El ministro de Defensa de Uruguay, Jorge Menéndez, en septiembre de 2016. AFP

El ministro de Defensa de Uruguay, Jorge Menéndez, su viceministro y tres generales, entre ellos el nuevo jefe del Ejército, José González, han sido destituidos este lunes por el presidente Tabaré Vázquez, en un nuevo episodio de una crisis institucional con pocos precedentes en el país rioplatense, que coincide también con el año electoral. La suerte de los altos funcionarios y militares se definió tras un nuevo escándalo relacionado con un caso de violación de los derechos humanos cometido durante la dictadura uruguaya (1973-1985).

El contenido de las actas de un tribunal militar, reveladas el fin de semana por el periodista Leonardo Haberkorn, señalaron que un coronel (Jorge Silveira) confesó la desaparición de María Claudia García de Gelman, nuera del poeta Juan Gelman, detenida en 1976 primero en Argentina y luego en Uruguay mientras estaba embarazada de su hija, Macarena, que fue dada en adopción en Uruguay. Además, otro destacado represor, el teniendo coronel José Nino Gavazzo, reconoció que arrojó a las aguas del río Negro al guerrillero tupamaro Roberto Gomensoro en 1973 y que mintió al respecto a la justicia civil.

A pesar de estas confesiones, el tribunal militar (o Tribunal de Honor) celebrado el año pasado, integrado por siete generales, consideró que estos hechos no constituían una afrenta al honor de los militares encausados. Los uniformados, sin embargo, fueron sancionados por haber permitido que otro militar, el coronal Juan Carlos Gómez, fuese tres años a la cárcel por el asesinato de Gomensoro, cuando sabían que era inocente. Gómez fue finalmente declarado inocente en 2013.

En alguno de los vericuetos de la compleja justicia militar, los altos responsables del ministerio de Defensa no vieron las crudas confesiones incluidas en las actas y las dejaron pasar, lo cual ha desatado las iras del presidente y ha costado el cargo a todos ellos.

Las confesiones de Gavazzo y Silveira son excepcionales en Uruguay, donde un férreo pacto de silencio entre militares ha hecho imposible esclarecer la mayoría de los casos de muertos y desaparecidos de la dictadura. En estos años, algunos militares fueron a la cárcel por guardar silencio (ahora se sabe que hasta siendo inocentes) y nunca se resquebrajó el muro.

El nuevo comandante en jefe del Ejército, José González, nombrado hace quince días, dejará también el cargo, así como otros tres generales, todos integrantes del jurado militar que consideró conforme al honor de la institución las desapariciones relatadas por los militares. Anteriormente había sido cesado Guido Manini Ríos, ex número uno del ejército uruguayo, por sus duras críticas a la justicia civil y al gobierno.

La fiscalía ha abierto una investigación sobre lo sucedido en los tribunales militares, que deberían haber comunicado la existencia de hechos delictivos a instancias superiores cuando se produjeron las confesiones. Se deberá aclarar si funcionarios públicos (incluidos militares), incurrieron en omisiones.

Los principales dirigentes del izquierdista Frente Amplio (FA), la coalición de partidos gobernante, saludaron la contundencia de Vázquez después de un fin de semana agitado, durante el cual las bases del FA exigieron cambios en el Ejército. Desde la oposición, varios dirigentes también reclamaron que lo sucedido tuvieran consecuencias políticas.

“Yo lo cargué al vehículo, yo manejé el vehículo, lo llevé al lugar, lo bajé, lo puse en un bote, lo tiré del bote. Yo solo”, habría dicho el exrepresor José Gavazzo – actualmente en prisión domiciliaria- sobre la desaparición de Gomensoro. Estas confesiones podrían no ser las únicas y ahora las actas del juicio militar serán examinadas con lupa.