El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó en junio que los 71 mil miembros de su recién fundada Guardia Nacional traerían paz a un país aterrorizado por los cárteles de la droga. Pero cuando esta semana un presunto grupo armado asesinaron a tres mujeres y seis niños en la frontera de los estados de Chihuahua y Sonora, los miembros de la Guardia tardaron horas en llegar.

La innovación de seguridad característica de López Obrador, una fuerza policial civil vestida de camuflaje con muchos miembros retirados de las fuerzas armadas, no ha podido detener una matanza que ha cobrado cerca de 26 mil vidas este año. Eso se debe en parte a que se ha asignado una porción considerable del cuerpo para detener a los migrantes indocumentados objetivo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

A mediados de octubre, 4 mil 100 miembros de la Guardia fueron asignados a Sonora y Chihuahua, pero muchos de ellos fueron enviados a la frontera con EU, dejando desprotegido gran parte del territorio dominado por los cárteles.

La cifra es aproximadamente dos tercios del número asignado a los estados del sur de Chiapas y Oaxaca, donde la tasa de homicidios es inferior a la de los dos estados del norte y del promedio nacional.

Gran parte de la Guardia Nacional ahora está trabajando para evitar que los refugiados entren a México desde Honduras, El Salvador y Guatemala, como parte de un acuerdo migratorio entre López Obrador con el presidente estadounidense.

La cantidad de personas atrapadas ingresando a EU ha disminuido en aproximadamente dos tercios desde entonces, aunque los homicidios mexicanos se dirigen a un nuevo récord anual. Flor Cuevas, una activista de derechos humanos de Chihuahua, señaló que centrarse en los migrantes y no en los narcotraficantes es una “violación de los derechos humanos”.

“Hay un aumento en la violencia y la inseguridad. Mientras tanto, vemos una falta de compromiso o estrategia en la que estas tropas federales vigilan a los migrantes cuando tenemos este problema”, criticó.

La Guardia Nacional se creó este año a través de una enmienda constitucional. Obtendrá 56 mil millones de pesos, con base en la propuesta de presupuesto del Gobierno para 2020, su primer año completo de operación.

“Hemos progresado un poco”, dijo este jueves el presidente en su conferencia de prensa. “Ahora tenemos una Guardia Nacional que no estaba allí antes, hay más presencia y están agregando más miembros. Vamos a seguir avanzando. También están trabajando, haciendo algo muy especial e importante, en asuntos de inteligencia, porque es mejor usar bien la inteligencia y no apostar todo por la fuerza”.

La Guardia responde a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, dirigida por Alfonso Durazo, un político que ha trabajado para presidentes de los tres partidos que gobernaron México durante el siglo pasado. La fuerza en sí está dirigida por el general Luis Rodríguez Bucio, quien declinó una solicitud de entrevista.

México había planeado desplegar la Guardia primero en los puntos clave de actividad de los cárteles. Eso fue antes de que Trump amenazara en mayo con imponer aranceles debido a un aumento de los migrantes que llegaban a la frontera con Estados Unidos. El Gobierno de López Obrador hizo que Trump cancelara los aranceles a cambio de que la Guardia priorizara las operaciones de migración.

Este verano en Juárez, donde hay huecos en el muro fronterizo, las tropas de la Guardia estaban paradas en la maleza cada 500 metros más o menos, esperando pacientemente a que pasaran los migrantes.

Mientras tanto, los ataques de los cárteles se han vuelto cada vez más agresivos. En octubre, más de una docena de policías fueron asesinados en Michoacán por hombres que viajaban en camiones blindados. Días después, los miembros de un cártel aterrorizaron la ciudad de Culiacán con armamento pesado a plena luz del día. Luego vino la masacre del lunes en Sonora.

Los pistoleros emboscaron a miembros de la familia LeBarón, quienes cuentan con doble ciudadanía estadounidense y mexicana y son descendientes de un grupo mormón que ha estado en México desde fines del siglo XIX.

La familia fue atacada inicialmente alrededor de las 9:40 horas a lo largo de un camino remoto. Dos camionetas con otros miembros fueron atacadas a las 11:00 horas. Los pistoleros enviaron a unos niños que sobrevivieron la agresión a huir al desierto y algunos estuvieron escondidos bajo la maleza. Ocho sobrevivieron después de pasar horas solos. Los muertos incluyeron a gemelos de 8 meses.

El municipio donde ocurrió el ataque tenía solo dos policías, según datos de 2017, y el equipo de telecomunicaciones utilizado para alertar a las agencias policiales aparentemente falló.

Las autoridades informaron que se enteraron del ataque alrededor de las 14:30 horas. Las tropas finalmente llegaron a las 18:15 horas, desde el pueblo fronterizo de Agua Prieta. Los pistoleros del cártel ya se habían ido.

“Muchos de estos grupos realmente han fortalecido su control sobre ciertas regiones, y la frontera de Chihuahua y Sonora es completamente anárquica”, apuntó Howard Campbell, profesor de antropología cultural en la Universidad de Texas en El Paso, al otro lado de la frontera con Juárez, que es la ciudad más grande de Chihuahua.

Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Oficina de Presidencia, dijo el miércoles que el despliegue de unidades de la Guardia estaba programado antes del enfrentamiento arancelario con Estados Unidos y se basó en los niveles de violencia. La fuerza eventualmente se desplegará en casi el doble de regiones que ahora, según Ramírez.

Mauricio Kuri González, legislador del Partido de Acción Nacional (PAN) en el Senado, criticó que el hecho de que la Guardia no haya sofocado la violencia es un resultado directo de su enfoque en la migración.

“La Guardia Nacional no fue creada para ser el ‘muro’ de Trump, lo fue para garantizar la seguridad de nuestro país y sus ciudadanos”, resaltó.

Pero Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), ha dicho que es demasiado pronto para juzgar el impacto total de la Guardia, dado que solo tiene cuatro meses y duplicará sus miembros a 140 mil a mediados del periodo de López Obrador en 2021.

Llamado a la ‘guerra’
La masacre de los LeBarón provocó un llamado por Twitter de Trump para que Estados Unidos y México emprendieran “la guerra contra los cárteles de la droga y los borren de la faz de la tierra”. Eso está muy lejos de la promesa de campaña de López Obrador de una estrategia de seguridad basada en “abrazos, no balazos”. Ha enfatizado la creación de oportunidades laborales para brindar a los jóvenes mexicanos una alternativa a la vida delictiva.

“Esta postura no conflictiva solo ha potenciado y envalentonado a los cárteles de la droga”, afirmó Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la Administración de Control de Drogas de EU.

“López Obrador creó la Guardia Nacional, y no están brindando seguridad al estado, porque Donald Trump ha convencido a López Obrador de usarlos principalmente con fines de inmigración”, remarcó.

El presidente de México invirtió un importante capital político en la Guardia, lo que la convirtió en un contrapeso a su programa más amplio de formación de los jóvenes. Asistió a una ceremonia inaugural en un campo de desfiles militares en Ciudad de México en junio, saludando a 10 mil tropas camufladas al son de una corneta.

Su decisión de usar la Guardia para detener a los migrantes en las fronteras dejó a las regiones con alta violencia vulnerables, aseguró Gladys McCormick, profesora asociada de historia de la Universidad de Siracusa en Nueva York.

“Se puso muchas expectativas en la Guardia Nacional. Era miope no esperar que la violencia hubiera aumentado sin una política o un plan de seguimiento”, puntualizó.