La canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Emmanuel Macron, reciben al presidente serbio, Aleksandar Vucic, en la cancillería en Berlín el lunes. MARKUS SCHREIBER AP

Hace 20 años que terminó la guerra de Kosovo, pero las cicatrices se resisten a desaparecer. Berlín y París se esforzaron el lunes por relanzar el diálogo estancado entre los antiguos contendientes de la región balcánica en una cumbre celebrada la capital alemana. El objetivo más urgente era resucitar el diálogo auspiciado por la Unión Europea entre Serbia y Kosovo, con el fin de amainar las recientes tensiones, en una región lacerada por las guerras que resultaron en la desintegración de la antigua Yugoslavia en los años noventa.

La canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Emmanuel Macron, ejercieron de anfitriones en la cumbre que incluyó una cena de trabajo en Berlín. Asistió también Federica Mogherini, la Alta representante de Política Exterior de la UE. En total ocho países, además de Serbia y Kosovo, participaron en la cumbre: Montenegro, Albania, Macedonia del Norte, Croacia, Eslovenia y Bosnia Herzegovina fueron los otros países invitados al encuentro.

Las expectativas de la cita fueron desde el principio limitadas, según anunció la propia Merkel en la cancillería. Es una “discusión abierta”, explicó la canciller, “un paso en un camino largo”. Para Merkel, encontrar una solución al conflicto balcánico es una “responsabilidad” europea. Macron puso el énfasis en apoyar “la estabilidad” en la región, frente a planes concretos de adhesión a la UE, menos de un mes antes de las elecciones europeas. En cualquier caso, indicó el presidente francés, la idea es facilitar el entendimiento sin imponer soluciones concretas.

El impulso franco-alemán se produce después de semanas de cierto distanciamiento en el eje París-Berlín. Las diferencias sobre cómo abordar las negociaciones del Brexit, el embargo alemán de armas a Arabia Saudí o las reformas de la zona euro han desatado las especulaciones sobre el estado de salud de la relación de complicidad que une a Macron y a Merkel.

La muestra de unidad franco-alemana no bastó para rebajar el escepticismo inicial de al menos a uno de los actores clave del encuentro. El presidente kosovar, Hashim Thaçi, también rebajó las expectativas antes del arranque de la cumbre –“no espero ningún milagro”, dijo- y consideró que sin Estados Unidos de por medio, el diálogo no será posible. “Sin EE UU nunca tendremos un diálogo […] la UE no está unida en este proceso”, indicó Thaçi a Reuters televisión. Y aseguró que sin el reconocimiento de Kosovo por parte de Serbia no habrá avances en el proceso de acercamiento.

El pasado otoño, Serbia y Kosovo frenaron el proceso de diálogo auspiciado por Mogherini. La imposición de tarifas aduaneras por parte de Pristina a Serbia, un país que no reconoce la independencia kosovar, fue uno de los motivos del desencuentro y el enfriamiento coincidió con la negociación de un posible acuerdo territorial que incluyera una modificación de sus fronteras.

Berlín rechaza esta idea por considerar que tocar las fronteras supondría incrementar el riesgo de conflicto en la región y equivaldría a reabrir viejas heridas, como expresó en el pasado el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas. La permuta supondría además una división por líneas étnicas, lo que generó también rechazo en parte de la comunidad internacional.

El entendimiento bilateral resulta imprescindible en la carrera balcánica hacia la adhesión. Serbia no reconoce a Kosovo como país independiente. Cinco países de la UE, incluida España, se oponen también al reconocimiento de Kosovo, que declaró su independencia en 2008.