre aguas territoriales que atañen a Grecia o Chipre al choque con Francia en las guerras de Libia o Siria. Alemania intenta mediar para evitar una peligrosa escalada de la tensión. “Acercándose demasiado al precipicio se corre el riesgo de caerse”, alertó el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, tras visitar el martes Ankara y Atenas.

El Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, planteará en Berlín varias vías para intentar encauzar las relaciones con Erdogan, incluida la ampliación de las sanciones si Turquía continúa con las prospecciones gasísticas en aguas reclamadas por Chipre y Grecia. Será “un amplio catálogo de medidas”, ha señalado Borrell durante una rueda de prensa conjunta con Kramp-Karrenbauer. El jefe de la diplomacia comunitaria es partidario de evitar el choque frontal con Ankara y aboga, como Berlín, por una solución diplomática. Pero, de momento, la presencia de barcos y aviones de guerra en el Mediterráneo sigue aumentando.

La operación aeronaval Eunomia se prolongará durante tres días, con Francia aportando “tres aviones [de combate] Rafale, dos fragatas y un helicóptero a estas maniobras europeas”, según detalló la ministra gala de Defensa, Florence Parly. La ministra advirtió que el menaje de la operación es claro: “el respeto al derecho internacional debe ser la norma, no la excepción.”

El Ministerio de Defensa griego ha asegurado que Eunomia buscará “reforzar la seguridad y la estabilidad en la región y garantizar la libertad de navegación”. Grecia acusa a Turquía de “violar repetidamente” la Convención de la ONU sobre la Ley del Mar (que Ankara no ha firmado) y las normas del derecho internacional. Grecia advierte, además, que las maniobras de esta semana son el inicio de una cooperación más estrecha y permanente entre los ejércitos de los cuatro países participantes. “La Iniciativa del Cuarteto contribuirá a fortalecer en la región una presencia militar colectiva naval y aérea, basada en el mutuo entendimiento, el diálogo y la cooperación”.

La tensión entre Atenas y Ankara, siempre latente, se ha exacerbado en los últimos meses con el descubrimiento de importantes yacimientos de gas submarino en aguas reclamadas por Grecia y Chipre. La UE ha cerrado filas con los dos socios europeos e inició un proceso de sanciones contra Turquía que, de momento, se ha traducido con la prohibición de entrada en territorio comunitario de dos directivos de la petrolera turca y la congelación de sus bienes.

Grecia y Chipre, con el apoyo de Francia, reclaman un castigo más severo contra el régimen de Erdogan. Pero otros socios, entre ellos Alemania y Francia, intentan evitar que el choque lleve la relación con Turquía a un punto de difícil retorno. Kramp-Karrenbauer ha asegurado que el Gobierno alemán está trabajando “a distintos niveles” para enfriar el conflicto.

Las tensiones turco-griegas, recordó la ministra alemana, suponen una amenaza no solo para la relación de sendos países, sino también para la Alianza Atlántica y la propia Unión Europea. La reciente visita a la zona de conflicto del ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, no ha producido de momento ningún avance significativo. Tras su visita del martes a Ankara y Atenas, Maas se mostró “extremadamente preocupado por la escalada de tensión en el Mediterráneo Oriental”.

EE UU también ha insistido en la necesidad de reducir la tensión en el Mediterráneo. Y aunque también dispone de naves en la zona, esta semana ha realizado prácticas tanto con la armada griega como con la turca.

Por su parte, Erdogan ha afirmado que Turquía está “determinada a hacer todo lo necesario” para seguir con sus planes. “No comprometeremos lo que es nuestro”, ha dicho Erdogan, recordando que ellos no tienen “el ojo puesto en el territorio, la soberanía y los intereses de otros”, por lo que no harán concesiones.

Ante la presencia griega y francesa en aguas mediterráneas —a escasos kilómetros de las costas turcas— el presidente Erdogan ha sido tajante desde que comenzó la disputa, mientras la Unión Europea ha buscado calmar las aguas mediante mensajes disuasorios a Ankara. Pero lejos de amedrentarse ante posibles sanciones, Turquía ha seguido inspeccionando la zona en disputa con el buque Oruc Reis y el blindaje de una flota naval que dice estar preparada ante cualquier amenaza. Erdogan reitera que no pestañeará en caso de necesitar utilizarla: “Queremos que todos vean que Turquía ya no es un país cuya paciencia, determinación, medios y valentía se pueden poner a prueba. Si decimos que haremos algo, lo haremos y pagaremos el precio”, ha asegurado el presidente en la conmemoración de la victoria de Malazgirt, una batalla que ganaron los turcos selyúcidas contra las tropas bizantinas hace 947 años.

Mientras Atenas reclama poder explotar las aguas que rodean sus islas –una de ellas a tan solo dos kilómetros de Turquía– Ankara se niega a aceptarlo y la ley internacional no resuelve el problema.

Entre las constantes escaramuzas verbales por el control del Mediterráneo Oriental, Erdogan afirmó la semana pasada que las prospecciones en el Mar Negro habían dado sus frutos con el hallazgo de 320.000 millones de metros cúbicos de gas natural. Según afirmó Ankara, el presente hallazgo era “el más importante en la historia de Turquía”. Pero dicho hallazgo, que según Erdogan “abre una nueva era”, no dará beneficios hasta 2023 cuando el hidrocarburo empiece a llegar a los consumidores y después de una previa inversión de unos 6.000 millones de dólares para extraerlo. El ministro de Energía, Fatih Donmez, aseguró que con la extracción de tal cantidad de gas se podrían reducir las importaciones, así como tener un perfil más fuerte a la hora de renegociar futuros contratos energéticos con los proveedores Rusia, Irán y Azerbaiyán.