En algún momento de la historia, luego de que en la sociedad venía predominando el “matriarcado” -en el cual las mujeres tenían un rol central de liderazgo político, autoridad moral y sobre todo el control de los bienes y la custodia de los hijos- se establece como modelo de sociedad el “patriarcado”. Los que saben de historia y economía aseguran que la transición entre estos dos modelos de sociedad, se da gracias al desarrollo de la propiedad privada y la economía, situación que condenó a la mujer a jugar un papel secundario, incluso en algunas ocasiones, a formar parte de la propiedad privada, o sea a intercambiarse como mercancía, adquiriendo el varón, derechos sobre ella. El papel de la mujer entonces se redujo a la reproducción y a la crianza de los hijos con el propósito de dejar la herencia en ellos. Se modificaron las normas religiosas, las normas morales y las normas jurídicas, marcando precisamente este papel de la mujer que se le había impuesto.
Durante toda la esclavitud, el feudalismo y parte del capitalismo, la mujer sufrió maltrato, discriminación, exclusión de las decisiones en la vida pública y privada. Durante el desarrollo del capitalismo, la mujer logró incorporarse al trabajo en las fábricas, pero con muy escasos derechos legales.
Pero gracias a un grave suceso ocurrido el 8 de marzo de 1908 en Estados Unidos, en donde 130 mujeres trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York, fueron quemados en el interior de la industria, por órdenes del patrón, cuando ellas se encontraban en huelga por la explotación tan atroz que venían sufriendo en ella; las demandas eras sencillas: conseguir una jornada laboral de 10 horas, salario igual que el de los hombres y una mejora de las condiciones higiénicas; gracias a este lamentable acontecimiento, en 1910, Clara Zetkin propuso celebrar el 8 de marzo, en recuerdo de la muerte de esas mujeres y denominarlo “Día Internacional de la Mujer”. Diez años más tarde, por primera vez, las mujeres se empezaron a incorporar a cargos públicos y poco a poco, con el paso del tiempo, fueron aprobándose leyes a su favor.
En México las mujeres acudieron por primera vez a las urnas a emitir su voto en julio de 1955, luego de la reforma a la Constitución, promulgada por Adolfo Ruíz Cortines, el 17 de octubre de 1953, reconociendo el derecho femenino al sufragio. Las últimas reformas sobre la equidad de género y los derechos de la mujer, fueron el año pasado, en donde se volvió obligatorio, por ejemplo, en materia electoral, que el 50% de las candidaturas deben ser para las mujeres, a partir del 2019.
La pregunta es ¿la lucha se ha ganado, se ha hecho justicia a las mujeres? Yo creo que no. A pesar de todas las reformas que se han logrado, falta mucho por hacer. Por ejemplo, 53.4 millones de mujeres no tienen comida en sus hogares para alimentar a sus hijos o carecen de servicios básicos, (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 2016). ¿Esto se llama justicia? Definitivamente no.
En el Movimiento Antorchista estamos luchando desde hace 45 años por los derechos de las mujeres como son vivienda, educación, salud, etc., pero no solo eso, la organización está educando políticamente a las mujeres para luchar contra esa explotación que siguen viviendo en las fábricas y en todas partes, y, sobre todo, para que participen en la vida pública del país, con ideas nuevas y constructivas y con la capacidad suficiente para tomar decisiones en pro de las mujeres y la nación entera.
Invitamos a las autoridades de los diversos órdenes de gobierno a que no solo se dediquen a dedicar buenos deseos a las mujeres, sino que se pongan a trabajar realmente a favor de ellas, si no, historia se los cobrará.