La OTAN cumple 70 años envuelta en una cacofonía de voces. Antes de arrancar los festejos en Londres, el presidente de EE UU, Donald Trump, ha arremetido este martes contra Francia y tildado de “insultantes” los comentarios de su líder, Emmanuel Macron, sobre el estado de “muerte cerebral” de la OTAN. Aunque ambos mandatarios rebajaron más tarde el tono en una inusual comparecencia, un nuevo órdago de Turquía, amenazando con bloquear el consenso sobre Rusia, volvió a tensar la cuerda. Los líderes de los 29 países aliados tratarán este miércoles de cerrar heridas para despejar el futuro de la organización.

El encuentro de líderes de los países de la OTAN en Londres arrancó crispado incluso antes de inaugurarse. Al intercambio de invectivas entre Trump y Macron se sumó un episodio de mayor calado aún. Se trata de las fricciones con Turquía, miembro de la OTAN, aunque cada vez más distanciado del núcleo duro por su papel en la guerra de Siria y su reciente adquisición de material militar ruso (los sistemas de defensa antimisiles S-400). Antes de viajar a Londres, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, amenazó con bloquear una de las piedras angulares de la actual política aliada respecto a Rusia: la protección de los países bálticos.

Para levantar su veto, Erdogan exige que la Alianza considere terroristas a las milicias kurdas YPG, hasta hace poco apoyadas por Estados Unidos en la contienda siria. “Si nuestros amigos de la OTAN no reconocen como organizaciones terroristas las que nosotros consideramos como tales… nos opondremos a cualquier paso que se quiera dar”, avisó Erdogan. Tras estas advertencias, el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, aseguró que el asunto se abordará este miércoles, sin expectativas de que quede resuelto. Y Macron exigió “aclaraciones” a Turquía sobre su posición en la Alianza.

El otro frente de los desencuentros entre líderes aliados se sitúa entre París y Washington. Las duras críticas que Macron vertió hace unos días sobre la Alianza Atlántica han soliviantado este martes a Trump, que hasta hace poco era quien más cuestionaba a la organización. El presidente estadounidense no dudó en calificar de “insultantes” las declaraciones de Macron, que atribuyó a la OTAN “un estado de muerte cerebral”. Trump cargó las tintas contra Francia tras reunirse con Stoltenberg, en las horas previas al comienzo de la cumbre que conmemora el 70º aniversario de la OTAN.

“Fue muy insultante (…) una declaración muy, muy desagradable para los 28 países aliados”, lamentó Trump ante la prensa, acompañado de Stoltenberg. El líder estadounidense quiso devolver el golpe a Macron aludiendo a que “Francia no va bien en absoluto desde el punto de vista económico” y recordando la crisis de los chalecos amarillos. “No se puede ir por ahí haciendo declaraciones de este tipo sobre la OTAN. Es muy irrespetuoso”, zanjó.

Apenas un año y medio después de que Trump desconcertara a sus socios en la Alianza cuestionando veladamente el principio de defensa colectiva e insistiendo sin tregua en que los aliados elevasen su gasto militar, las palabras de Macron han cambiado las tornas. Ahora es el mandatario francés quien suscita recelos en la cúpula de la Alianza.

Pragmatismo
Conscientes del impacto de esa colisión, Trump y Macron decidieron más tarde comparecer juntos y someterse durante casi 40 minutos a las preguntas de la prensa. Ninguno de los dos se desdijo, pero tanto su lenguaje gestual como sus argumentos revelaron un pragmatismo mayor que el mostrado hasta ese momento.

La controversia sobre el papel de la Alianza Atlántica no es el único —ni siquiera el principal— contencioso que Trump mantiene con Macron. La víspera de su viaje a Londres, Washington amenazó a Francia con imponer aranceles del 100% sobre bienes franceses como represalia a la tasa digital francesa sobre las grandes tecnológicas. Trump considera este gravamen discriminatorio hacia las empresas estadounidenses (la mayoría de los gigantes de Internet están radicados en EE UU).

Mucho más comedido, el líder de la OTAN se limitó a señalar su desacuerdo con Macron respecto a la salud de la organización y a enfatizar: “Nunca deberíamos cuestionar la unidad ni la defensa mutua”. Durante su intervención en un foro de expertos en seguridad, Stoltenberg avanzó que el encuentro de este miércoles servirá para “abrir una reflexión sobre cómo reforzar la dimensión política de la OTAN”.

Sin la vehemencia de Macron, otros líderes sugieren la necesidad de reformar una organización que nació en 1949 como bloque disuasorio para Rusia y que hoy debe hacer frente a otros muchos retos. “No creo que se pueda sobrevivir 70 años como alianza sin reflexionar de manera regular”, deslizó el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

UNA REUNIÓN SIN REPRESENTACIÓN DE LA UE
El encuentro de líderes en Londres rompe una breve tradición que se había instaurado en las últimas citas de alto nivel de la Alianza: invitar a los mandatarios de las instituciones europeas. Aunque los presidentes de la Comisión, el Consejo y el Parlamento no participan en ningún órgano de la OTAN, la cúpula de la UE había asistido a encuentros informales celebrados en los márgenes de las citas aliadas tanto el año pasado, en Bruselas, como en 2017, en Varsovia. En la capital polaca incluso se firmó una declaración conjunta de cooperación entre las dos instituciones, hoy algo ensombrecida por los continuos choques entre el presidente Trump y buena parte de sus socios europeos.

Fuentes diplomáticas restan importancia a estas ausencias y argumentan que se trata de una sesión de trabajo corta —formalmente, solo durante la mañana de este miércoles— con motivo del 70º aniversario de la organización. Se da la circunstancia, además, de que el país organizador de este acto es el Reino Unido, que planea —si no hay nuevos retrasos— abandonar la UE el 31 de enero.

Junto con los últimos puntos de fricción, es de esperar que la reunión de líderes aborde también el debate que ha monopolizado el discurso de la OTAN desde la llegada al poder de Trump: el incremento de los gastos militares. El líder estadounidense se ha mostrado este martes más conciliador que otras veces en este terreno al mencionar los esfuerzos de sus aliados para alcanzar el 2% del PIB de gasto militar nacional en 2024. Hoy son nueve los aliados que alcanzan ese porcentaje. Aun así, Trump aludió a “un par de países” que no llegan al 1% de su PIB. Se trata de España, cuyo gasto se sitúa en el 0,92%, y a Bélgica, que registra una centésima más (y descontado Luxemburgo, que solo destina un 0,56%).

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, enfatizará que España participa en todas las misiones de la OTAN y abogará por adaptar la Alianza a los nuevos retos, según las fuentes gubernamentales consultadas. Además de asistir en la noche del martes a la recepción que la reina Isabel II ofreció en el Palacio de Buckingham para los líderes aliados, Sánchez tiene previstas este miércoles reuniones bilaterales con los mandatarios de Macedonia del Norte —el país que probablemente se convierta en el 30º miembro de la Alianza—, Holanda, Canadá, Islandia y Turquía. España prevé mantener en territorio turco —en la frontera con Siria— las baterías de misiles antiaéreos Patriot que desplegó en 2015 para proteger al país de la guerra siria, en el marco de la cooperación de la OTAN. El compromiso expiraba este mes, pero el Gobierno planea renovarlo.