Yovanovitch, durante la declaración. En vídeo, señal en directo de la declaración de la exembajadora de Estados Unidos en Ucrania. AFP

Una campaña de desprestigio que acabó con una sólida carrera diplomática de 30 años. Una turbia figura que mueve los hilos en la sombra: el abogado personal del presidente Donald Trump, el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani. Esos son algunos de los hilos de la trama que está relatando este viernes a los estadounidenses desde el Capitolio, la exembajadora en Ucrania Marie Yovanovitch. Es la única testigo que comparecerá este viernes ante los congresistas que investigan el impeachment de Trump durante la segunda jornada de estas históricas audiencias públicas.

En la intervención que ha realizado antes de las preguntas de los congresistas, Yovanovitch ha explicado por qué es importante para Estados Unidos combatir la corrupción en Ucrania y por qué esa era su prioridad como embajadora. “No todos los ucranios abrazaron nuestros esfuerzos anticorrupción”, ha explicado.

Yovanovitch ha sostenido que figuras corruptas en Ucrania trataron de quitarla de su puesto (acabaría siendo despedida en mayo), y que encontraron aliados en Estados Unidos para lograrlo. “¿Cómo pudo nuestro sistema fallar así?”, se ha preguntado. “¿Cómo puede ser que intereses corruptos foráneos manipularan a nuestro Gobierno?”.

Yovanovitch ya contó, en su testimonio a puerta cerrada, un relato que han corroborado otros testigos, cómo Giuliani la acusó de maniobrar contra el presidente cuando, en realidad, lo que querían era deshacerse de ella porque la veían como un obstáculo en su objetivo de presionar al Gobierno ucranio para obtener trapos sucios sobre los rivales demócratas de Trump y, en particular, sobre las actividades en Ucrania del hijo del precandidato demócrata a la Casa Blanca y exvicepresidente Joe Biden. Unas presiones que son las que llevaron a los demócratas a iniciar el impeachment.

Yovanovitch ha explicado ya cómo, en la primavera pasada, le dijeron que “cuidara sus espaldas” y que se marchara de Kiev “en el siguiente avión”. Y ha contado su sorpresa cuando supo que su nombre salió en la conversación telefónica entre Trump y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, el pasado 25 de julio, en la que el presidente de Estados Unidos se refirió a ella como “una mala noticia” y dijo que le iban a “pasar algunas cosas”.

Los demócratas buscan un testimonio que conmueva al público, de una prestigiosa profesional que ha servido a seis presidentes, que exponga con crudeza cómo Trump estaba dispuesto a todo, incluso a marginar a la diplomacia oficial de su país y sustituirla por otra representación altamente irregular, para obtener beneficios políticos personales.