François Fillon y su esposa, Penelope Fillon, junto al abogado de ambos, Antonin Levy, a su llegada al tribunal, este lunes en París. En vídeo, Fillon es condenado a cinco años de cárcel.BERTRAND GUAY (AFP)

François Fillon, exprimer ministro de Francia y candidato frustrado en la última elección presidencial, fue declarado el lunes culpable de desviar dinero público y condenado a cinco años de prisión, de los cuales tendría que cumplir dos, por el caso de los empleos ficticios de su esposa, Penelope Clarke. Los abogados recurrieron la sentencia, por lo que seguirá en libertad.

Fillon estaba acusado de haber desviado más de un millón de euros en dinero público entre 1998 y 2013 mediante el pago a su esposa por trabajos como asesora parlamentaria. Durante el juicio, que empezó el 26 de febrero, el matrimonio Fillon no ha logrado demostrar que estos trabajos se hubieran realizado.

La revelación por los empleos ficticios en enero de 2017 arruinó la carrera del político conservador a la presidencia, en la que partía como favorito, y despejó el camino para la victoria de Emmanuel Macron.

Fillon deberá pagar una multa de 375.000 euros y estará diez años inhabilitado. Clarke fue condenada a tres años de prisión exentos de cumplimiento, una multa de la misma cuantía que su marido, y dos años de inhabilitación. Su colaborador Marc Joulaud, que sustituyó a Fillon como diputado, fue condenado a tres años exentos de cumplimiento y cinco años de inhabilitación. Además, los tres deberá reembolsar a la Asamblea Nacional más de un millón de euros por daños e intereses.

El Tribunal correccional de París concluyó que Penelpe Clarke, o Penelope Fillon, no trabajaba como asistente parlamentaria sino que, como máximo, transmitía el correo o conversaba con los votantes en su circunscripción y comunicaba los mensajes a su marido, informa la cadena France Info. “Nada habría podido justificar la remuneración percibida”, añadió.

El intento de última ahora de los Fillon para reabrir el juicio fracasó. La petición fue ignorada. Los abogados se apoyaban en las revelaciones recientes de la Eliane Houlette, jefa de la Fiscalía Nacional Financiera, según las cuales en el invierno de 2017 recibió presiones de sus superiores durante la investigación.

Las palabras de Houlette, ya jubilada, ante una comisión de la Asamblea Nacional, alimentaron las teorías, defendidas por algunos simpatizantes de exprimer ministro, sobre una conspiración para acelerar el procedimiento e impedirle ganar las elecciones. Según esta teoría, nunca probada, sin la intervención de los jueces hoy Fillon, en vez de Macron, sería el presidente de la República.

Fillon fue víctima de sus propias palabras en aquella campaña. Primero, para atacar a su rival en las primarias de la derecha, el expresidente Nicolas Sarkozy, encausado en varios casos judiciales, preguntó durante un acto público: “¿Quién se imagina al general De Gaulle imputado?” Era una manera de decir que estar imputado le inhabilita a cualquiera para ostentar la jefatura del Estado.

Después, cuando ya era candidato y el semanario Le Canard Enchaîné publicó las primeras revelaciones sobre los cobros supuestamente ilegales, anunció con solemnidad que se retiraría de la campaña si era imputado. Cuando unas semanas después, los jueces le imputaron, mantuvo la candidatura.

En la misma campaña se publicó que Fillon, un político que hacía gala de su austeridad y probidad, recibió el empresario Robert Bourgi trajes por un valor total de unos 13.000 euros. Bourgi era amigo de Sarkozy quien, a su vez, era enemigo de Fillon, su antiguo primer ministro. Los odios internos en la derecha marcaron el ocaso de la campaña.

En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Fillon quedó tercero, con lo que no se clasificó para la segunda, que se disputó entre Macron y la jefa de la extrema derecha, Marine Le Pen. Aquella derrota, y las circunstancias en las que se produjo, aceleró la crisis de su partido, Los Republicanos, de la que todavía no se ha recuperado. Fillon abandonó la política.