Los casos de covid-19 se han disparado en el último mes en Venezuela: hay hospitales colapsados y sin insumos. A la par de la crisis sanitaria, Nicolás Maduro libra una batalla política y a contrarreloj avanza en la concreción de pasos y apoyos para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. La oposición ya ha dicho que no participará por los vicios en su convocatoria y organización, pero para el chavismo es vital movilizar votantes en masa, aún en medio de la pandemia, para revestir a la convocatoria de una legitimidad que ya ha sido puesta en entredicho por la comunidad internacional. “El pueblo va a rescatar la Asamblea”, dijo Maduro este lunes, reunido con la dirigencia del partido en una videoconferencia por Zoom que trasmitió por televisión.

Al comienzo del encuentro, Maduro pasó lista de los cuarenta miembros de la dirección nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), de los cuales al menos nueve, dijo, se han enfermado con la covid-19. Diosdado Cabello, número dos del chavismo y timonel de la organización política, intervino inesperadamente en una entrecortada y confusa llamada telefónica en la que se le oyó con una voz severamente afectada por la enfermedad, lo que generó dudas entre los espectadores sobre su identidad. “No estaba bueno el sonido cuando habló Diosdado”, justificó Maduro, quien antes había anticipado que Cabello no logró conectar su cámara de video y que por lo tanto solo hablaría por teléfono.

Desde el 8 de julio, cuando suspendió su programa televisivo semanal por una supuesta alergia, Cabello solo había enviado algunos tuits. En uno de ellos confirmaba que había dado positivo en la prueba para la covid-19. Hace días habían corrido rumores sobre el agravamiento de su estado de salud. Esta llamada es la primera intervención pública del político en un mes, tiempo en el que muchos pacientes no se recuperan plenamente de la enfermedad. Pero el chavismo, aparentemente, consideró muy necesarias sus palabras como para sacarlo del reposo.

Cabello habló durante 10 minutos, dando cuenta de los avances hechos con la maquinaria del partido para las cruciales elecciones legislativas. “Estas son unas elecciones que tienen una importancia fundamental para darle un cambio a lo ocurrido en 2015 [cuando la oposición alcanzó el control de la Asamblea Nacional], cambiar a quienes intentaron dar golpes de Estado y para que sepamos cuánto nos costó haber perdido esas elecciones por las circunstancias que hayan sido. Eso debe ser un llamado a la unidad perfecta”, afirmó Cabello.

En la misma transmisión, Maduro respondió en tiempo real las especulaciones que corrieron inmediatamente en redes sociales sobre la autenticidad de la llamada. Llamó “imbéciles” a quienes pusieron en duda que se tratara de Cabello. “¿Quién va a ser? ¿Guaidó?”, se mofó. Sin embargo, el manejo comunicacional por parte del líder de la revolución bolivariana resultó confuso. “Poco a poco, Diosdado. No hay apuro”, le dijo Maduro a Cabello. “Cumples las tareas que puedas cumplir”, y despidió la llamada.

El PSUV emprende el camino hacia las legislativas sin recursos y sin posibilidad de hacer mítines por la cuarentena. La próxima semana, anunció Maduro, inscribirán a sus 277 candidatos, además de los suplentes, una tarea en la que, en los últimos años, ha sido clave Cabello para barajar las cuotas de poder entre un partido monolítico que no renueva a su dirigencia desde 2014 y sus aliados, y para movilizar a los militantes en las regiones.

En estas condiciones van a la cita en la que aspiran desquitarse -aunque no son unas elecciones realmente competitivas- de la derrota de 2015 cuando el PSUV solo obtuvo 55 asientos de la Asamblea Nacional y la oposición barrió con la mayoría calificada, el comienzo del espiral de hostilidades institucionales que han terminado en el arrinconamiento judicial del Parlamento, la persecución política de sus diputados y la profunda deriva democrática de Venezuela.