Las sanciones que aprobó el viernes pasado el presidente de EE UU, Donald Trump, contra las empresas que participan en el multimillonario gasoducto Nord Stream 2 —que conectará Rusia y Alemania a través del mar Báltico—, causarán un considerable retraso en la construcción del conducto, que debía estar operativo para 2020, según anunció ayer el Coordinador Transatlántico del Gobierno alemán, Peter Bayer. La compañía suiza Allseas anunció el sábado la suspensión de los trabajos —queda un tramo de 160 kilómetros— debido a las medidas de Washington, según se desprende de un comunicado de la empresa. “En previsión de la promulgación de la Ley de Autorización de Defensa Nacional, Allseas ha suspendido sus actividades del gasoducto Nord Stream 2”, dice el texto.

Junto con la italiana Saipem, Allseas era la encargada de tender las tuberías del gasoducto. “Hay alternativas, pero retrasarán la finalización del oleoducto y también conllevarán mayores costos”, admitió Beyer quien dijo esperar que “el oleoducto esté terminado en la segunda mitad del próximo año”, declaró a la radio Deutschlandfunk.

El anuncio de las sanciones amenazan con convertirse en una pesada carga en las relaciones germano-americanas y algunos miembros del Gobierno alemán han calificado la medida de Trump como un “acto hostil”. En la misma línea, el ministro de Finanzas alemán y vicecanciller, Olaf Scholz (SPD) calificó la medida como una “grave injerencia” en los asuntos internos de Alemania y Europa. “Rechazamos firmemente esto”, dijo Scholz. No obstante, el Gobierno de Angela Merkel ha optado por no adoptar contramedidas contra Washington porque las sanciones no están dirigidas directamente contra Alemania.

De hecho, las sanciones establecidas en la Ley para la Protección de la Seguridad Energética de Europa están dirigidas a los inversores y empresas que están colocando las tuberías del gaseoducto en el mar Báltico como las ya citadas Allseas (Suiza) y Saipem (Italia).

El gasoducto, que tiene un coste de más de 10.000 millones de euros, una longitud de unos 1.200 kilómetros y una capacidad de transporte de unos 50.000 millones de metros cúbicos al año, ha sido considerado por la Casa Blanca, desde que Trump asumió el poder, como un “grave riesgo” para la seguridad de Europa. Y es que Washington está convencido de que el Nord Stream 2 aumentará la capacidad de control de Moscú sobre el suministro de energía hacia la UE, reducirá la participación del gas licuado estadounidense en el mercado europeo y terminará convirtiendo a Alemania en “un rehén de Rusia”.