El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, celebra junto a sus seguidores el resultado electoral en Tel Aviv, este martes. En vídeo, sus reacciones y las de Benny Gantz. AMIR COHEN (REUTERS)

En las legislativas celebradas el lunes en Israel, las terceras en menos de un año, la derecha liderada por Benjamín Netanyahu encabeza los resultados, una vez escrutado el 90% de los sufragios, con 59 de los 120 escaños en liza, en un vuelco electoral inesperado. En la madrugada de este martes, el primer ministro celebró los resultados preliminares. “Es la victoria más importante de mi vida”, dijo. El lento recuento oficial, debido a un nuevo sistema de verificación que retrasa la publicación de los resultados, asigna al Likud de Netanyahu 36 diputados, frente a los 32 de la alianza centrista Azul y Blanco, liderada por el exgeneral Benny Gantz. El alza de la participación en los comicios, que alcanzó el 71% al cierre de las urnas, parece haber sido clave para intentar poner fin al bloqueo político.

Mientras que las fuerzas ultraortodoxas y de extrema derecha aliadas de Netanyahu han mantenido o aumentado sus posiciones respecto a los comicios del pasado septiembre, en el bloque de la oposición, la izquierda laborista y pacifista se desvanece y retrocede cuatro escaños sobre los 11 que sumaba, según datos oficiales citados por el diario Haaretz. La alta movilización del electorado de origen palestino, una quinta parte de la población israelí, ha permitido alcanzar a la Lista Conjunta árabe una representación de 15 parlamentarios, que la ratifica como tercera fuerza de la Kneset (Asamblea legislativa).

A juicio del analista político Daniel Kupervaser, el fuerte incremento del índice de votación entre la minoría árabe, y la presencia en los colegios de un gran número de electores ultraortodoxos y colonos de los asentamientos, están en el origen más plausible de este vuelco en la tendencia electoral favorable a Netanyahu.

De acuerdo con los últimos sondeos autorizados en la campaña, publicados el viernes, las elecciones estaban llamadas a reeditar el bloqueo político. Sin embargo, los augurios sobre un alza de la abstención por miedo al coronavirus reflejados en varias encuestas no se cumplieron. Las televisiones israelíes ofrecieron imágenes de largas colas de personas en cuarentena voluntaria en sus domicilios ante centros especiales de votación. Una de ellas, megáfono en mano, pidió no ser tratada como “un leproso”.

Más de 4.000 de los 5.000 electores sometidos a aislamiento por riesgo de estar contagiados por el coronavirus acudieron a depositar su sufragio con guantes y mascarillas a algunos de los 18 centros de voto habilitados en tiendas de campaña bajo la supervisión de personal sanitario. Los funcionarios del Comité Electoral Central se han negado a recontar estas papeletas, según informa The Jerusalem Post.

Al depositar su voto en Jerusalén, Netanyahu llamó a vencer el temor al coronavirus. “Está totalmente controlado por los responsables sanitarios”, aseguró, “todos pueden acudir a las urnas a votar con confianza”. El primer ministro ha prodigado su presencia pública en la recta final de la campaña para movilizar a sus partidarios, aparentemente con buenos resultados.

La alianza conservadora que apoya a Netanyahu —de 70 años, y jefe de Gobierno desde 2009 de forma ininterrumpida—, parece haber repuntado con fuerza, según los primeros resultados oficiales. En el bloque de centroizquierda que respalda a Gantz, de 60 años, el apoyo de laboristas y pacifistas no ha bastado para fraguar una alternativa.

Alcanzar una mayoría de al menos 61 de los 120 escaños de la Kneset es el objetivo de la actual coalición liderada por el Likud, que ahora acaricia la victoria junto con los dos grandes partidos ultraortodoxos judíos —Unión por la Torá y el Judaísmo (askenazí), con siete escaños, y Shas (oriental o sefardí), con 10 diputados— y los de la extrema derecha nacionalista de la alianza Yamina, seis parlamentarios —encabezada por el ministro de Defensa, Neftali Bennett—. El empate técnico entre bloques ideológicos que forzó la sucesiva repetición de los comicios tras las legislativas de abril y septiembre de 2019 sigue planeando, no obstante, sobre las terceras elecciones legislativas celebradas en el Estado judío en los últimos 11 meses.

Tras los anteriores comicios, los partidos árabes garantizaron a Gantz apoyo parlamentario externo para desalojar del poder a Netanyahu, el jefe de Gobierno que más tiempo ha ocupado el cargo en la historia del Estado hebreo, más de 13 años, por encima de los mandatos del fundador de Israel David Ben Gurion. Ahora difícilmente podrán sumar una mayoría de bloqueo a la derecha junto con Azul y Blanco, laboristas y pacifistas.

La llave de la gobernabilidad, finalmente, puede seguir estando en manos del exministro de Defensa Avigdor Lieberman, cuyo partido conservador laico Israel Nuestra Casa (siete escaños) ha sido en los anteriores comicios el único capaz de romper el empate con sus votos si se decantaba por uno de los bloques. Si se confirman los resultados provisionales, su papel en la póxima Cámara será de nuevo determinante. Lieberman advirtió tras el cierre de las urnas de que no se moverá “ni un milímetro” en su posición de rechazo a la continuidad de Netanyahu como primer ministro.

El jefe de Gobierno se ha comprometido durante la campaña a acelerar la anexión de los asentamientos judíos en Cisjordania y del valle del Jordán, situados en territorio palestino ocupado. El anuncio del plan de paz del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, efectuado en enero en presencia de Benjamín Netanyahu, ha contribuido a frenar la caída electoral del líder del Likud después de haber sido inculpado por el fiscal general en tres casos de corrupción.

El próximo día 17 tiene fijada la primera comparecencia ante el tribunal de Jerusalén que juzga su caso. A pesar de ser el primer mandatario de Israel que se presenta a la reelección después de haber sido formalmente acusado de soborno, fraude y abuso de confianza, Netanyahu ha logrado remontar con brío en las urnas.