La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, y el ministro de Exteriores de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa. En vídeo, las declaraciones de ambos. FOTO: GETTY; VÍDEO: REUTERS

La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, y el ministro de Exteriores de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa. En vídeo, las declaraciones de ambos. FOTO: GETTY; VÍDEO: REUTERS
ENRIC GONZÁLEZ

La Unión Europea lanza su misión diplomática venezolana sin tener apoyos claros La ayuda de EE UU llega a la frontera con Venezuela
La iniciativa europea para ayudar a resolver la crisis venezolana ya se ha puesto en marcha. El llamado Grupo Internacional de Contacto se reunió el jueves por primera vez en Montevideo y anunció su propósito de ayudar a encontrar “una solución pacífica, política, democrática y venezolana”. Las perspectivas iniciales no fueron las mejores: Bolivia, uno de los pocos miembros latinoamericanos del grupo, se negó a firmar el comunicado final. México se mantuvo al margen. Y Uruguay, copresidente del grupo con la UE, jugó con dos barajas: se mantiene en la iniciativa de Montevideo, con México y los países caribeños.

Ahora mismo hay tres propuestas internacionales sobre Venezuela: la del grupo de Lima (los principales países latinoamericanos y Canadá), la del Grupo de Contacto (en la que participa España) y la iniciativa de Montevideo. Además de Estados Unidos, por supuesto. Todos exigen elecciones presidenciales. Aunque ni eso está claro. El canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, que informó sobre los resultados de la reunión del grupo de contacto, dijo que una condición ineludible para resolver el problema venezolano era “el establecimiento de garantías para un proceso electoral justo” y la convocatoria de elecciones. Minutos después afirmó que si las partes en conflicto en Venezuela acordaran no convocar esas elecciones, no tendría por qué haberlas.

“El canciller uruguayo ha hablado primero como miembro de nuestro grupo, y luego como miembro de la iniciativa de Montevideo”, explicó Josep Borrell, ministro español de Asuntos Exteriores. Eso da una idea de lo fluidas e inciertas que son las cosas. Para Borrell, resulta imprescindible una pronta convocatoria de elecciones “por parte de Juan Guaidó”, al que España reconoce como presidente interino. Para Bolivia, eso no está tan claro. Ni para México, que, con Uruguay, prefiere remitirse a una gestión coordinada con Naciones Unidas. El Grupo de Lima, del que forman parte las principales potencias continentales (como Brasil, Argentina y Canadá) salvo Estados Unidos y México, se alinea más bien con Washington. Donald Trump dice que ya no hay nada que negociar con el régimen de Maduro.

Parece claro que el Grupo de Contacto patrocinado por la Unión Europea no quiere presionar, sino ayudar. Su primera medida será la apertura en Caracas de una “oficina técnica” encaminada a facilitar la llegada de ayuda humanitaria y, en palabras de Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, “propiciar contactos, por eso nos llamamos Grupo de Contacto”. Mogherini confía en que durante las próximas semanas nuevos países se sumen al grupo, aunque de momento no hay señales de que esto vaya a ser así.

Tres meses
El Grupo de Contacto durará tres meses, no más, para evitar convertirse en un instrumento que favorezca las tácticas dilatorias del régimen chavista. En unas semanas celebrará una nueva reunión. “En 90 días sabremos si hemos conseguido algún resultado”, indicó Mogherini, quien admitió que comprendía “el escepticismo” con que algunos países habían recibido la iniciativa.

En esencia, la Unión Europea, en compañía de Ecuador, Costa Rica, Uruguay (que forma parte también de otro grupo), Bolivia (que no firmó el documento inicial) y México, en calidad de país observador, trata de mantenerse al margen de la lucha política interna en Venezuela. Quiere evitar que “se politice” la hipotética distribución de ayuda humanitaria —que Maduro rechaza de momento— y trata de desvincularse de actitudes drásticas y amenazantes respecto al régimen, como la de Donald Trump. “Queremos ser equilibrados y recordamos a los venezolanos que negarse al diálogo significa bloquear la situación”, dijo el uruguayo Nin Novoa. “Tampoco queremos entrometernos en el proceso interno, si la solución no es estrictamente venezolana desembocará en el caos o, posiblemente, en un conflicto armado”, añadió.