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Nada mejor para el análisis político del neoliberalismo en el gobierno actual que las frases tomadas de la crónica futbolística verbal ingeniosa de Enrique El Perro Bermúdez. El presidente López Obrador acusa a Carlos Urzúa Macías de presentar en Hacienda un PND neoliberal, pero ocurre que en el PND de la oficina presidencial de Palacio Nacional se reconfirman las metas neoliberales para el sexenio 2019-2024.

Existen dos elementos probatorios de que la estrategia económica del gobierno actual, con o sin PND de Urzúa y con o sin PND de la oficina presidencial, está atada al cuello del neoliberalismo:

1.- El 27 de noviembre de 2018 México firmó un acuerdo con el FMI para mantener una línea de crédito de 76 mil millones de dólares pactado por el presidente Peña Nieto y Luis Videgaray y avalado por el gobierno electo de López Obrador. Este pacto es la esencia del modelo neoliberal fondomonetarista.

El acuerdo dice textualmente:

“El gobierno actual y el entrante han expresado su compromiso de mantener políticas y marcos de política económica sumamente sólidas, incluida la independencia de las instituciones a cargo de las políticas económicas (sobre todo Banxico). Se han comprometido asimismo a promover un programa de refirma para apuntalar el Estado de derecho y estimular la inversión privada. Será importante cumplir estrictamente estos compromisos para preservar los avances logrados a base de tanto esfuerzo e imprimir previsibilidad a las políticas”.

2.- En su visita a la oficina presidencial de Palacio Nacional en mayo pasado, la directora-gerente del FMI, Christine Lagarde, se congratuló que México fuera tan cumplidor de sus compromisos con el FMI de estabilidad macroeconómica (inflación controlada por PIB bajo, disminución de gasto social salarios bajos y recesión administrada); además, la jefa de la Policía –sí: policía– Financiera del Capitalismo (como se conoce al FMI) felicitó a México por la llamada “inclusión financiera” o incorporación de sectores pobres al sistema financiero para administrar subsidios, esa parte del modelo neoliberal que ahora tiene Banco Azteca como canal de distribución de recursos vía tarjetas de débito.

Por si fuera poco el reconocimiento del FMI y de éste a la política neoliberal mexicana, Lagarde ocupó la tribuna principal del Senado casi como jefa de Estado para reiterar que México es de los socios consentidos del FMI porque cumple con la racionalidad social, a fin de mantener estabilidad macro del capitalismo.

En el debate López Obrador-Urzúa y acusaciones mutuas de neoliberalismo, las pruebas se contienen en los dos PND oficiales: el de López Obrador –63 cuartillas de la Gaceta Parlamentaria del martes 30 de abril de 2019–; y el de Urzúa –225 páginas de la misma Gaceta–. La parte de Urzúa no necesita pruebas de consolidación de la doctrina estabilizadora neoliberal del FMI, un poco por su propio pensamiento, pero otro poco porque a Hacienda le corresponde vigilar el cumplimiento de la condicionalidad macroeconómica con el FMI porque cada año vienen a México supervisores de la policía financiera del FMI.

Lo importante es que el Plan del despacho presidencial también acepta la condicionalidad macro del FMI reiterada en su documento del 23 de marzo de 2016 del organismo. A pesar de sus severas críticas al neoliberalismo pasado, el Plan presidencial reitera el neoliberalismo presente del FMI: “velar por la estabilidad de las finanzas públicas y del sistema financiero”, aunque anuncia un “cambio de paradigma” y “una propuesta (sólo enunciada) posneoliberal”. En todo caso, pudiera ser el uso del modelo del FMI para llegar a “un modelo viable de desarrollo económico”. Esta parte recuerda el Plan Global de De la Madrid-Salinas en mayo de 1980: “un país crece como puede, no como quiere”.

En el punto “Economía para el bienestar” del Manifiesto anti neoliberal del PND presidencial se reiteran los principales criterios de la condicionalidad del FMI: “crecimiento con austeridad”, “disciplina fiscal”, “cese del endeudamiento”, “respeto a las decisiones autónomas del Banco de México (la obsesión del FMI)”. Y para tranquilizar a los neoliberales del FMI, el Plan define al nuevo Estado… que es el mismo: “garante de la soberanía, generador de políticas públicas coherentes y articulador de propósitos nacionales”.

En el asunto del Estado hay la única diferencia entre el Estado neoliberal salinista 1979-2918 y el Estado populista actual 2019-2024: el Estado intervencionista que desplaza al sector privado, sólo que dentro de la condicionalidad del FMI: no rebasar las metas de 2% de déficit presupuestal, no aumento del gasto sino sólo redireccionalidad, políticas sociales que no usen más gasto y manipulación del gasto para repartir riqueza sin que haya aumento del PIB con cargas inflacionarias.

Al final, se trataría de un neoliberalismo estabilizador con populismo contra la pobreza extrema, basado en gasto social reasignado que no aumente el gasto público inflacionario.

Política para dummies: Cortesía de Diego Fusaro: “muchos tontos de izquierda combaten un fascismo inexistente y aceptan el mercado”.

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