Disección en el banco de cerebros de la Fundación CIEN, en Madrid FUNDACIÓN CIEN

Un equipo de investigadores acaba de encontrar una clave para frenar al cáncer en el lugar menos esperado: el cerebro devastado de personas con alzhéimer. Los investigadores han descubierto que tau, una proteína que ha pasado a ser la principal sospechosa de causar esta enfermedad neurodegenerativa, tiene un efecto protector capaz de frenar el desarrollo del cáncer cerebral, o glioma.

Los gliomas suponen solo el 2% de los tumores cerebrales, pero son responsables del 7% de todas las muertes por cáncer. Cada año en España mueren unas 3.000 personas por tumores cerebrales.

El hallazgo es importante porque puede esclarecer un proceso del que apenas se sabe nada y que determina si una persona con cáncer de cerebro sobrevivirá o no. Los gliomas tienen diferentes grados de agresividad. Hasta el grado tres los tumores avanzan lentamente, son tratables y la supervivencia es de hasta 15 años. Pero si alcanzan el grado cuatro se transforman en glioblastomas, uno de los tipos de cáncer más letales que se conocen debido a la poca efectividad de los tratamientos disponibles y que suele acabar con la vida de los pacientes en 15 meses. Aún es un misterio por qué y cómo un glioma de baja agresividad se transforma en otro de alta letalidad.

El hallazgo del equipo español apoya la tesis de que la capacidad del tumor para generar nuevos vasos sanguíneos aberrantes para obtener nutrientes es fundamental para que un glioma se haga más agresivo. Los investigadores han demostrado que la proteína tau está presente en los gliomas menos agresivos. Cuando la cantidad de esta proteína disminuye, los tumores tienden a lanzar más vasos sanguíneos y volverse más agresivos. “Hasta ahora la tau era el malo de la película en neurodegeneración, el asunto es que aquí es el bueno, y es sorprendente, porque vemos que esta proteína se expresa en las células de glía [el sistema inmune del cerebro], mientras que en el alzhéimer solo la vemos expresada en las neuronas, a las que acaba matando”, explica Jesús Ávila, investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO-CSIC) y coautor del estudio. “En los gliomas la proteína tau tiene un factor protector, a más proteína, menos proliferación tumoral”, detalla.

El equipo ha usado muestras de cáncer cerebral de 180 pacientes de los hospitales 12 de Octubre, Gregorio Marañón y Ramón y Cajal, en Madrid, y la Fe, en Valencia. También ha corroborado el hallazgo con muestras de otros 700 pacientes de una cohorte recopilada por la Universidad de California. En un experimento con células de pacientes con glioma y con ratones que sufren esos tumores, los investigadores han descubierto que un fármaco derivado del taxol ya estudiado para otros usos oncológicos es capaz de imitar el papel protector de la tau, frenar el avance de los gliomas y hacer los tumores más vulnerables a la quimioterapia.

“Los tumores cerebrales agresivos son muy desalentadores”, explica Ricardo Gargini, investigador del CBMSO y del Instituto de Salud Carlos III y autor principal del trabajo, publicado este miércoles en Science Translational Medicine. “El tratamiento incluye cirugía, pero poco después el cáncer vuelve a aparecer. La mayoría de ensayos clínicos con pacientes para probar nuevos fármacos no están dando resultados positivos”, añade.

Este estudio es interesante porque abre una nueva vía por la que buscar un nuevo tratamiento, aunque aún harán falta años de investigación. “El taxol es un compuesto poco tóxico y podría tener un impacto sumado a los tratamientos convencionales”, resalta Gargi. Antes habría que demostrar que el fármaco funciona en varios ensayos clínicos con pacientes, un proceso de años y que requiere una importante suma de dinero. “Para llevarlo a cabo necesitamos el interés de las empresas farmacéuticas”, explica Gargini.

Más a corto plazo, el estudio aporta un conocimiento básico importante. Los investigadores han dilucidado que la proteína tau ejerce su efecto beneficioso porque refuerza los microtúbulos, que son parte del esqueleto de las células. Una de las primeras cosas que hace el cáncer para proliferar es debilitar ese esqueleto, lo que a su vez facilita que una célula pueda empezar a generar hijas por un proceso de división llamado mitosis: de una sola célula surgen dos; de dos, cuatro; de cuatro, ocho… La expresión de tau impide que esa maquinaria de proliferación se ponga en marcha.

“Creemos que tau es una llave entre alzhéimer y cáncer”, resume Gargini, biólogo molecular de origen argentino. Uno de los objetivos ahora es entender si esa llave funciona también a la inversa y puede ofrecer alguna esperanza en esta enfermedad neurodegenerativa que sufren unos 50 millones de enfermos en todo el mundo y de la que se espera que su incidencia se triplique para 2050, pues está asociada al envejecimiento de la población.

Aunque el alzhéimer se descubrió hace más de un siglo, se ignoran sus causas y hoy por hoy no existe ningún tratamiento efectivo. Grandes compañías farmacéuticas han invertido sumas millonarias en intentar desarrollar nuevos fármacos. Todas han fracasado, sobre todo porque su principal táctica, acabar con las proteínas amiloides que se acumulan sin freno en el cerebro de los pacientes, no ha resultado efectiva.

Tras este fracaso ha llegado el momento de la proteína tau, que tiene una variante normal que no causa ningún problema. Pero en el cerebro de pacientes con alzhéimer la tau está mal plegada, con lo que no puede ser eliminada y pasa a acumularse en ovillos hasta que acaba matando a las neuronas. “Uno de los indicadores precoces del alzhéimer es que los vasos sanguíneos que protegen al cerebro se vuelven permeables. Ahora vemos que tau tiene una función que limita el desarrollo de vasos sanguíneos aberrantes en cáncer. Esto abre nuevas preguntas sobre su papel en el alzhéimer. Nuestra opinión es que la proteína tau funciona tal vez como un guardián del cerebro en su forma normal”, señala Gargini.

Dos expertos independientes en la investigación de nuevos tratamientos contra tumores del encéfalo destacan el interés del estudio. “Utilizando el modelo de glioblastoma y entendiendo el papel de tau en esta enfermedad y cómo es capaz de regular los vasos sanguíneos podríamos comprender también cuál es el papel de esta proteína en la disfunción neurovascular de enfermedades como el alzhéimer”, resalta Marta Alonso, experta en gliomas infantiles de la Clínica Universidad de Navarra.

“Es un artículo provocador y por tanto, interesante, pues obliga a pensar sobre asuntos en los que uno no repara normalmente”, resalta Juan Fueyo, neurólogo experto en glioblastomas que trabaja en el Centro de Cáncer MD Anderson. El trabajo “abre un número de preguntas que deberán ser contestadas por otros estudios, pero tiene el valor de hacer que nos percatemos de que quizá entender la patofisiología de otros trastornos del encéfalo pueda ayudarnos a entender mejor la naturaleza íntima de los gliomas cerebrales”, opina. El estudio también “reivindica que, después de unos descalabros iniciales, ha llegado el momento de replantearse la vasculatura de los tumores como una válida diana terapéutica. Esta estrategia podría ser complementaria con otras dirigidas contra las células malignas y la inmunoterapia”, resalta.