Decenas de refugiados caminan hacia la frontera griega desde la localidad turca de Edirne. TOLGA BOZOGLU EFE

Algunos centenares de sirios han comenzado a dirigirse hacia la frontera con Grecia tras informaciones, no confirmadas oficialmente aún, de que Turquía dejaría paso libre a los refugiados sirios que quieran escapar hacia la Unión Europea. Una iniciativa que se atribuye a un intento de Ankara por presionar a Bruselas a fin de que se implique en contener el drama humanitario que se vive en la frontera entre Turquía y Siria, donde se agolpan más de un millón de civiles que huyen de los ataques del régimen de Bachar el Asad. Esto, en plena escalada bélica en la región después de que una treintena de soldados turcos murieran este viernes en un ataque en la provincia de Idlib, principal foco de enfrentamiento entre Ankara y Damasco.

Según la cadena CNN-Türk, grupos de sirios partieron desde Estambul durante la noche y unos 300 habían llegado esta mañana a Edirne, localidad turca fronteriza con Grecia y Bulgaria, ambos países de la Unión Europea. La agencia estatal de noticias Anadolu publicó imágenes de grupos de sirios caminando por los campos en las inmediaciones de la frontera.

“Hemos escuchado que se estaban organizando autobuses hacia la frontera y hemos venido”, explicó a EL PAÍS Halil, un refugiado sirio que reside en Estambul: “La gente que ha llegado a Edirne dice que los turcos han abierto la frontera. Nosotros probaremos suerte, si los griegos la abren también, pasaremos, si no, habrá que volver a Estambul”. Halil, junto a varias decenas de sirios merodeaba este mediodía en el barrio estambulí de Fatih en torno a un par de autobuses cerrados. Aseguraban que anteriormente, al menos otros tres autobuses llenos de refugiados sirios habían partido de ese mismo punto en dirección a Edirne. Cuando uno de los vehículos abrió las puertas, los refugiados se agolparon a sus puertas intentando conseguir un puesto. Se trataba en su mayoría de hombres jóvenes, aunque también había parejas con niños de corta edad.

“Aquí la situación es muy mala, te hacen trabajar más de doce horas, te pagan poco. Si Dios quiere llegaremos a Grecia y de ahí a Alemania o a Suecia”, decía Adnan, sirio de Homs, quien reconocía que “ahora mismo es imposible regresar a Siria”. Otro joven, procedente de la localidad kurdosiria de Qamishlo explicó que en Turquía había sufrido abusos y accidentes laborales y que por eso decidía probar suerte partiendo hacia Grecia.

Todos los refugiados congregados en ese lugar se mantenían pegados al teléfono informando a sus familias sobre la última hora de la situación y explicaban que si funciona la apertura de fronteras llamarán al resto de su familia para que pasen. “Cruzar con ayuda de los traficantes es muy costoso, no tengo ese dinero para pagarlo, pero estos autobuses son gratis”, explicó Walid. Un hombre de unos cincuenta años, llamado Emir, aseguró haberse enterado de los autobuses a través de las redes sociales aunque no tenía demasiada información porque, se quejaba, desde la madrugada, Internet funciona a velocidad más lenta en Turquía y se han restringido algunas aplicaciones para que no se comparta “propaganda” respecto al ataque de anoche sobre los soldados turcos en Idlib.

Los autobuses que pudo ver este periodista contaban con el sello de TÜRSAB, la federación de agencias de viaje y turoperadores de Turquía y, según confesó uno de los conductores, pertenecían a la empresa Çelik Turizm. Un encargado de gestionar los viajes, que no quiso dar su nombre, afirmó a este diario que se han organizado a petición de “un ciudadano sirio llamado Mehdi que telefoneó de noche tras conocerse que se abriría la frontera y que aseguró que había muchas peticiones de sirios que querían ser trasladados a la frontera”. Preguntado por quien paga el fletar los vehículos, respondió: “Lo hacemos gratis, bastante nos ha costado mantener a los sirios aquí, así que ahora les ayudamos a que se vayan”.

Turquía acoge a alrededor de 3,7 millones de refugiados sirios, llegados desde que comenzó la guerra en el país vecino hace nueve años. Otro millón de personas se agolpan en la frontera del lado sirio, huidos de los combates en la castigada provincia de Idlib.