Los temores por el brote de coronavirus han causado que un gran número de estudiantes a nivel global se ausenten de sus escuelas. La Unesco ha llamado a esta interrupción “sin precedentes” una verdadera amenaza para el derecho a la educación en el mundo.

El cierre de las escuelas en 13 países por el COVID-19 ha dejado a alrededor de 290 millones de alumnos en casa en todo el mundo hasta el 4 de marzo, según informó la agencia de educación de la ONU en un comunicado.

“Si bien los cierres temporales de escuelas como resultado de la salud y otras crisis no son nuevos, desafortunadamente la escala global y la velocidad de la interrupción educativa actual no tienen paralelo y, si se prolonga, podrían amenazar el derecho a la educación”, advirtió la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.

El organismo está brindando apoyo inmediato a los países, incluidas soluciones para la educación a distancia. “Estamos trabajando para asegurar la continuidad del aprendizaje para todos, especialmente los niños y jóvenes desfavorecidos que tienden a ser los más afectados por el cierre de escuelas”, dijo Azoulay.

La Unesco convocará a una reunión de emergencia de ministros de educación el proximo 10 de marzo para compartir dudas y estrategias para mantener la continuidad del aprendizaje y garantizar la inclusión y la equidad.

Hasta el 4 de marzo de 2020, 22 países en tres continentes han anunciado o implementado el cierre de escuelas como estrategia para controlar el coronavirus. Hace solo dos semanas, China era el único país que ordenaba cierres.

Desde entonces, 13 países han cerrado escuelas en todo el país, impactando a 290.5 millones de niños y jóvenes que normalmente asistirían a clases de preescolar a secundaria superior. Otros nueve países han implementado cierres escolares localizados para prevenir o contener COVID-19. Si estos también ordenaran el cierre de escuelas, 180 millones de niños y jóvenes más se quedarían sin escuela.

En respuesta, la Unesco apoya la implementación de programas de educación a distancia a gran escala, y recomienda aplicaciones y plataformas educativas abiertas que las escuelas y los maestros pueden utilizar para llegar a los alumnos de forma remota.

Cuando las escuelas cierran, el rendimiento educativo sufre, afirma la Unesco. La interrupción de la escolarización también conduce a otras pérdidas más difíciles de medir, incluidos los inconvenientes para las familias y la disminución de la productividad económica a medida que los padres luchan por equilibrar las obligaciones laborales con el cuidado infantil.

Los cierres también agravan las desigualdades educativas: las familias económicamente favorecidas tienden a tener niveles más altos de educación y más recursos para llenar las brechas de aprendizaje y proporcionar actividades de enriquecimiento a los niños que no pueden asistir a la escuela.

La Unesco -dice- está trabajando para responder al COVID-19, una importante crisis de salud que ahora afecta a todo el planeta. La organización continuará monitoreando el tamaño, la escala y la extensión geográfica de los cierres de escuelas, y está lista para apoyar a los países a medida que adopten medidas inclusivas apropiadas.