En Irak, el petróleo representa el 90% de su presupuesto; en medio de la caída de precios y la pandemia, el país podría contraerse 5%, estima el FMI.

Manifestantes antigubernamentales forcejean con la policía en Beirut el 27 de abril.AP

La histórica caída de los precios del petróleo derivada de la pandemia del coronavirus se está haciendo sentir en todo el Medio Oriente, donde naciones dependientes del crudo se afanan por compensar las pérdidas de su principal producto de exportación. Se anticipa que todas las naciones del Golfo Pérsico, incluidas las más ricas, sufrirán una contracción de sus economías y que Irak será la más golpeada.

Una merma en los ingresos podría exacerbar el malestar de amplios sectores que apenas tienen para sobrevivir y alimentar las tensiones sociales. Irak, por lo pronto, planea fuertes recortes a programas sociales que benefician a millones de empleados estatales. Arabia Saudita probablemente tenga que demorar megaproyectos. Egipto y el Líbano registrarán una importante disminución en las remesas que envían los numerosos migrantes que trabajan en el Golfo.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que las economías de los países exportadores de petróleo se contraerán hasta 5 por ciento, como en el caso de Irak.

Si bien algunos países del Golfo tienen abundantes reservas de divisas extranjeras que los ayudarán a salir al paso, hay otros que enfrentan situaciones acuciantes, en particular Irak, donde el petróleo representa el 90 por ciento de su presupuesto.

Irak enfrentó protestas masivas en los últimos meses ante el malestar general con el estado de la economía y con la corrupción. Es posible que estallen nuevas manifestaciones a raíz de la crisis asociada con el coronavirus. Todavía hay manifestantes acampados en la plaza central de Bagdad.

“Se está gestanto una tormenta perfecta para el verano”, expresó Sajad Jiyad, analista de Irak.

El petróleo se vende actualmente a 20 dólares el barril y por momentos alcanza niveles que no se veían desde el 2001. Un recorte de la producción del 23 por ciento acordado por la OPEP para estabilizar los precios agravará las cosas. Mayo y junio serán meses especialmente duros porque se agotará la capacidad de almacenamiento y resultará más difícil a los productores colocar su petróleo, según Robin Mills, CEO de Qamar Energy, firma de Dubai.

Todavía no se llegó al momento en que los países se quedan sin dinero, dijo Mills. “Pero es algo inevitable. Irak será el primero”.

El presupuesto del 2020 de Irak se basa en un precio del petróleo de 56 dólares el barril. El ministro del petróleo iraquí Thamir Ghadhban declaró hace poco que los ingresos del petróleo habían bajado 50 por ciento.

Ahora el gobierno analiza medidas como diferir el pago de beneficios sociales a los trabajadores estatales hasta que mejoren las condiciones económicas. Esto aliviaría la situación, pero podría aumentar el malestar y generar protestas. Los beneficios adicionales representan entre el 50 por ciento y el 70 por ciento de los ingresos de un empleado estatal.

Ese tipo de recortes, sin embargo, no alcanzarían para compensar la caída de los precios del petróleo, según expertos.

Para completarla, Irak se comprometió a reducir su producción un millón de barriles diarios en mayo y junio en el acuerdo de la OPEP.

En el país, por otro lado, hay un vacío de poder desde la renuncia del primer ministro Adel Abdul-Mahdi a raíz de las protestas. Su sucesor Mustafá Kadhimi debe presentar su gabinete la semana que viene y enfrenta fuerte oposición de varios sectores.

La caída de precios afectará los planes de desarrollo en toda la región.

Arabia Saudita, el principal productor, reducirá sus gastos 5 por ciento y se esperan más recortes.

El príncipe heredero Mohammed bin Salman proyecta nuevas ciudades y otras grandes obras, pero esas iniciativas probablemente tengan que ser demoradas por una disminución en las inversiones y demás problemas derivados del COVID-19.

Igual que los saudíes, Kuwait tiene amplias reservas, pero Barein carga con una deuda equivalenet al 105 por ciento de su PBI.

La caída de los precios combinada con la pandemia se hará sentir con fuerza en Egipto, Jordania y el Líbano, cuyas economías dependen en buena medida de las remeses que envían migrantes que trabajan en los países ricos del Golfo.

En el Líbano, las remesas representan el 12.5 por ciento del PBI, en Egipto el 10 por ciento.

“¿Qué haremos para sobrevivir de ahora en adelante? Vamos a pasar hambre”, comentó un libanés esta semana mientras esperaba cobrar un giro en Beirut, en el último día en que se permitían las transferencias desde el exterior. Su hermano mayor le envía dinero todos los meses desde Qatar.