En pocas oficinas se está haciendo hoy un esfuerzo serio por construir una estructura de seguridad interior usando las posibilidades de la seguridad pública y de la seguridad nacional. El lado flaco de la seguridad radica en la ausencia de una estructura profesional de inteligencia política del Estado.

El tema clave se localiza en la certeza de que la inteligencia política es fundamental para obtener información y procesarla en función de las necesidades de funcionamiento del Estado, pero desde 1918 con Carranza se toma más como oficina de seguridad política del grupo gobernante.

El nuevo gobierno lopezobradorista, en su reorganización de la estructura de seguridad pública, de nueva cuenta le otorga prioridad al tema de la inteligencia como información captada y procesada, pero se ha enredado en cuanto a su funcionamiento en oficinas, reglamentos y protocolos. El compromiso de crear un Sistema Nacional de Inteligencia ya no aparece en las prioridades, aunque ese tipo de captación y procesamiento de información sigue siendo una necesidad en las nuevas estrategias de seguridad por la ofensiva delincuencial contra el Estado.

El Programa para la Seguridad Nacional 2014-2018 del presidente Peña Nieto fue diseñado como salida tangencial a la imposibilidad política de entrarle de lleno a la profesionalización de la seguridad política del Estado vía un cuerpo especial dedicado a la inteligencia política. En ese documento se anunció la creación de un Sistema Nacional de Inteligencia que no pudo concretarse.

El problema de la inteligencia del Estado ha radicado en su espacio político de poder en Gobernación y no en una estructura autónoma. El Centro de Investigación y Seguridad Nacional quiso ser el espacio para la inteligencia del Estado, pero sin crear senderos de profesionalización. La Federal de Seguridad fue la policía política del gobierno en turno, el CISEN prefirió ser un cuerpo mal dotado que una institución confiable y ahora el Centro Nacional de Inteligencia aun no sabe qué quiere y sus directivos funcionan con la consigna lopezobradorista de no espiar…, cuando la función práctica indispensable que define la inteligencia es el espionaje.

Un Sistema Nacional de Inteligencia definiría un Estado de seguridad interior; es decir, una estructura transversal de las casi una veintena de oficinas que realizan labores de inteligencia: CNI, Guardia Nacional, Policía Federal, Sedena, Marina, Gobernación, Relaciones Exteriores, Estado Mayor presidencial, Fuerza Aérea, Seguridad y Proteccion Ciudadana, Presidencia, Senado, diputados, academia, centros privados, seguridad privada y embajadas de las grandes potencias.

En el 2001 el presidente Fox creó el Consejo de Seguridad Nacional para, entre otras cosas, coordinar a las agencias de inteligencia, pero nunca le dio todo el apoyo al consejero Adolfo Aguilar Zinser. De todos modos, la Ley de Seguridad Nacional vigente sigue considerando la existencia del Consejo de Seguridad Nacional con funciones y facultades, pero sin existir en la realidad.

El modelo de la inteligencia de los EE. UU. ha sido un punto de referencia, aunque con el criterio de que se trata de un Estado de seguridad nacional imperial para la dominación mundial. La CIA nació en 1947 para ser el espacio de investigación de inteligencia. En 1981 el presidente Reagan firmó la orden ejecutiva 12333 para crear de manera formal la Comunidad de Inteligencia que aglutina en la actualidad a 16 agencias de inteligencia, adscrita al Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

Esta estructura asumió más poder en el 2005 por la necesidad de Washington de responder con inteligencia y espionaje a los ataques del 9/11 de 2001. El primer director nacional de inteligencia o jefe nacional de espionaje fue John Dimitri Negroponte, un diplomático especializado en inteligencia y seguridad nacional y embajador en México de 2003 a 2005 y de aquí se fue a dirigir el espionaje. Se trata de una oficina con todo el poder para espiar dentro y fuera de los EE. UU.

En México no existe lo que pudiera ser asumida como una comunidad de servicios de inteligencia; hay oficinas que recopilan información –abierta o secreta– para sus propias funciones como una parte del Estado. El miedo a crear un monstruo del espionaje que se saliera de control ha impedido la profesionalización de la inteligencia. La Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional del CISEN supuestamente ahora en el CNI ha quedado en una oficina de capacitación de agentes del propio Centro.

La inteligencia se ha visto en México como una necesidad de la elite gobernante en diferentes para espiar a los disidentes y adversarios, no para defender al Estado. Pero la pluralidad que ha derivado en una dispersión social y política necesita de un Estado con inteligencia para proteger al Estado. Hacia ese objetivo debiera de apuntar el Sistema Nacional de Inteligencia anunciado, pero sin que vayan a entrar a la definición de la seguridad interior.

Sin inteligencia profesional, el Estado mexicano seguirá estando vulnerable adentro y afuera.

Política para dummies: La política se decide por información procesada; lo demás son puntos de vista.

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