El nombramiento del candidato presidencial priísta-no priísta José Antonio Meade Kuribreña como director-no-ejecutivo-independiente de HSBC es un acto de inmoralidad política. Aunque el extraño cargo fue inventado y diseñado ex profeso para eludir las leyes mexicanas, de todos modos demuestra que el candidato priísta derrotado fue un personero de los intereses financieros y bancarios extranjeros y que así hubiera sido su gobierno.

Lo chistoso del caso es que su nombramiento en el banco HSBC tiene la misma noción de su candidatura priísta sin ser priísta; hoy será banquero sin ser banquero. Lo grave, sin embargo, es que como secretario de Hacienda, de Desarrollo Social y Relaciones Exteriores de Peña Nieto y de Hacienda y Energía de Calderón consolidó el modelo neoliberal de mercado salvaje.

Pero hay cosas más graves aún, el banco HSBC ha sido encontrado culpable de lavado de dinero de políticos corruptos y del narcotráfico en sucesos revelados en 2012, 2015 y 2016. En 2012 Meade era secretario de Hacienda y por tanto supervisor gubernamental de los bancos, en el 2015 funcionaba como secretario de Relaciones Exteriores y desde ahí operaba los acuerdos de vigilancia financiera de bancos y en el 2016 otra vez estuvo en Hacienda encargado del sistema bancario.

En el 2015 un exempleado del HSBC, Hervé Falciani, reveló a la Policía que el banco había manejado 100 mil millones de dólares ilegales de 100 mil personas con reputaciones dudosas para eludir pago de impuestos en sus respectivos países. Entre ellos aparecieron los nombres de empresarios mexicanos reconocidos, entre ellos Carlos Hank Rhon. Las autoridades hacendarias y diplomáticas nada hicieron por iniciar carpetas de investigación y el caso se enterró en México. Meade, por cierto, fue secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, en los años del escándalo Odebrecht 2010-2014 y con sus cargos tuvo funciones en Pemex.

En 2016 el banco HSBC fue señalado por funcionarios de Aduanas y Migración de Estados Unidos de haber lavado mil 100 millones de dólares de bandas del crimen organizado, aunque esta acusación nunca condujo a investigaciones oficiales. Ahora el HSBC es uno de los más importantes bancos mexicanos.

Los funcionarios mexicanos tienen prohibido durante un año trabajar en empresas privadas con negocios vinculados a su última asignación gubernamental. Meade renunció al cargo de secretario de Hacienda en noviembre de 2017 para asumir la candidatura del PRI –cargo no gubernamental– sin ser militante del partido, por lo que su plazo de veda laboral terminó en noviembre de 2018. Como candidato priísta-no priísta Meade llevó al PRI de una votación de 19.1 millones (38.2%) de votos en 2012 a 9.2 millones (16.4%) en 2018.

A raíz de la denuncia no bien fundada del director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz, de funcionarios de electricidad que hoy tienen intereses en compañías extranjeras de venta de energía, el presidente López Obrador abrió un debate en torno a posiciones laborales que son legales en cuanto al cumplimiento de la ley, pero inmorales en cuanto al hecho de que esos funcionarios acumularon como secretarios información estatal privilegiada y ahora sirven a intereses privados.

Un caso similar fue el del secretario de Hacienda del gobierno de Salinas, Pedro Aspe Armella, quien dejó el cargo y luego apareció, con el plazo legal, en empresas que tuvieron que ver con Hacienda. Y para amarrar el tráfico de intereses, Aspe creó una empresa para asesorar a gobiernos estatales y municipales en manejo de finanzas y deuda interna, aprovechando sus contactos con el sistema financiero nacional e internacional.

El cargo de Meade en HSBC sí será ejecutivo y sus relaciones políticas y de poder le permitirán consolidar al banco en el sistema bancario mexicano, de suyo trasnacionalizado. La información privilegiada de Meade sobre las reglas gubernamentales. En los hechos sí hay un conflicto de intereses, pero las reglas mexicanas permiten eludirlas.

Meade se incorpora a la nada grata lista de funcionarios y expresidentes formados por el Estado, pero para servir como empleados de consorcios trasnacionales al servicio del capital mundial.

RAMOS, ALIADO DE TRUMP. La estridencia periodista del periodista Jorge Ramos se convirtió en el instrumento que le faltaba al presidente Trump para reventar a Nicolás Maduro y completar su estrategia imperialista de invasión, derrocamiento y, si se puede, arresto. Se trata del periodismo imperialista crítico como parte de estrategias desestabilizadoras externas diseñadas por la CIA. Ramos puso otro clavo en el ataúd político de Maduro con un periodismo que ayudó a la Casa Blanca y sirvió al vicepresidente Pence para presionar a México y meterlo en la guerra venezolana. Ramos fue precisamente a eso: mostrar al Maduro troglodita que ha pintado la Casa Blanca. Y lo peor es que Ramos ganará otro premio de periodismo en los EU por sus estándares de seguridad nacional.

Política para dummies: La política es la responsabilidad de evitar servir a dos amos.

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