María Sanjuán combinó su actividad en el futbol con los estudios. Fotos: Twitter @VillarealFc

CIUDAD DE MÉXICO.- María Sanjuán gasta las pocas horas de descanso para leer pedacitos de El Diario de Ana Frank en el camino del Hospital de La Fe de Valencia a su casa. No puede avanzar mucho en la lectura, porque sus turnos como enfermera son de 12, 17 y 24 horas. Es portera del Submarino Amarillo femenil (Villarreal CF) y desde hace dos meses cambió los guantes de vinil por unos de látex.

Es tremendo lo que estamos viviendo, pero tenemos que aportar nuestro granito de arena. Ayudo en una residencia para adultos mayores. Son horarios desgastantes y hay momentos desagradables. Lo importante es ayudar sin miedo. ¿El futbol?, lo extraño, pero hace rato que no me pongo debajo de una portería”, comenta María Sanjuán –vía telefónica- quien recién se entera que la liga femenil de España decidió terminar el torneo.

Ahora no pienso en futbol, he tenido algunos momentos para entrenar con mis compañeras del equipo, por medio de prácticas virtuales. Cuando el horario me lo permite, salgo a pasear a la montaña”.

Hace diez meses terminó su carrera como enfermera. Quería ser doctora como su mamá, pero tendría que haber dejado el futbol por los horarios demandantes. Fue requerida para internarse en un hospital de su natal Valencia y hacer frente a la pandemia.

En estas semanas he aprendido a ser fuerte, a controlarme en momentos difíciles. Estoy leyendo El diario de Ana Frank (1947), me gusta su carácter y su resistencia ante la adversidad”. Otra de sus lecturas más recientes es El niño con el pijama de rayas, texto también inspirado en los estragos de la Segunda Guerra Mundial.

Confiesa que su héroe en la meta es el español Iker Casillas y que a ella se le dio la portería “porque de niña quería jugar con mis hermanos y sus amigos a la pelota y me mandaban hasta atrás para que no molestara”.

La chica de 22 años ya se acostumbró a que los abuelitos de la residencia la miren “como si fuera una astronauta”, por la protección en la cabeza, los guantes y las botas. Ella estaba habituada a otros guantes y otras zapatillas.

¿Qué voy a hacer cuando la pandemia termine? Lo primero será correr a ver a la familia. Abrazar a mis abuelos”, agrega María Sanjuán, a quien se le agradece haber tomado la llamada en un respiro a su ajetreado nuevo mundo.